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Sociedad Doctores José Luis y Silvia Cinalli

Los afrodisíacos que sí funcionan

Cuando hablamos de afrodisíacos pensamos en alimentos o medicamentos que aumenten las ‘ganas’ y mejoren el rendimiento sexual; con esta finalidad muchos investigadores han tratado de encontrar la fórmula que cambie el hast&i

Cuando hablamos de afrodisíacos pensamos en alimentos o medicamentos que aumenten las ‘ganas’ y mejoren el rendimiento sexual; con esta finalidad muchos investigadores han tratado de encontrar la fórmula que cambie el hastío en excitación sin límites. 

Sin embargo, la Biblia contiene la mejor receta afrodisíaca de todos los tiempos y más allá de las sustancias que recomienda el Cantar de los Cantares como la miel, el vino, el aceite perfumado, los aromas agradables, etc., existe una fórmula que jamás falla y que sería bueno verificar si estamos practicando.

La Biblia dice: “La esposa buena es orgullo de su esposo, pero la mala acaba con él”, Proverbios 12:4 (PDT).

Generalmente se resalta la dureza de los hombres pero se ignora la rudeza de la mujer. Claro, es más disimulada, pero igualmente destructiva. Se acusa a los varones de ser poco detallistas, de no acordarse de fechas importantes y de no entender el lenguaje del corazón, pero nada se dice del mal comportamiento de la esposa y del poder que tiene una mujer de moldear el futuro de la familia. Ella puede hacer de su hogar un oasis de paz o un infierno de suplicios.

Varias versiones de Proverbios 12:4 se refieren a la mala mujer como la “desvergonzada”. Así, pues, muchos asumen que describe a la mujer buscona, la infiel, la que anda flirteando con hombres diferentes a su marido; pero si analizáramos otras versiones observaríamos que cambia radicalmente el sentido del pasaje. Por ejemplo, la Biblia Textual dice: “La mujer virtuosa es corona de su marido, pero la que lo avergüenza, como carcoma en sus huesos”.

Algunas esposas utilizan las vulnerabilidades que conocen de sus maridos para atacarlos, denigrarlos o cobrarse ‘cuentas pendientes’. ¿A quién acudirá ese hombre si en vez de una amorosa compañera que le dé fuerzas encuentra en casa a una mujer gruñona, irritable y enojosa?

 Las mujeres nos ofendemos con facilidad pero ignoramos con cuánta facilidad ofendemos (escribe Silvia). Tenemos el poder de expresar ternura, aceptación, valoración personal y fuerzas renovadas, no sólo en nuestros hijos sino en la vida de nuestro cónyuge; sin embargo, muchas congéneres se vuelven fans de sus hijos e intolerantes hacia sus maridos.

La autora del libro Poder de Mujer comenta que el más grave error de toda mujer es no mostrar respeto, aprecio y amabilidad hacia su esposo. Todo hombre requiere la aprobación y el afecto de parte de su esposa y, cuando lo obtiene, está dispuesto a atravesar mares infestados de tiburones para traerle una limonada.

“Las mujeres manejan más poder en la relación hombre – mujer. Los hombres nacen de las mujeres, son educados por las mujeres y van a las mujeres en busca de lazos de unión y apareamiento. Las mujeres son esenciales para el bienestar emocional del hombre durante toda su vida. La mayoría de los hombres viven para servir a sus esposas y a sus hijos, es decir, a sus familias. Cuando no se les demuestra que se les aprecia por esos esfuerzos, se sienten heridos, perdidos, solos y no son muy colaboradores”.

Esposa amada, ¿cuánto tiempo ha transcurrido sin que le des las gracias a tu marido por lo que hace por la familia? Muchas creen que ellos no necesitan que se les diga lo que hacen bien sino lo que deben corregir; al fin y al cabo, ellas lo hacen por su bien y ellos deberían entender. Lo peor que puedes hacerle a tu esposo es usar palabras ásperas y críticas solapadas; en lugar de ello, acaricia su alma con tu ternura, levántele la autoestima, apóyalo con tus oraciones y comentarios.

La mujer que avergüenza a su esposo“acaba con él”, dice Proverbios 12:4 (PDT). Lo avergüenzas cuando hieres su masculinidad, su liderazgo, sus potencialidades; cuando minas su autoestima, aumentas sus vulnerabilidades y maximizas sus temores.

Analicemos un caso real que puede ilustrar lo que estamos diciendo. Ella espera que su esposo tenga vacaciones para que termine la entrada del garaje, pinte la galería de la casa y haga unos pequeños arreglos que se han venido postergando.

El primer día de vacaciones, él, no con muchas ganas pero con el deseo de complacer a la persona que comparte su vida, se viste con ropa de trabajo, prepara las herramientas y comienza a medir. Ella llega y lo saluda. Sin más le comienza a decir cómo debería hacer las cosas. Después de cinco largos minutos de “recomendaciones femeninas”, el esposo recoge las herramientas y se dispone a guardarlas. La esposa asombrada contesta: “¿Qué estás haciendo? ¿No vas a trabajar? ¡Claro, el hombre de la casa se enojó!”. ¿Y qué esperaba esta hermosa señora? Él sólo se limitó a decir: “No quiero discutir, siempre que hay algo para hacer en la casa todo termina en peleas y yo prefiero guardar la paz. Busca a alguien que te haga el trabajo”. Este voluntarioso hombre prefería renunciar a su descanso para alegrar a su mujer; luego, perder su dinero antes que la paz del hogar.

Los mejores afrodisíacos no son sustancias, son actitudes. El mejor condimento para el amor son las palabras suaves y el trato amable.

Usa la ternura y sazónala con el perdón.

¿Por qué no comienzas hoy mismo y nos cuentas? Intenta durante los próximos tres meses honrar, estimular y sólo decir cosas positivas a tu esposo y de tu esposo a los demás, fundamentalmente a sus hijos y amigos. Considera sus fortalezas, resalta sus capacidades, descubre su belleza y pronto, muy pronto, te transformarás en el orgullo de su vida.

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