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Panorama semanal: Todos detrás de Argentina campeón

Argentina disfruta doblemente la Copa. Por los 30 años de promedio que la Selección no lograba un titulo o del mundo o e América. La celebración en todas las ciudades del país demuestra que la gente estaba esperando una alegría.

Charly García advertía desde 1982: “la alegría no es sólo brasilera”, al contrario, fue argentina. El argentino medio sabe de sufrimiento. No sólo el publico futbolero, las grandes estrellas del futbol lograron dibujar una sonrisa.

La realidad nacional no sólo está golpeada por la pandemia. El coronavirus es apenas el ingrediente nuevo de un coctel dramático que se suma a la dramática situación de millones que vienen padeciendo la prolongada recesión que parece estar mostrando señales de reversión, aunque la mayoría no haya salido todavía de la crisis que viene horadando sus expectativas de estar un poco mejor.

El triunfo nos hermana, de eso no quedan dudas. Anoche celebraron el presidente Alberto Fernández, la vicepresidente Cristina Fernández y el ex presidente Mauricio Macri. Políticamente se encuentran unos y otros en las antípodas, pero este campeonato está dando una idea de que hay cosas en común.

Lo paradójico es que otros temas que son centrales en la vida cotidiana de la gente no puedan llegar a generar el consenso necesario para ponernos de acuerdo. No ya en los aspectos económicos en que necesariamente hay diferencias ideológicas. Tampoco hay coincidencias en el manejo de la pandemia, el carancheo opositor, que no ha aportado una sola gestión para conseguir vacunas, que dinamitó todas las acciones que encaró el gobierno al momento de imponer restricciones para enfrentar al COVID-19 cuando no había vacunas, que cuestionó hasta el delirio de la denuncia por envenenamiento el acceso que tuvo el país de las vacunas que pudo conseguir, la rusa Sputnik V y ahora las china de Sinopharm, que no se conforma con haber avanzado con los laboratorios norteamericanos para conseguir ahora las dosis de Moderna o de Pfizer.

Que relativiza la campaña de vacunación y el avance del plan de inmunización, pese a que no hay en la historia de nuestro país algo similar (claro que tampoco es igual a ningún otro contexto).

Que frente a la necesidad de volver a plantear la redistribución de la renta nacional cuestionan con acciones judiciales la decisión de establecer al internet o a la televisión por cable como un servicio público, que respondieron con un paro patronal cuando el gobierno nacional decidió suspender las exportaciones de carne o aplicar un cupo para poder devolver a la mesa de los argentinos los cortes que prácticamente desaparecieron.

Que prefieren divulgar noticias falsas desde medios controlados por la opulencia de una minoría que representa el poder real, sin importar cuál sea la verdad, que cuestiona en esas mismas páginas el aporte extraordinario a las grandes fortunas, también de una minoría que eligió no tratar de no pagar a toda costa.

Esa final se jugará en las próximas elecciones, aunque en rigor ya se enfrentaron a finales de 2019, aunque los derrotados prefieran desconocer el resultado. Qué diferencia entre ellos y Neymar Jr. que después de lamentarse por haber perdido en su tierra, terminó sentado a hablar amistosamente, probablemente compartiendo vivencias del partido recién terminado con Leo Messi y Leandro Paredes.

¿Serán las elecciones de medio término el mensaje que la dirigencia deberá respetar? Frente a realidad actual, la pregunta parece una verdad de Perogrullo. Es una obviedad, pero frente a lo que ocurrió con la derrota del macrismo, parece que no. Si no escucharon el mensaje de las urnas, por qué esperar que ahora sí lo hagan. Los desafíos que se avecinan no son menores y si la respuesta mayoritaria ratifica, confirma la línea de comenzó en diciembre de 2019, habrá que esperar sí que la oposición entienda que esta para marcar diferencias, pero no para obstaculizar la marcha de un país. Que el gobierno que ejerce la soberanía popular merece respeto, porque en el fondo la que lo merece es la ciudadanía que lo eligió.

La enseñanza que nos deja esta Copa América es que ponerse de acuerdo es casi instantáneo. Que los que ganan, por algo lo hacen. Y que merecen respeto por haberlo hecho.

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