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Opinión del Lector

La Argentina idiota

Carlos Belgrano

Por Carlos Belgrano

Amigos:

Muchas veces y en pretérito he abordado los matices más destacados y chispeantes de nuestra Argentina, tan decadente y caótica como predecible.

El otro día me llegó al celular el audio de un palurdo diputado macrista que, me informaron es graduado en calistenia que creo, es algo así como un profesor de ejercicios físicos, pero que aparenta ser un sociólogo, sabio y catón criollo de la gestión justicialista.

Olvidé su nombre, pero, del todo enervado se dirigía a sus pares, ergo, otros vulgares y obscenos iguales a él, y en todas las bancadas por igual.

Sentenciaba este ridículo "muchachos son el peor gobierno de la historia".

Muy curioso interpreté que, alguien con adhesión y devoción a Macricio se auto proclame como indemne de su propia vergüenza.

Y encontré en ese paupérrimo episodio parlamentario una suerte de etiquetado y síntesis de cuán bajo hemos descendido.

Flaubert siempre añadía en la mayoría de sus obras que las naciones se diseñaron sobre el espíritu de sus habitantes.

Y cada vez que a él recurro, me tropiezo con la visión de un hombre singular.

Si dicho precepto lo aplicamos sin hesitación y asépticamente me pregunto ¿cuál de todos estos impresentables & lombrosianos que regentean una Banca, sea como representantes del Pueblo o en calidad de Padres de la Patria, cuenta con autoridad moral para amonestar a supuestos adversarios que nunca resultan ser tales?.

Si esta democracia barrial de altísimo costo cae, como pronto sucederá, la gran piedra angular de esa inminente desaparición, deberá de serle atribuida a todas estas sabandijas, tan prestos a dar quórum o pulsar el tablero en las votaciones, conforme hayan sido satisfechos monetariamente previamente.

Ese récord criminal y aborrecedor será el que conocerá la luz, cuando ese magnífico edificio del Parlamento, sea convertido en una inmensa biblioteca que, es para lo único que será de utilidad.

No lo estará jamás, pero si se me depositase a mí, la suma del poder público, una de mis primeras obras de gobierno sería dinamitar el congreso y la Rosada; elocuentes epicentros de todo lo repulsivo, anómalo y antipatriótico que gobernó nuestra historia de la última centuria.

La consideraría una mera decisión profiláctica, disciplinaria.

Confío que quienes lo hagan, recojan esta idea como una suerte de hora cero.

Dicen ahora como primicia que, un tunante apellidado Rafecas será el nuevo y omnipotente Fiscal de la República.

Y pese a contar con un copioso prontuario en lugar de cursus honorum en pos de antecedentes académicos, después de desechar una ínfima pátina de moralidad, ya que no da el espacio para ella, por muy diminuta que esta sea, es del todo coherente que, un nominado esbirro, sea ungido como el gran acusador de este sanedrín kirchnerista.

Dentro de un contexto o desideratum de algo compatible con los tiempos que transcurrimos, y atrapados por una infodemia que en vez de informar, oculta aspectos trascendentales de una pandemia, cuyos efectos mediatos son un top secret universal.

Si a ello le añadimos que, un porcentaje -quizás el 40-, aborrece las deidades justicialistas, pero que prisioneros de sus propios y oligofrénicos mitos, adhieren a un hampón que, predecesor de los actuales, se caloteó toda la que pudo y por si fuese insuficiente, duplicó en cuatro años la integralidad de la pesada deuda externa, no creo, sea menester más farragosos análisis y calificaciones.

En otros términos, si como todo lo aparenta, en el próximo semestre, antes o después, Itamaraty, dispusiera ensanchar sus fronteras agropecuarias y comisionara a una pequeña facción del millón y medio de efectivos que, el ejército brasileño tiene activo y tome por asalto, primero la Mesopotamia, luego Chaco y Formosa y finalmente la integralidad de nuestra geografía ¿podremos quejarnos?.

Creo que no; o más bien, habremos dado todos los pasos y sorteado con mérito, todas las lecciones que los eunucos generalmente atraviesan para consagrarse secularmente al servilismo.

Y más aún, en un país con una pléyade tal de enemigos interiores.

Por eso, cuando vean -de no tener algo más edificante que hacer-, a cualesquiera de estos dirigentes, sean obreros, empresarios, políticos e incluso militares, saniticen sus espíritus y cambien el dial.

Ya que la futilidad englobante de iniciar una cruzada para rescatar a la Patria de tantos filibusteros, sólo será el hilo conductor para arrimarse a...

LA ARGENTINA IDIOTA.

Cordialmente Carlos Belgrano.-

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