Joe Biden celebró en diciembre de 2022 una cumbre de altos vuelos en Washington con casi todos los presidentes y jefes de estado de África . Allí aseguró que, al contrario que su antecesor, Donald Trump , él estaba \'all in\' con el futuro del continente. Es decir, que estaba totalmente comprometido con África. También prometió inversiones de 55.000 millones de dólares en nuevos proyectos y aseguró que mejoraría la presencia de África en los foros internacionales, incluso apostando por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU . Y anunció que visitaría el continente antes del final de 2023.Algunas de esas promesas se han cumplido. África ha ganado presencia en el G-20 y en el Fondo Monetario Internacional (FMI) . Las autoridades estadounidenses aseguran que buena parte de esa inversión se ha materializado, aunque en buena parte fue a proyectos ya existentes o ya diseñados. Lo del asiento en el Consejo de Seguridad está lejos de hacerse realidad, como era de esperar.La promesa que incumplió sin ninguna duda era la más sencilla: la de visitar África antes de que acabara 2023. Lo ha hecho ahora, casi un año después, roto su sueño insensato de reelección, convertido en \'pato cojo\' , a mes y medio de dejar la Casa Blanca . Y demasiado tarde para justificar que ese compromiso africano era real. Y, sobre todo, demasiado tarde para hacer frente de verdad al motivo de la apuesta por el continente: frenar la expansión y la influencia de China y Rusia .Noticia Relacionada estandar Si El pragmatismo de China se impone a Occidente en la conquista de África Pablo M. Díez A pesar de las deudas que han entrampado a muchos países, Pekín refuerza su influencia con los 46.000 millones de euros prometidos en la cumbre a la que han acudido 50 jefes de Estado y de GobiernoBiden ha estado esta semana de visita oficial en Angola , en un viaje que incluyó una breve parada en Cabo Verde . Es la primera visita de un presidente de EE.UU. al África subsahariana desde que Obama puso el pie en Kenia –de donde era originario su padre– y Etiopía en 2015. El viaje sufrió retrasos innumerables –el último, poco antes de las elecciones de noviembre, por el impacto del huracán Milton en Florida– y se produce ahora, en medio de esfuerzos de último minuto de Biden de abrillantar su legado en política exterior (el levantamiento de restricciones a Ucrania en uso de armamento, el alto el fuego en el Líbano y el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela forman parte de ello). En realidad, Biden y EE.UU. no llegan a África dos años tarde, sino dos décadas. Ese es el tiempo en el que China, sobre todo, ha disparado su presencia . Biden celebró el miércoles con el presidente de Angola, Joao Lourenco , el desarrollo del Corredor Lobito , un proyecto ferroviario de mil millones de dólares que unirá al país africano con Zambi a y la República Democrática del Congo . El corredor facilitará el transporte y la exportación de minerales clave para la fabricación de productos tecnológicos –desde móviles a coches eléctricos– y permitirá a EE.UU. mejorar su acceso a estos recursos, en los que el gigante asiático le lleva ventaja.El martes, coincidiendo con el primer día de la visita de Biden a Angola, China anunció la prohibición de exportar varios minerales raros a EE.UU. En la víspera, la Administración Biden había anunciado nuevos límites a la exportación de tecnología avanzada de EE.UU. a China.El Corredor Lobito forma parte del tipo de proyectos que, en ausencia de una verdadera competición estadounidense, China ha desarrollado de forma rutinaria en África, donde ha disparado su presencia comercial e influencia. Por ejemplo en Angola, donde China llegó con inversiones poco después de que acabara su cruenta y larga guerra civil, que acabó en 2002. En 2003, la inversión extranjera directa de China en África fue anecdótica: 75 millones de dólares, según la Iniciativa de Investigación China-África de la Universidad Johns Hopkins . Dos décadas después, y con un pico de 5.500 millones de dólares en 2008, acumulaba 40.000 millones.Influencia crecienteBuena parte de la presencia china se debe a sus \'Nuevas Rutas de la Seda\' (Una Franja, Una Ruta), un proyecto de expansión global con infraestructuras de transporte, energía y minería . En el continente hay decenas de miles de kilómetros de carretera y ferrocarril, decenas de puertos y de plantas eléctricas con firma china. Estos proyectos multimillonarios han llevado a muchos países a contraer deudas astronómicas con China. Angola más que ninguno: 42.000 millones de dólares.El protagonismo de China en el continente no es solo económico. De forma paralela, se ha esforzado en imponer su influencia en la opinión pública. Xinhua , la agencia china de noticias, tiene más delegaciones en África que cualquier otro rival internacional. Y los canales de televisión chinos han contratado periodistas locales de países africanos para sus servicios de noticias en el continente. Estos esfuerzos han tenido su recompensa en la opinión pública africana: la aprobación del liderazgo de EE.UU., que estaba en 2010 por encima del 70% cayó en 2023 hasta poco más del 50%, e igualado con China, según un estudio de Gallup .La desaceleración económica de China en los últimos años ha venido acompañada de una ralentización de sus inversiones en África. Podría haber sido una oportunidad para Washington. La visita de último minuto de Biden y el importante proyecto del Corredor Lobito parecen algo, como dicen los estadounidenses, \'too little, too late\'. Demasiado poco y demasiado tarde.