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Opinión del Lector

Paro y salario real: la montaña rusa, de los u$s 1.600 de la convertibilidad a los u$s 510 del arranque de Javier Milei

Julián Guarino

Por Julián Guarino

Si hay un elemento que puede caracterizar la génesis y legitimidad reclamada por la jornada de paro general de la CGT, ese es el magro poder adquisitivo del salario. El flamante gobierno de Javier Milei ha comenzado su era con un nivel muy bajo en esta cuestión, sobre todo si se lo compara en términos históricos.

Si hay un elemento que puede caracterizar la génesis y legitimidad reclamada por la jornada de paro general de la CGT, ese es el magro poder adquisitivo del salario. El flamante gobierno de Javier Milei ha comenzado su era con un nivel muy bajo en esta cuestión, sobre todo si se lo compara en términos históricos.

Como se verá, las tensiones y la conflictividad social aparecen inmediatamente cuando se analiza que, con un salario real prácticamente en la base de la línea histórica, la proyección y prospectiva es de un impacto aún mayor en función de los números que arroja la canasta básica y la inercia inflacionaria. Elemental por donde se lo mire.

Es cierto que el intento del gobierno para modificar el esquema de obras sociales podría verse como un atentado al principal sostén económico-financiero de las organizaciones sindicales, lo que podría blandirse como elemento adicional en las motivaciones de la CGT. Incluso podría decirse que la reforma laboral y el proyecto de reestablecer el impuesto a las ganancias para los trabajadores aparece, a la vez, como un argumento adicional para haber puesto al movimiento obrero organizado como el principal opositor a Javier Milei.

Los paros y el salario

Pero valga la hipótesis que sostiene como artífice necesario para la medida de fuerza lo paupérrimo del arranque -herencia de Alberto Fernández incluida- de la ecuación salarial para buena parte de la sociedad que se desarrollará más abajo. Y también que, en relación directa con esto, aparezca una conflictividad laboral elevada. Para agregar algo: un estudio de la consultora pxq propone a dos actores: Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner. ¿Por qué? Porque demuestran una relación inversa: a mayor salario real, menor cantidad de paros. Son dos casos extremos.

“El gobierno de Alfonsín, afectado por la hiperinflación tuvo la peor performance en cuanto a poder adquisitivo desde la vuelta de la democracia (el salario real cayó -28% durante su presidencia) y fue el presidente que más paros generales enfrentó (un total de 13). Al contrario, el mayor crecimiento del salario real tuvo lugar durante la presidencia de Néstor Kirchner (creció 60%) y esto generó solo una huelga general (probablemente explicada por el punto de partida en 2003, con un salario real cerca de mínimos históricos)”, sostiene el informe.

El salario: en la base de las expectativas

Ahora bien: conviene volver a la perspectiva histórica. En materia salarial, el punto de arranque del gobierno de LLA aparece como el factótum de la medida de fuerza. A modo comparativo, y con números del INDEC y el Ministerio de Economía, la evolución del salario real medido en dólares constantes a precios de noviembre de 2023, muestra que el arranque del gobierno de Milei registra un salario real en la zona de los u$s 510, bastante cercano a los u$s 414 de salario real que registró el peor momento de la crisis postconvertibilidad, que arrancó a fines de 2001 y recorrió buena parte de 2002.

Para tomar otra referencia, y siempre tomando el tipo de cambio paralelo, el comienzo del mandato del ex presidente Macri registró un salario real promedio de u$s 1500, es decir en línea incluso con la etapa final de la convertibilidad, cuyo arranque se da en la zona de los u$s 1.700, y la salida en los u$s 1.500. Tanto la era de Néstor Kirchner como las dos presidencias de Cristina Kirchner, llevan el salario real de los u$s 410 mencionados, hasta los u$s 1500, siempre tomando la cotización paralela (con la oficial esa marca llega a u$s 2.080 en agosto de 2015.

Entonces, merece apilarse sobre la mesa de trabajo una señal adicional: la inflación del primer mes fue de 25,5%. Hay, allí, lo obvio del asunto. Las tensiones y la conflictividad social aparecen inmediatamente cuando se analiza que, con un salario real prácticamente en la base de la línea histórica, la proyección es de un impacto aún mayor en función de los números que arroja la canasta básica. Elemental por donde se lo mire.

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