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Opinión del Lector

Explotación: Opresión

Jorge Alemán

Por Jorge Alemán

Continuaré interrogándome desde un nuevo lugar, una vez más, por la lógica de la dominación neoliberal. Hasta ahora se pueden reconocer dos vertientes principales de dicha dominación, vertientes que en muchos casos no se despejan de un modo pertinente. Por un lado, está la vertiente referida a la lectura clásica de Marx que pone su énfasis en la extracción de la plusvalía de los sectores explotados y en las relaciones sociales de producción que se perpetúan en su reproducción ilimitada, gracias tanto a las operaciones fantasmáticas como a las ideológicas. Esta posición marxista clásica, recreada desde distintas lecturas contemporáneas, no logra a mi modo de ver dar cuenta exhaustivamente del modo específico en el que los dispositivos de poder oprimen a distintos sectores, a saber: las mujeres, los discapacitados, queers, trans, inmigrantes, etc.. Desde este punto de vista conviene diferenciar entre la Explotación y la Opresión.

La Explotación en clave marxista estaría referida a la extracción de plusvalía por la inserción en el aparato capitalista al vender la fuerza de trabajo. Sin embargo, una vez más atendiendo a lo dicho por Foucault, la Opresión procedería de las distintas maneras en que se conjugan las relaciones de poder, y sus estrategias para disciplinar los cuerpos, sobre todo en lo que respecta a las subjetividades que se apartan de los códigos normativos dominantes: inmigrantes, minorías marginadas, negros, musulmanes, trans, queer, travestis, etc.

En el caso de la Opresión, son los propios cuerpos los que reciben la impronta de la misma, de un modo diferente a los cuerpos que se incluyen en la explotación de la fuerza de trabajo. En la explotación capitalista el cuerpo es abstraído como fuerza de trabajo para así adquirir un valor bajo la forma mercancía; la vida del cuerpo padece un violento ejercicio de abstracción impersonal en su devenir mercancía.

En cambio, como efecto de la Opresión, las vidas de los cuerpos son marcadas a fuego, de un modo inmediato, en su ser más íntimo.

Estas dos vertientes se inscriben en la encrucijada Marx-Foucault. Y precisamente, en el orden neoliberal, ambas se entrecruzan especialmente. Aunque la explotación de la fuerza de trabajo no explique totalmente la singularidad de los diversos sectores oprimidos, eso no implica que no haya operaciones sobre la subjetividad de los mismos. Como se puede observar en la modalidad de los llamados por Marx “ejércitos de reserva” y que actualmente han encontrado una nueva extensión en el trabajo inmigrante, marginal, precario, excluido, etc. Por ello, hay que entender la Opresión, teniendo en cuenta también su desarrollo bajo las condiciones específicas del capitalismo, pues por singular que sea la fuerza que se ejerce sobre los sectores disidentes de los códigos normativos, los mismos no están exentos del todo del régimen de Explotación. La Explotación y la Opresión no se recubren enteramente, pero tampoco se separan del todo.

En este sentido, la Explotación y la Opresión tendrían una relación de reciprocidad excluyente. El capitalismo transforma la plusvalía en un plus de gozar, del que no es ajeno el trabajador explotado. Por lo que no habría que separar la Opresión de la Explotación como se hace muchas veces desde una lectura marxista clásica, la que no puede dar cuenta de la articulación de los distintos sectores oprimidos en el marco de un proyecto de emancipación pues también muchas veces los considera irrelevantes. Eso sucede cuando los sectores oprimidos sólo pujan por hacer reconocer sus diferencias e identidades deconstruidas y se mantienen en la pura reivindicación de su existencia singular, pues la misma puede ser reabsorbida en el movimiento interno del capital.

La “izquierda difícil” (y por tanto la “emancipación difícil”) debe asumir que se da una relación de conjunción y disyunción entre la Opresión y la Explotación.

Al respecto, dado que me permito hablar de la izquierda difícil, no puede quedar fuera de este problema el denominado sujeto del inconsciente, que en su punto de partida estructural carece de una identidad que lo represente. Según mi criterio, el primer derecho del ser hablante, sexuado y mortal es poder hablar en una lengua que no sea ni la del explotado ni la del oprimido. Esto no implica de ningún modo cancelar y disolver la realidad de la Explotación y la Opresión, por el contrario es defender un lugar del sujeto, que no es del todo alcanzado por dichas operaciones.

Es decir, hablar desde un lugar extraterritorial, que corta en diagonal a las identidades de los explotados y de los oprimidos. Sin embargo, este carácter “atópico” del sujeto del inconsciente constituye la apertura que permitiría también incidir desde la lógica del deseo sobre las dos vertientes. He aquí el abanico complejo de la izquierda difícil a la hora de pensar la lógica de la emancipación en el siglo XXI.

Si hubiese una transversalidad posible que caracterizase al populismo en su articulación política sería la de asumir el desafío de encontrar un orden de composición en la lucha política tanto la de la Explotación como la de la Opresión.

A su vez, el psicoanálisis no tendría por qué ser la única experiencia en donde la existencia singular en su condición sexuada, hablante y mortal habla desde un lugar irreductible a toda identificación, ya sea las que pertenecen a la Explotación o las que proceden de la Opresión. Pero a su vez, no descarto la posibilidad de que existan experiencias inspiradas en el psicoanálisis que también intenten sostener este lugar de enunciación que se daría en diagonal a la Explotación y a la Opresión. Por último, encontrar la forma de articular la lógica de la explotación y la de la Opresión bajo el dominio del discurso capitalista y ver las consecuencias que implica el neoliberalismo, pasaría por dibujar un mapa en el que se concentrasen los problemas de la emancipación.

En definitiva, se trata de deslindar las dos vertientes, Explotación y Opresión para reconocerlas en sus singularidades específicas, para de este modo inaugurar el proyecto histórico que las pueda reunir en una misma causa.

(Extracto del libro de próxima aparición Nosotras en la Época, la Época en Nosotros)

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