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Internacionales

Lula se escora hacia Rusia y pierde relevancia estratégica

Solo los amigos de Putin acudieron la semana pasada al desfile militar en la Plaza Roja de Moscú, oficialmente para celebrar el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, pero también prestándose a respaldar al presidente ruso en sus horas bajas. Por supuesto que allí estuvieron los presidentes de Venezuela y Cuba, amén de otros aliados, encabezados por el chino Xi Jinping ; la presencia que llamó la atención fue la de Lula da Silva . El presidente brasileño se vio quizás obligado a acudir, por su destacado encuadramiento en los BRICS , pero este viaje a Rusia evidenciaba, cuando Lula ya ha pasado el ecuador de su actual mandato, el fracaso de su ambición internacionalista en esta su segunda estancia en el poder.El «Brasil ha vuelto» con que Lula trompeteó su regreso a la presidencia en enero de 2023, tras haberla ya ocupado entre 2003 y 2010, no se ha notado mucho. Más bien, ha habido una pérdida de influencia de Brasil respecto a las dos primeras décadas de siglo, tanto a nivel regional como mundial. Detrás de ello hay dos causas principales: la primera es que el país ya no está en medio del «boom» de las materias primas que benefició a toda Sudamérica (esto no es culpa de Lula, pero, por la misma razón, aquella bonanza económica tampoco fue mérito suyo); la segunda es que si antes a Brasil muchos países lo veían como una potencia reformista que quería ensanchar las instituciones de gobernanza internacional existentes, en beneficio de naciones menores y muchas veces no alineadas, ahora se la percibe como un agente rupturista que juega a favor de China y Rusia. Lula no parece darse cuenta y con ello su figura resulta algo patética. Volver a proclamar en Moscú su deseo de mediar en la guerra de Ucrania, cuando se está haciendo la foto en el Kremlin y ha rechazado aprovechar el viaje para visitar también Kiev, denota una gran falta de realismo. Parecía suplicarle a Putin que le hiciera el favor de dejarle mediar; algo que se ha convertido en objetivo obsesivo de Lula, como única opción para que Brasil gane algo de talla internacional durante su mandato. Lula ya ofreció sin éxito sus servicios para resolver la guerra en Gaza y no afronta mejores perspectivas con relación al conflicto de Ucrania. Fue humillante que acto seguido Putin anunciara su disposición a hablar directamente con Ucrania... en Turquía (como previamente Arabia Saudí había sido escogida para las negociaciones iniciales entre la Administración Trump y Rusia).Noticia Relacionada estandar Si Rusia no aclara si Putin se reunirá con Zelenski en Estambul y rechaza el últimatum europeo para una tregua Rafael M. Mañueco El Kremlin «no descarta que durante estas negociaciones sea posible acordar un nuevo alto el fuego»Fuentes diplomáticas ucranianas habrían calificado ese viaje a Moscú de «acto hostil», según informadores brasileños, dado que se produce en medio de una agresiva operación de ataques rusos contra objetivos civiles. Lula habría rechazado el ofrecimiento de equilibrar ese desplazamiento a Rusia con una escala en Kiev. Al mismo tiempo, medios de Brasil también han destacado que Lula haya querido celebrar el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Moscú, cuando declinó participar en otras convocatorias, por ejemplo la llevada a cabo en Londres, y eso que Brasil participó en aquella contienda en el bando de las tropas aliadas, no junto a las soviéticas.La gran palanca estratégica que puede jugar Brasil en el concierto internacional es la de gran potencia media entre facciones o bloques: a la vez parte de Occidente y del Sur Global, está en inmejorables condiciones para servir de puente tanto con el hemisferio norte como con el hemisferio oriental. Escorarse hacia uno de los dos lados le resta relevancia estratégica global.Cuando Brasil juega a fondo ese papel de gran conector, acierta y aumenta su peso. Así ha ocurrido con el impulso para la firma del acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea, único elemento destacable la política exterior en este mandato de Lula, si bien el mérito es compartido por diversos dirigentes (además, la entrada en vigor del acuerdo sigue pendiente de que las partes lo ratifiquen).Con un capital internacional disminuido, Brasil pierde legitimidad como organizador del espacio regional. El regreso de Lula al poder no ha significado la revitalización de Unasur ni propiamente de la Celac. El factor Venezuela más bien ha perjudicado el prestigio brasileño entre sus vecinos: además de quedar ridiculizado por su confianza en Maduro en lo relativo a las elecciones presidenciales venezolanas de julio de 2024, Lula no ha logrado resolver la crisis en torno a la presencia de asilados en la embajada de Argentina en Caracas, cuyo edificio Brasil decidió custodiar con su bandera. La operación liderada la semana pasada por Estados Unidos para \'extraer\' a los asilados, aunque haya podido contar con la colaboración de otros países –posiblemente también Brasil–, pone en evidencia la incapacidad de Brasilia para convencer incluso a sus \'amigos\' .

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