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Opinión del Lector

Ningún miedo se supera pensando -Desarrollo Humano-

María Antonia Galvaliz

Por María Antonia Galvaliz

El miedo es un mecanismo de defensa para nuestra supervivencia, para poner el cuerpo en un estado de alerta.

Todos los días nos enfrentamos a situaciones y complicaciones que nos ocasionan estrés, pero aprendimos a lidiar con ellos, el problema surge cuando vivimos circunstancias o realidades a lo que no estamos acostumbrados o sorprenden, nuestro cerebro interpreta esta vivencia como un peligro o amenaza y aquí se dispara la emoción de miedo.

¿Que pasa en nuestro cerebro cuando vivimos una situación de miedo? Se desencadenan una serie de respuestas fisiológicas en nuestro cuerpo: Aumento del ritmo cardiaco. Sudoración. Dilatación de pupilas y liberación de hormonas como la adrenalina y cortisol.

La parte de nuestro cerebro que se encarga de gestionar estas situaciones de amenaza o peligros es él “Sistema Límbico”.

De manera que, cuando nos enfrentamos a una emergencia o peligro la Amígdala - parte más primitiva de la zona más evolucionada del lóbulo prefrontal-, dispara una alarma que salta en los primeros instantes para alertarnos, y de esta manera reconfigurar nuestro cuerpo para la lucha, ataque o huida.

En estrecha conexión esta la Amígdala e Hipocampo. El Hipocampo y la corteza prefrontal traen el análisis racional, ayudando al cerebro a interpretar la amenaza que este ha percibido, procesando la información y ayudándonos a saber si la amenaza percibida es real o no en función del contexto.

Una diferencia del contexto sería, por ejemplo, si vemos en la calle una violenta pelea, nos ponemos en alerta, tensión, situación de pánico, ataque o huida; ahora bien, si vemos en una película esa pelea, deduciremos que no representa ningún peligro para nosotros.

Si hemos incorporado los conocimientos y las herramientas adecuadas de gestión emocional, frente a situaciones estresantes y de amenazas, sabremos tranquilizarnos, analizar la situación con ecuanimidad evaluando la real emergencia de posibles amenazas; transitar y enfrentar esas situaciones con raciocinio y confianza porque nos sentimos capacitado para ello.

Este diálogo interno de sentir seguridad, de que contamos con los conocimientos, los recursos y las competencias de gestión emocional influyen positivamente en nuestra salud y sobre todo a la hora de actuar.

Cuando el ser humano entra en situación de emergencia, se desactivan todas aquellas acciones secundarias entre las que se encuentra él discernimiento; y el cerebro entra en modo automático, consumiendo solo el 25% de la sangre.

En estas situaciones de emergencia el flujo sanguíneo cerebral, se reduce al mínimo para reconducirse hacia los músculos; se desactivan las funciones reflexivas, digestivas y sexuales, se activan las glándulas suprarrenales, el cuerpo queda listo para la acción inmediata física de correr, atacar o huir.

Frente a las crisis y peligros es importante respirar profundo, mantener la calma, con pensamientos positivos y constructivos.

La mente y el cuerpo están íntimamente unidos, la autoadministración y control de nuestros pensamientos lo podremos realizar solo si conseguimos calmarnos frente a una amenaza, para pensar y actuar con acierto.

Para evitar que la Amígdala tome el control, cuando una situación o acontecimiento nos supera, dejándonos sin respuesta o quedar bloqueados; es recomendable apelar a los aprendizajes significativos que hemos incorporado en su momento sobre gestión emocional y, de este modo habilitar al Hipocampo a tomar iniciativa, quien nos recordara y traerá los conocimientos, los recursos y herramientas adecuadas para transitar y salir de esa situación de la mejor manera posible.

Algunas recomendaciones:

Reconocer y contextualizarte. Perder miedo al miedo.

Identificar las señales del cuerpo: Pensamientos, conducta y cuerpo.

Encuentra tu “para que”. Tu motor, tu propósito.

Entrevista a tu miedo ¿Qué me da miedo? ¿Para qué me está alertando? ¿Cuál es la intención positiva del mensaje? ¿Es un miedo real o irreal? ¿Cómo de probable es que pase? ¿Es presente o un futuro incierto? ¿Cuál es el mejor escenario? ¿Y el peor? ¿Cuál va a ser tu plan B?

Decide. Sí o no. Duele más la incertidumbre del miedo que tomar una decisión.

Actúa. Da ese paso adelante. Ningún miedo se supera solo pensando.

Para cerrar la nota recuerda que el miedo avisa, pero nosotros decidimos.

Tenemos que trabajar para que nuestra determinación sea más fuerte que nuestro miedo.

El miedo nos llega a fortalecer porque nos hace más dueños de nuestros actos, es decir, cuando somos capaces de sentir esa emoción, sentir qué está pasando, y aun así avanzar, nos damos cuenta de que sí somos nosotros los que decidimos, y no nuestro miedo.

Te mando un beso inmenso TG.

IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación- Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional

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