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Opinión del Lector

Pésaj y el valor de la familia

ISAAC SACCA

Por ISAAC SACCA

La festividad que rememora la liberación de Israel de las manos de la esclavitud faraónica nos enseña que fue la familia la que dio la fuerza para sobrevivir las calamidades que le ha tocado al pueblo judío a lo largo de su historia.

De acuerdo a la tradición judía, del 15 al 21 del mes de Nisán (miércoles 5 de abril hasta el jueves 13 de abril del año 2023) se festeja Pésaj, la fiesta que recuerda la salida milagrosa del pueblo de Israel de Egipto, luego de haber estado esclavizado durante cientos de años por los Faraones.

Las dos primeras noches de Pésaj, las familias judías a lo largo de todo el mundo nos reunimos en torno a una mesa y realizamos un ritual fascinante: el séder de Pésaj.

Leemos, cantamos y explicamos la Hagadá de Pésaj, que narra el nacimiento del pueblo israelita marcado por el Éxodo de Egipto y la liberación del pueblo de Israel de las manos de la esclavitud faraónica.

El séder de Pésaj es revolucionario porque está enfocado especialmente en los niños: se incentiva el cuestionamiento desde el amor y la participación activa de los jóvenes. El objetivo de esta velada es inculcar a las nuevas generaciones el valor de la tradición como referencia de identidad y la ética que de ella emana —como los valores de la libertad, el respeto a la identidad de cada pueblo, la paz, la misericordia, los derechos humanos, la fe en Dios y la ley como eje de la sociedad— para que luego sean adultos responsables y comprometidos con el bien.

Para despertar su curiosidad, apelamos a todos los recursos disponibles: canciones, juegos, comidas, preguntas y respuestas, debates, símbolos, análisis eruditos y experiencias vivenciales.

El séder de Pésaj es una clase magistral de pedagogía: incita a las personas de todas las edades a interesarse por la historia y a buscar conocer más de ella, para poder aplicar las lecciones pertinentes para su vida.

Todo este mecanismo de pedagogía funciona cuando hay una mesa familiar —o, en su defecto, de amistades— en torno a la cual se genera este espacio de vivencia y recreación.

La transmisión certera de los mensajes morales puede darse cuando todos nos sentamos en familia, alrededor de un mismo punto de referencia y descubrimos aquellos valores que trascienden nuestra individualidad.

En un mundo en el que la familia está en peligro, el séder nos invita a ponderar su valor. Nos reunimos con nuestros seres queridos para compartir momentos con ellos. Allí radica la transmisión de los valores, de la fe y de la energía positiva que los jóvenes necesitan para enfrentar los desafíos de la vida.

Vivimos en una sociedad que tiende cada vez más al individualismo. Las personas creen sentirse más poderosas con su “autosuficiencia”. Sin embargo, lo que está sucediendo es que un mecanismo de defensa surge para lidiar con la sensación profunda de soledad y aislamiento. Pero ese mecanismo de autodefensa no puede sostenerse en el tiempo, y tarde o temprano, la angustia sale a la superficie y afecta a nuestro persona, a nuestro potencial y a quienes nos rodean.

Es la familia —o los seres amados en general— los que ayudan a sobrellevar las angustias. No podemos solos. Un marco familiar estable ayuda a cada persona a desarrollar su individualidad de manera más sana y equilibrada. Con la contención que da la familia, el ser humano puede generar un marco de identificación y transmisión de valores, basados en el amor incondicional. Esa sensación de sentirse parte produce bienestar y felicidad, lo que contrarresta los efectos nocivos del individualismo extremo.

El séder de Pésaj o las comidas familiares de Shabat —incluso las comidas diarias— son espacios que hacen que el pueblo de Israel pondere hace más de 3000 años el valor de la familia. Es la familia la que mantuvo fuerte a lo largo de miles de años al pueblo judio en su cultura y tradición, en sus valores y fe. Fue la familia la que dio la fuerza para sobrevivir las calamidades que le ha tocado al pueblo judío a lo largo de su historia.

El séder es un mensaje un legado para toda la humanidad, porque es un llamado a ponderar la vivencia familiar como arma suprema para enfrentar los desafíos, progresar en la vida y fortalecer el espíritu con valores en los que prima el amor al prójimo. Es un claro mensaje de que mi bienestar yace en el cuidado del otro.

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