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Interior Goya

Monseñor Canecin celebró el Jubileo de Oro de la Renovación Carismática

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Crédito: 49281

El Obispo de Goya, monseñor Adolfo Canecin, presidió la misa con motivo del Jubileo de Oro de la Renovación Carismática Católica (RCC), en la Iglesia Catedral “Nuestra Señora del Rosario”. Participaron sacerdotes, religiosas, diáconos y  diversas delegaciones del interior de la diócesis. Previamente se realizaron variadas actividades con cantos y alabanzas. El prelado hizo un fuerte llamado a que se formen grupos de oración en todas las capillas y parroquias para rezar al Espíritu Santo.

 

Ante un templo colmado de feligreses, en un clima de mucha alegría y alabanzas; monseñor Adolfo Canecin destaco en su homilía la significación de esta acción de gracias y resalto la importancia que tienen los movimientos en la Iglesia, en “el día del Señor, dando gracias por la resurrección del Señor Jesucristo que es el misterio central de nuestra fe y en ese contexto de agradecimientos, todo lo que nos regaló Dios en la Iglesia, atraves de estos 50 años de la Renovación Carismática Católica” dijo.


Recordó seguidamente al “Papa Bueno” San Juan XXIII que “supo convocar al Pentecostés de la Iglesia y esa experiencia lo vimos entre los años 1.962 al 1.965 en el Concilio Vaticano II°” cuando el santo pontífice dijo “abramos las puertas y ventanas de la Iglesia, para que entre el viento renovador del Espíritu Santo”.


Canecin dijo que “como fruto de ese Pentecostés conciliar, el Señor empezó a producir en la Iglesia múltiples renovaciones” y como el Espíritu Santo “sopla donde, cuando y como quiere, en 1.967 nació en la Iglesia y desde la Iglesia para el mundo esta experiencia” de la Renovación Carismática.


“El autor de esta experiencia no es un ser humano, sino es el propio Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ese Espíritu que es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que suscita el deseo de juntarse y encontrarse para orar” expreso el Obispo de Goya.


“Hermanos, tengamos siempre presente, que al ponernos a orar, el Espíritu Santo irrumpe y empieza a manifestarse” recuerden “las maravillas de aquel pentecostés relatado en el libro de los Hechos de los Apóstoles” reseño.


Remarco que la Renovación Carismática, “es una corriente de gracias, al decir de aquellos que estuvieron desde el principio, nació movida por el Espíritu Santo para renovar la Iglesia”.


COMO EL AGUA


“El Espíritu es como el agua y la Iglesia como un gran campo, rico en semillas que dan plantas, hortalizas y flores” y preguntó seguidamente “¿si no tenemos agua, la tierra puede dar frutos?”, lo que el agua es para la tierra, que permite que una semilla se transforme en planta, es el Espíritu Santo” ejemplificó.


Añadió “el corazón humano es como la tierra, necesita del agua del Espíritu Santo, que penetre hacia lo hondo y profundo y, desde allí, se pueda sacar esa multiplicidad de riquezas que Dios sintió en la Iglesia” por eso “que bueno es descubrir que el Espíritu Santo actúa mas allá de los limites de la Iglesia” y por eso “nos mueve a un dialogo intereligioso y nos mueve al ecumenismo” y ese “Espíritu, que es la comunión del Padre y del Hijo, nos mueve a la unidad”.


El obispo hizo un fuerte llamado: “Tenemos que abrirnos a esa experiencia” y expreso su deseo de pastor: “que en cada parroquia, en la zona urbana o rural, se multipliquen experiencias de movimientos, en la cual muchos hermanos y hermanas, encuentren su lugar”.


“Los movimientos son necesarios y son muy importantes en la vida de la Iglesia” enfatizó.


Por eso, “pido a Dios y a todos ustedes que invoquen para que haya una nueva y renovada efusión del Espíritu Santo sobre nuestra Iglesia diocesana y en Argentina. Que cada uno de nosotros tengamos el propósito de rezar todos los días al Espíritu Santo”.


Pidió luego: “a mis hermanos sacerdotes y diáconos, promover los seminarios de vida en el Espíritu y los seminarios de crecimiento en el discipulado. La Renovación Carismática tiene las herramientas, por eso, promuevan los grupos de oración para que la experiencia de los seminarios de vida desemboquen en los grupos de oración y que estos se encuentren en asambleas”.


“Animémonos en este año jubilar, pidiendo a Dios la gracia de poner de nuestra parte lo necesario, sin descuidar ninguna otra expresión, para que pueda acontecer este Pentecostés en nuestra Iglesia diocesana”.

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