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Las mujeres privadas de su libertad están invisibilizadas y sobrellevan una doble carga

Hilda Presman es una reconocida militante de los Derechos Humanos de Corrientes. Desde una perspectiva distinta reflexionó con www.contientalcorrientes.com sobre el Día Internacional de la Mujer Trabajadora que se conmemora hoy. Lo hizo desde la realidad de las mujeres presas. “Vemos una Justicia que tiene un sesgo machista y con falta de perspectiva de género”, advirtió.

Su extensa y profunda militancia habla de la coherencia. Su compromiso muestra un sólido activismo por los Derechos Humanos y una reacción tan tenaz como natural ante las causas injustas. Muchas veces incluso es la voz de los anónimos.

Hilda Presman -de ella se trata- es una militante social y de los Derechos Humanos de Corrientes. Su labor en estas luchas la hacen reconocida, la hacen respetada. Por eso también es muy particular su mirada sobre el Día Internacional de la Mujer Trabajadora que se conmemora hoy.

“Me gustaría hablar, más que desde mi militancia en general en Derechos Humanos, desde mi militancia vinculada a la situación de las personas privadas de su libertad”, fue lo primero que propuso Hilda del otro lado del teléfono cuando se le planteó hacerle la nota para tener expresiones suyas sobre este 8-M.

“No siempre se reflejada la situación de las mujeres presas”, acotó. Y es cierto. Tan indiscutible como una frase que luego quedará resonando en medio de la entrevista: “Las mujeres privadas de su libertad son invisibilizadas y sobrellevan una doble carga: deben cumplir su condena y desde adentro también ser -muchas veces- el sostén de su familia”.

Casi como un correlato de su vida de militancia por los DD.HH., Hilda quiere transformase en un conducto para transmitir parte de la vida y las penumbras de las mujeres presas.

Esa es otra manera de reivindicar la lucha de la mujer. Es una forma distinta de reflexionar sobre esta fecha, de ver lo mucho que se consiguió, pero también lo mucho que aún resta por cambiar.

¿Qué significado tiene esta fecha?

Comparto la mirada respecto de hacer una conmemoración de una jornada de lucha. No es una cuestión ni frívola ni de salutaciones banales a las mujeres: no es un día para que te reciban con una poesía o con un ramo de flores, sino que en realidad es la reivindicación de los derechos de las mujeres trabajadoras.

Lo primero, entonces, es que no es el Día Internacional de la Mujer, sino es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En realidad, significa la equiparación de derechos, sobre la base de que hay una infinidad de situaciones de la vida cotidiana en donde hay doble y triple carga para las mujeres, en cuanto a su condición, y sobre todo en estos tiempos, que es ser sostén del hogar. Es un todo un tema a considerar.

¿Son tiempos cada vez más complejos en este sentido?

En estos últimos tiempos hay muchas familias monoparentales en las que son el sustento del hogar las mujeres. Entonces, la mujer tiene que sostener el hogar, debe trabajar y cumplir su rol maternal, como también una serie de cuestiones.

Pero, además, en esta situación de tener que lidiar con la familia, con los hijos solos y con ser el sostén del hogar, las hace mucho más vulnerables, mucho más frágiles ante un sistema de Justicia que es uno de los estamentos del Estado en el que se nota más el sesgo patriarcal y machista.

Es decir, tenemos una Justicia que le falta -fundamentalmente- perspectiva de género.

¿Y qué ocurre en las cárceles de mujeres?

Yo estoy muy acostumbrada en visitar las cárceles de varones. En la Unidad Penal se ve sobre todo hombres jóvenes, de los sectores empobrecidos, que por alguna razón no han encontrado recursos para sobrellevar su vida y delinquen.

Pero en el caso de las mujeres, partimos de una primera base: numéricamente son invisibles. Es decir, tenemos una población penal en la provincia de alrededor de dos mil personas privadas de su libertad, de las cuales cien son mujeres. Lo cual es un porcentaje bastante minoritario. Y eso las hace invisibles.

Las invisibilizan a la hora de plantearse políticas de estado alrededor de qué hacer con las mujeres que están en conflicto de la ley. No hay lugares de alojamientos para las mujeres.

¿Por qué se da esta situación?

El Estado y todo el sistema patriarcal, además, tienen otras formas de sometimiento a las mujeres que no son la de privación de la libertad. La mujer está sometida por otros mecanismos. No es el principal el criminalizar una persona en la cárcel, como sí puede ser en el caso de la población masculina joven.

Porque el poder patriarcal sobre la mujer la ejerce el padre, el hermano, el novio, el marido, y en última instancia ella acompaña a delinquir a su entorno. Eso es parte de las razones por las cuales las mujeres están menos encarceladas que los hombres.

¿Cómo vive hoy la mujer privada de su libertad? ¿El “castigo” es el doble?

El problema es el siguiente: vos ves un varón, inclusive padre de familia, que está preso y su principal problema radica en ver cómo recuperar la libertad para seguir con su vida. Pero porque sabe que las cuestiones familiares, esto es atender a su mujer, sus hijos, sus padres, lo resuelven las mujeres que están afuera.

Basta con ver cuando uno va a la cárcel de varones durante las horas de visita, la formación de la larga fila de familiares mujeres. Ellas son las que resuelven la vida del entorno familiar externo. Porque de eso se ocupan sus madres, sus hermanas, sus novias, sus hijas: ellas son las que resuelven la situación en la familia del hombre que está preso.

¿Y qué pasa en el caso de las mujeres?

En cambio, en el caso de las que están presas, desde adentro deben seguir resolviendo su situación familiar. Es decir, las mujeres que están privadas de su libertad tienen esa doble carga también. Las que están adentro siguen sosteniendo en muchas ocasiones la familia, con ingreso por las pequeñas manualidades que hacen, las artesanías, con el trabajo de costura o de gastronomía. Así, deben seguir cumpliendo con el rol de acompañar la educación de sus hijos desde adentro, como también seguir atendiendo a sus padres y madres.

Entonces, no sólo tiene la preocupación de lo que pasa con su vida estando privadas de su libertad, sino que además tienen toda la preocupación y la carga de sostener el entorno familiar, porque habitualmente cuando una mujer que está presa o tiene su marido, su compañero, su pareja adentro… o bien su pareja la dejó. Eso es lo que uno habitualmente ve.

Después, adentro hay mujeres que están sólo acompañadas por las de afuera. Y así, es muy difícil ver en los días de visita a los varones hacer filas para ingresar, como sí ocurre con las mujeres en el caso del Penal de hombres.

¿Cómo es el trato de las que están privadas de su libertad?

Hay distintas situaciones. Para hacer un paralelismo: uno ve en las cárceles de varones 800 personas condenadas con un término medio de condena de 10, 12 o 15 años. No es cierto que entran por una puerta y salen por la otra.

Ese promedio de condena, por caso, es de una persona que está en la Unidad Penal 1 que cumple 7, 8 o 10 años de cárcel.

Llamativamente, el 30% o 40% de esa población de 800 personas tiene entre 10 y 15 años de condena, después hay quienes tienen más y algunos menos, pero el grueso está en ese porcentaje de años de condena.

En el instituto Pelletier (el penal de mujeres) vos tenés 18 condenadas, de las cuales la mitad tiene condena perpetua. Ahí se puede ver una Justicia que tiene un sesgo machista y con falta de perspectiva de género porque en realidad no hay una comprensión global de qué lleva a una mujer a delinquir.

Y en este sentido está todo el sistema vinculado alrededor. Y ella acompaña a su pareja a delinquir, pero de manera subsidiaria, porque tal vez es parte de un vínculo de vulnerabilidad y de violencia que tiene adentro de su grupo familiar. No tiene muchas chances. Y tiene las mismas condenas o más aún por sus condiciones de “malas madres”.

¿Eso tiene su peso al momento de la condena?

Eso es lo que muchas veces pesa a la hora de condenar a una mujer, el no cumplir debidamente el rol materno si hay situaciones vinculadas a violencia intrafamiliar, situaciones vinculadas a embarazos no deseados, y a resolver situaciones de manera violencia.

O bien se presenta el caso de no comprender o no analizar globalmente toda la problemática que signifique un parto o un embarazado clandestino, por ejemplo. Así se dan casos en que las llevan a parir sin atención médica y dentro de la casa, en situaciones donde a veces las criaturas se mueren. Hay toda una mirada en la que ellas no tienen perdón.

Vemos una Justicia sin perspectivas de género en torno a estas cuestiones.

¿Incluso con juezas mujeres?

En el caso del Pelletier, por ejemplo, en torno a las mujeres que están condenadas allí hay un sistema “femenino”. Tenés celadoras mujeres, tenés penitenciarias mujeres, la jueza de ejecución es mujer, la fiscal de instrucción es mujer, la defensora es mujer… y sin embrago sigue habiendo una mirada que continúa siendo patriarcal.

Las mujeres son víctimas de todo eso. Y tampoco es fácil salir de este entorno y menos dentro del sistema judicial. Continental

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