Por Daniel Caran
Esta semana en Corrientes hubo una movilización con una particular denominación: La marcha de las ollas vacías. Agrupaciones sociales de la capital provincial se congregaron frente a la sede de la gobernación, sobre la plaza 25 de mayo.
La postal no dejaba de ser llamativa y alarmante. Una verdadera fotografía de los tiempos que corren. Gente pidiendo, sin metáforas, mercaderías para dar de comer a mucha más gente. Se trata de quienes atienden comedores barriales donde son alimentados niños y adultos.
Es la primera línea de combate a un enemigo implacable: el hambre que corroe todo, primero la dignidad de cada ser humano y en el caso de los niños deja secuelas de por vida. Una condena a las generaciones inmediatas de correntinos y correntinas.
El contraste con todo esto tenemos un Presidente totalmente imbuido en Twitter. El panorama es de dos realidades, una la real y la otra, virtual. Hace tiempo asistimos a este fenómeno. Nuestra dirigencia habita en esa realidad virtual sostenida en la vanidad y el egocentrismo. Además de negar al otro, la voz y la opinión del otro.
Como lo expresamos la semana pasada asistimos a una especie de experimento social y político en la Argentina. Aún no sabemos cómo terminará pero estamos ante lo urgente.
También esta semana que concluimos una nueva medición en la preocupación de la gente, al parecer, dejó de ser un tema alarmante la inflación y lo suplanta la pérdida de trabajo.
Como observamos asistimos a un drama constante en la Argentina de las fuerzas del cielo. Debemos por eso trabajar en la primera línea de contención a los más necesitados, en el país granero del mundo no podemos tener generaciones con hambre.
Nuestra dirigencia debe atender la realidad real y no la virtual. El hambre es urgente y no se puede eliminar con un simple click desde el celular.
