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Opinión del Lector

Una injusticia contra Bolsonaro (una gota de ironía en medio del horror)

Eric Nepomuceno

Por Eric Nepomuceno

A raíz de la precipitación de los medios brasileños, o quizá su incapacidad de comprensión, el ultraderechista presidente Jair Bolsonaro se transforma cada vez más en una evidente víctima de una seguidilla de injusticias.

Este lunes, por ejemplo, fue unánime la crítica a una frase del mandatario: “Estamos en el buen camino, a pesar de un problema gravísimo que enfrentamos desde el pasado año. Pero Brasil es un ejemplo. Somos uno de los pocos países en la vanguardia de la búsqueda de soluciones”.

En lugar de ir al fondo del pronunciamiento y entender efectivamente la intención de Bolsonaro, los medios se apresuraron, en unísono, a recordar que desde hace siete días Brasil es el país con más muertos cada 24 horas, con el doble de víctimas fatales que Estados Unidos.

En otra muestra de injusticia, también destacan que por todo el país el sistema de salud – tanto el privado como el público – está al borde del colapso, y que las escenas de horror se extienden por prácticamente todas las ciudades, con cadáveres apilados en pasillos o en contenedores, con enfermos siendo atendidos en el suelo o dentro de ambulancias, y con científicos, médicos e investigadores alertando a gritos sobre el riesgo de que a fines de abril el número de muertes diarias alcance la marca de cinco mil.

También destacan las crecientes advertencias de la Organización Mundial de Salud sobre el riesgo de que la tragedia brasileña se extienda a otros países, los vecinos primero pero todo el planeta después.

Si tuviesen un mínimo de equilibrio y honestidad, esos mismos medios tan críticos deberían recordar que como en casos anteriores, aquí se destaca una de las más claras características de Bolsonaro: la coherencia.

También recordarían que esta vez viene relacionada con todas las actitudes presidenciales desde que se impuso la pandemia en tierras brasileñas.

Desde el primer día Bolsonaro fue claramente contra la gravedad del coronavirus, contra las medidas de protección individual y colectiva, contra la vacunación, contra todo.

Recordó algo obvio – todos moriremos algún día – y que el hambre también mata.

Es urgente rescatarlo de semejante injusticia.

Brasil está, seguramente, en buen camino para acercarse al medio millón de muertos. El problema gravísimo que su gobierno enfrenta es la fuertísima insistencia de quienes tratan de impedir que se alcance esa meta. Brasil es un ejemplo indiscutible e insuperable de cómo un mandatario puede imponer un genocidio a su población.

Si hay algún equívoco en las palabras presidenciales, está en afirmar que este país es uno de los que están en la vanguardia en la búsqueda de soluciones. No, no, excelentísimo señor presidente de la República: Brasil está aislado en la vanguardia en la búsqueda de soluciones para terminar con la vida de su pueblo.

Basta ya de injusticias: que se reconozca su coherencia. Y que se reconozca, en todo el mundo, que mi país es gobernado por un Genocida cercado de cómplices infames.

Y que alguien, alguna organización, algún tribunal internacional, cualquier institución, cualquier gobierno, nos ayude a extirparlo lo más pronto posible. Y llevarlo, junto a sus cómplices, en especial el general activo que sigue en el ministerio de Salud, a un tribunal que lo juzgue, condene, y luego lo deposite en alguna cárcel para que ahí viva hasta su último suspiro, que ojalá tarde muchísimo en llegar.

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