Por Daniel Caran
Los tiempos políticos que se vienen nos impone un desafío enorme: unos y otros tenemos la responsabilidad de mantener la paz, aún en el disenso.
La historia misma, no lejana, nos dejó secuelas a partir del conflicto y la sinrazón, y vivimos la decepción de las continuas peleas. Por eso debemos tomar los recaudos para no caer en deplorables errores de la decadencia.
Es imperioso el respeto, no debemos caer en la bajeza y la provocación.
Por estos días, con las herramientas propias de la tecnología, todo parece un miserable espacio de confrontación total: audios, videos, fotos montadas, frases y carteles. Todo sirve para ensuciar al otro, para pelear, para buscar lo malo por sobre lo destacable.
Está claro que la autocrítica debe ser en general, ya que hay muchos que nunca aprendieron, pero también otros que en poco tiempo aprendieron lo más malo de lo malo.
Y no se puede cambiar haciendo lo mismo. No se cambiará actuando de la misma forma.
Me permití en mi muro de Facebook detallar el significado de “nuevo”, que viene del latín novus: Que es distinto a otra cosa ya existente de la misma clase o que se le añade o lo sustituye.
¿Cómo vamos a avanzar si elegimos las mismas herramientas que nos llevaron al
fracaso?
¿Qué podemos esperar del otro si buscamos la permanente pelea, ensuciamos antes de saber, y seguimos priorizando el golpe bajo por sobre la sinceridad de la conversación?.
Se insiste: en Corrientes sabemos dónde terminan los enfrentamientos, y solamente los necios y caprichosos repiten los errores.
