Venezuela amaneció este lunes con un mapa teñido de rojo, una confirmación de los resultados que muchos anticipaban. Las elecciones regionales y parlamentarias del domingo han sido ampliamente calificadas como una «gran farsa». El país y el mundo observaron con recelo una jornada que pareció una pantomima del régimen de Nicolás Maduro para buscar imponer a la fuerza un liderazgo frente a una población que lo dejó solo en las urnas, abrumada por la profunda desconfianza en una institución electoral percibida como un mero instrumento del poder.Esta interpretación fue compartida por la líder opositora María Corina Machado . Tras el anuncio oficial del Consejo Nacional Electoral (CNE) de una participación del 42,63%, la oposición rápidamente desnudó la realidad, estimando la abstención por encima del 85%, apoyándose en encuestas como la de Meganálisis, que sugirió una participación apenas superior al 13,5%. Para Machado, «Venezuela desobedeció» el llamado a participar. «Vamos 4 a 0. Y no hay quinto malo...», expresó en redes sociales, celebrando así la baja afluencia como un triunfo de la desobediencia civil.En la misma línea, el presidente electo Edmundo González Urrutia también manifestó a través de redes sociales: «Hoy fuimos testigos de un evento que intentó disfrazarse de elección, pero que no logró engañar ni al país ni al mundo. El pueblo no convalidó un simulacro que pretendía legitimar lo que por naturaleza es ilegítimo ».Noticia Relacionada «No he votado ni lo haré» estandar Si Los venezolanos dejan vacíos los centros de votación en la farsa electoral de Maduro Ymarú Rojas La desconfianza ante el proceso fraudulento organizado por el chavismo resta participación en los comicios regionales y legislativos de este domingoDesde la otra acera, Henrique Capriles Radonski, candidato electo para uno de los 285 escaños de la Asamblea Nacional (AN), no ocultó su descontento con la jornada y aseguró que el resultado era «previsible». En sus palabras, los verdaderos ganadores fueron la abstención y el propio régimen chavista. «Fue un proceso marcado por la desconfianza, la decepción, la rabia, el miedo», afirmó el flamante diputado, añadiendo que «el régimen y otros hicieron de todo para que la abstención fuera la gran protagonista y lo lograron. El régimen hoy celebra».Los venezolanos fueron convocados a participar en unas elecciones carentes de garantías y transparencia . El fraude del 28 de julio sembró una desconfianza aún mayor en la población votante, que supera los 21 millones de electores. En este proceso se renovaron 569 cargos, incluyendo 285 diputados al Parlamento, 260 legisladores regionales y 24 gobernadores, entre ellos el de la Guayana Esequiba, una región de casi 160.000 kilómetros cuadrados que Venezuela disputa con Guyana, país que controla ese territorio.Y pese a la abrumadora abstención, el oficialismo se erigió como el gran «ganador», adjudicándose 40 de los 50 escaños nacionales de la AN. Y se hizo con 23 de las 24 gobernaciones, incluyendo plazas tradicionalmente opositoras y de alto valor simbólico como Zulia, Nueva Esparta y Barinas, consolidando su control territorial y legislativo. La oposición sólo gobernará en el estado Cojedes.Según el CNE, 5,5 millones de personas votaron, lo que, según sus datos, equivale al 42% de participación, cifra que el oficialismo celebra. Sin embargo, de acuerdo con Eugenio Martínez, experto en procesos electorales, este número de votos representa un 25,63% real de la participación, «salvo que el CNE recalculara el registro electoral a 13 millones (de votantes) por la migración (que concentra más de nueve millones de venezolanos desplazados)».