Comer bien no sólo (ni siempre) está en el plato. A veces, lo verdaderamente nutritivo se sienta frente a nosotros, con ojos que nos miran atentos, oídos que anhelan escuchar nuestras historias y manos que se mueven al ritmo de la conversación. Las comidas no sólo alimentan el cuerpo; también, sin pretenderlo, curan el alma. En un mundo obsesionado con las propiedades de los alimentos, estimando los alimentos como fuente de antioxidantes contra el envejecimiento, midiendo la cantidad de grasas buenas que se toman y recolectando proteínas para alimentar los músculos que cada vez movemos menos, hemos ido olvidando que el acto de comer es también un acto humano, profundamente social.
Fuente:https://www.telva.com/bienestar/nutricion/2025/04/20/67fe66d802136ecd4d8b4599.html