Por Daniel Caran
Como sucede en la historia correntina, los hechos que marcan un quiebre en los paradigmas, llegan tarde. Nuestra tierra recién se suma al resto del país donde el sufragio electoral opcional para adolescentes de entre 16 y 17 años, existe desde hace diez años.
Por qué Corrientes siempre demora en avanzar haca los cambios que, por dinámica de los tiempos, el nuevo siglo, imponen a la vida. Quizás un antropólogo pueda aportar una explicación o al menos aproximarse a una fundamentación a ese misterio.
Una paradoja. Ante la demora sistemática del aparato político del oficialismo, en un poco más de dos semanas la Legislatura provincial sancionó dos leyes electorales que oxigenarán justamente el sistema electoral correntino hundido en un formato que se remonta a inicios del siglo XX. Al voto joven se suma la Paridad de Género, 50% de las listas a cargos electivos deben ser integrados por iguales mitades con varones y mujeres.
Estas modificaciones deben sacar de la modorra a la oferta electoral en la provincia, tan escasa de originalidad en propuestas.
La llegada de los jóvenes a esa oferta deberá rever la forma de hacer política en nuestra provincia, justamente, tan necesitada de nuevos rumbos y nuevos aires para intentar encauzar la vida democrática e institucional que ahora pareciera crujir ante tanta grieta.
Este sector que empezará a ocupar la receptividad de ofertas electorales, son los y las hijas del nuevo siglo. Atravesados por los nuevos valores del presente siglo XXI y las carencias de este presente tan disímil al de quienes deben hacer esas ofertas electorales.
Es menester entonces sumar a estos jóvenes a la vida política y a una mirada que nos eyecte de la coyuntura. El mejoramiento de la calidad política no debe agotarse con la sanción de leyes, la apertura del sistema a nuevos protagonistas es lo que saneará nuestra herramienta política para mejorar nuestra calidad de vida.
