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Opinión del Lector

Traficando con Messi y un riñón para la Ley Ómnibus

José Luis Lanao

Por José Luis Lanao

Los dispositivos humanos más alejados de nuestro planeta son las dos sondas "Voyaguer" lanzadas en 1977 para retransmitir datos y viajar al encuentro de un infinito desconocido. Llevan un disco de hora y media de duración, con saludos en 55 idiomas, imágenes y sonidos. Está grabado Bach, Chuck Berry, cantos tribales, ruidos de grillos, la sirena de un barco, risas. Hoy sería inevitable añadir, por ejemplo, el logotipo de Facebook, un programa de cocina, un gol de Messi, y una frase de paz que busque confraternizar con el espacio exterior. Algo así como: "Vivan los alienígenas, carajo". Es el mundo que nos representa, por si en algún momento los artefactos se topan con algún extraterrestre. Aunque algunos dicen que hay más alienígenas en la Tierra que en el espacio.

Corren tiempos en que el que no delira es porque no sabe, ya que el delirio constituye una forma de frenesí mental para escapar de la realidad. Se conocen casos de delirio colectivo, donde arraiga una creencia falsa en un grupo, incluso en una nación. Milei tiene razón ¿Qué es eso de que uno no pueda vender su riñón para solucionar los problemas de fin de mes? El gobierno está a punto de vender los suyos para recuperar la Ley Ómnibus, y nadie dice nada.

No venimos del mono, vamos hacia él. Y luego pasa lo que pasa. Se empieza traficando con un riñón y luego se trafica con el cuerpo entero. Es lo que viene haciendo el Inter de Miami con Leo Messi. Un modelo de negocio basado en el vaciamiento del jugador argentino con maratonianas giras internacionales, convertido en un producto de consumo, encadenado a una política de mercado por dirigentes que "alquilan" jugadores como productos financieros.

Toda la voracidad del sistema se vio formateado en el amistoso de Hong Kong –previo al que se jugó este miércoles ante Vissel Kobe, en Japón– y en ese proceso de deshumanización del fútbol de hoy. Las "malas lenguas" insinuaron que "La Pulga" se había plantado. Algo que no es de extrañar. Al día siguiente Messi expresó: "lamentablemente, es cosa del fútbol", refiriéndose a su lesión. Lo cierto es que la molestia en su abductor dejó sin aliento a 38.000 espectadores enfurecidos, en un partido convertido a esas alturas en una sugerente atracción de feria.

Los multimillonarios magnates del Inter de Miami desnudaron sus vergüenzas, y al ritmo trepidante de llenarse los bolsillos participaron, además, activamente del castigo: se negaron –junto a los promotores– a la devolución de las entradas que alcanzaron precios de hasta 670 dólares. Pensábamos que las pasiones eran innegociables y sin embargo se han configurado como uno de los mayores negocios de este siglo. Lo dijo el Financial Times: "Messi no es solo el mejor jugador del mundo, es más que eso. Es un 'importante activo capital riesgo'". Sea lo que sea un importante activo capital riesgo.

La realidad es caprichosa. Si necesita poner su riñón a la venta, hágalo. El secretario de Deportes, Turismo y Ambiente de este gobierno ya lo ha hecho. Y la térmica inflacionaria no cede. Un conocido ya está pensando en poner a la venta también la vesícula, solo con el riñón no le alcanza.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979.

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