
El Obispo de Goya, monseñor Adolfo Canecin, integrante de la Comisión Episcopal de Pastoral Penitenciaria, acompañó a miembros de las distintas diócesis de la región NEA, en la reunión de delegados diocesanos de Pastoral Carcelaria. El Obispo renovó la invitación a los párrocos de la Diócesis de Goya, para que se formen equipos de visitas y acompañamiento a los presos.
La actividad se llevó a cabo en las instalaciones del Seminario Interdiocesano “La Encarnacion”, de la ciudad de Resistencia, con la presencia de delegados de las diócesis. La convocatoria fue para preparar el Encuentro Regional de Pastoral Penitenciaria que se realizará los días 13 y 14 de Octubre en instalaciones de la congregación salesiana “Ñú Porá” en Resistencia y tendrá como tema “Parroquia-Carcel”.
El Obispo renovó la invitación a los párrocos de la Diócesis de Goya, para que se formen equipos de Pastoral Carcelaria en cada parroquia o comunidad, especialmente en cuya jurisdicción se encuentran lugares de detención o comisarias. Es una pastoral de la Iglesia Católica a favor de los que, directa o indirectamente, se encuentran afectados por la realidad de la cárcel.
“Estuve en la cárcel… y viniste a verme…” (Mateo 25), con esa expresión del Evangelio reitero que “somos llamados a anunciar el Evangelio de la misericordia, la reconciliación y la esperanza” e invito a salir al encuentro de las personas privadas de la libertad, de sus familiares, de los funcionarios penitenciarios y el mundo de la carcelación.
Los obispos en Aparecida han dedicado algunos puntos a la realidad carcelaria: Ven con preocupación que “no se asume suficientemente en muchas de nuestras Iglesias particulares la pastoral penitenciaria, ni la pastoral de menores infractores y en situaciones de riesgo”
Por eso como Iglesia nos sentimos desafiados a ser discípulos misioneros de Cristo en el mundo de la carcelación, anunciando con valentía al Dios de la Vida y denunciando fuertemente las sistemáticas violaciones a la dignidad humana, por eso, “hay que poner en en las manos del Señor” y orar para que surgan iniciativas en ese sentido.
Reconociendo el rostro sufriente de Jesús en los hermanos (Documento Aparecida 65), “ser mano que bendice y que ama; que sostiene y transforma la tristeza en gozo, a la manera del Buen Samaritano”.