Nicolás Wiñazki seguía distraído los comentarios que hacían Eduardo Feinmann y Pablo Rossi sobre un tuit de Fernando Soto, funcionario del gobierno que decía que los audios de Spagnuolo no son prueba suficiente.
Más allá de la validez del argumento -poca, porque lo que pesa acá es la condena social más que la penal- Feinmann fue levantando temperatura con otra cosa.
Al bueno de Eduardo lo sacó de las casillas que el director del programa le sacara de pantalla el tuit que estaba leyendo, al que quería analizar “palabra por palabra”.