Este domingo 13 de agosto voté a las 9.30 hs. como lo tenía previsto y anunciado en mi carácter de precandidato. Como lo publiqué en mi cuenta de Facebook esa misma mañana “voté con bronca contra los responsables de una década de decadencia”.
Ese sentimiento me pareció importante recalcar, pues fui advirtiendo estos últimos años, un deterioro marcado en una parte significativa de la población y directamente dominante entre los jóvenes. Es que a los problemas del día a día con ingresos que cada vez son menos representativos frente a las necesidades más
elementales, se suma el desconcierto y la angustia por un futuro completamente desalentador.
Ya es una lucha lo cotidiano, pero es peor cuando la gente proyecta hacia adelante y no hay perspectiva positiva. Por eso no me sorprendió tanto la ola de Milei, quien en lo gestual acertadamente golpeó contra “la casta política”, contactando con ese universo de personas legítimamente desencantadas en busca de objetivos sencillos: un trabajo, una vivienda, un futuro cierto.
Luego las “soluciones” que propone Milei – hay que decirlo ya ahora que están en ganador – son, además de nada novedosas, un enorme paso atrás para el pueblo argentino. Admirador confeso de Thatcher y de Menem, hay que buscar en esos gobiernos de la década del ’90 hacia dónde se dirigen sus planes.
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Reducción drástica del gasto público, privatizar las empresas del Estado, achicar o hacer desaparecer derechos laborales y sociales, súper explotación de nuestros recursos naturales en favor de los privados, acatar e incluso sobreactuar las órdenes del FMI y dejar librado al mercado todo, incluso la vida de las personas.
A tal punto es vieja su receta que ha designado como economistas estrellas a Carlos Rodríguez y Roque Fernández, ex funcionarios de Menem. Un liberalismo extremo y anticuado que no se aplica en ningún lugar del mundo. Un plan donde lógicamente quienes tienen mejores posiciones económicas quizás no tengan problemas, pero donde la mayoría de la población profundizará el deterioro de su nivel de vida y sus expectativas de vida de progresar.
Además el renunciamiento expreso al progreso soberano científico con el ninguneo al CONICET. ¿Qué clase de planteo “moderno” es este de Milei? Igual al de Cavallo en los ’90 cuando enviaba a “lavar los platos” a las científicas argentinas.
Mientras tanto el gobierno nos amanece el lunes con una devaluación del 22% arreglada con el FMI, que ya rebotó en incremento de muchos precios superiores en algunos rubros al 30%. Y sin medidas compensatorias por el lado de los ingresos. O sea, un ajuste ortodoxo del Ministro y candidato Massa que parece trabajar para su derrota con esta medida.
Ojalá los debates y las semanas por venir arrojen luz para que las y los argentinos podamos decidir el rumbo del país. Debo reconocer que está difícil, pues las ofertas electorales son muy malas.
Pero estamos en el baile y habrá que elegir, o al menos optar.
GABRIEL ROMERO, PRESIDENTE LIBRES DEL SUR CORRIENTES
