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Parkinson y demencia alcohólica en el diagnóstico de los médicos de Maradona

“Demencia alcohólica”. “Lo que se vislumbra en Diego es Parkinson”. Estos diagnósticos dramáticos surgen de los diálogos entre el médico Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz, pero nunca se convirtieron en una real atención del paciente. En la cronología que se puede armar desde antes del catastrófico cumpleaños de Maradona, se verifica --a partir de los mensajes de texto y de audio entre ellos-- que el trío evaluaba una “internación domiciliaria”, “con ambulancia de alta complejidad, enfermero 24 horas, médico clínico, toxicólogo y neurólogo”. O sea, todo lo que no se hizo en Tigre, cuando Maradona finalmente murió, se pensó para hacer en Campos de Roca, Brandsen, el country en el que el Diez vivió hasta noviembre. Pero después todo se dejó de lado con una frase: “Hay cambio de planes”. Los manejos que se perciben a partir de lo encontrado en los celulares incluyen un certificado trucho, una internación con patovicas, la medicación psiquiátrica combinada con alcohol, un cuadro de depresion gravísima que llevó a Diego a dormir dias y días y finalmente una impresionante retención de líquido, consignada en los mensajes, a la que no se le prestó la menor atención y que terminó en la muerte del astro. Es muy posible que esa sea la base de la imputación por homicidio culposo contra los tres profesionales, los enfemeros y tal vez alguien más.

Entre este lunes y martes, el equipo de fiscales Laura Capra, Patricio Ferrari y Cosme Irribarren, cordinados por John Broyard, convocará a la junta médica que dará una opinión profesional sobre la existencia o no de negligencias graves, cómo entra en juego el derecho del paciente --en este caso Maradona-- a negarse a cualquier tratamiento y la evaluación de la capacidad del astro de tomar alguna decisión teniendo en cuenta el estado en que se encontraba. La junta médica funcionará en los primeros días de marzo sobre la base de puntos de pericia formulados por los fiscales.

La cronología que se puede armar a través de los mensajes de texto y audio es impactante.

24 a 26 de octubre de 2020: “Está confuso, perdido, rígido”. En esos días debaten el diagnóstico: “demencia alcohólica” o “rasgos de Parkinson”. Hablan de “una internación domiciliaria”. “Tiene que haber una ambulancia de alta complejidad, enfermeros varones, especializados en adicciones y tenemos que convocar un médico clínico, un toxicólogo y un neurólogo especializado en adicciones”. Todo lo que no hicieron en Tigre, planificaban hacerlo en Brandsen sobre finales de octubre.

26 de octubre: “Hay cambio de planes. Se descarta la internación domiciliaria”, transmite Luque. La orden parece venir del abogado de Maradona, Matías Morla, pero no está claro. Luque le transmite a Cosachov:

"--Matías quiere un certificado de que Diego está orientado en tiempo y espacio

--¿Orientado? Jaja

--Bueno, vos poné que cuando lo viste, lo viste bien”.

El certificado, firmado por Cosachov, tiene fecha falsa, 20 de octubre, y dice que “Maradona se encuentra perfectamente orientado en tiempo y espacio”. En la causa está probado que la psiquiatra no estuvo en Campos de Roca. Se verificó por su celular y en el registro de entradas y salidas del country, o sea que también es falso que vio a Maradona.

29 de octubre: “Se viene el cumpleaños. Hay que reducirle la medicación para que pueda estar presentable”. Maradona está bajo los efectos de la medicación psiquiátrica, pero además hay testimonios de que consumía enormes cantidades de alcohol: versiones hablan de 30 latas de cerveza por día. Además, se automedicaba con Alplax, con más de diez pastillas por día. Como reveló Monona, la cocinera, a veces se le aplastaban las pastillas para ponerlas en la cerveza. En ese marco, en los mensajes se habla de reducir la medicación para que aparezca en la cancha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, el día de su cumpleaños 60.

31 de octubre. Conmoción mundial por el estado en que se encontraba Maradona en el festejo organizado en la cancha: no podía hablar y casi no podía caminar. El cuadro era de una persona totalmente ausente, zombie, producto de una fuerte medicación, pero combinado con el consumo de alcohol. La presencia en el estadio de Gimnasia produce un escándalo de envergadura.

1 de noviembre: Los tres profesionales planifican una internación compulsiva. Cosachov debía inyectarle un sedante poderoso y se recurriría a “dos enfemeros grandes”. La instrucción provino de Luque y en los mensajes dicen que "es cierto que viola la ley de salud mental". Sin embargo, lo que cambia las cosas es que Maradona aceptó la internación, por lo cual no fue necesario el operativo compulsivo del que hablaban.

2 de noviembre: Diego internado en el sanatorio Ipensa de La Plata. La impresión que existe es que Luque-Cosachov-Díaz quisieron tapar el escándalo por el estado de Maradona sugiriendo que el problema no era de medicación ni de adicción ni de mal manejo de la situación, sino un problema físico: un edema subdural que requeriría una operación. De todas maneras dicen: “tiene que parecer un chequeo”.

El sanatorio Ipensa se pone firme y rechaza la operación. “No tiene criterio quirúrgico”, dice la institución.

3 de noviembre: Luque ordena el traslado a la Clínica Olivos, donde tampoco están de acuerdo con la operación. Luque, que firma como médico de cabecera, decide seguir adelante aunque a último momento una alianza entre Víctor Stinfale y Claudia Villafañe impide que sea el Luque el que opere: queda a cargo el cirujano Pablo Rubino.

A la salida de la operación, Luque da una conferencia de prensa, sostiene que todo salió bien y que Maradona “debe recuperarse de un trastorno con el alcohol”. De inmediato hay reacción de los demás: “No hables de alcohol, ¡estamos con la cabeza!”.

7 de noviembre. Cosachov factura por la atención psiquiátrica y por el certificado que otorgó de “perfecta orientación en tiempo y espacio”. Total, 95.000 pesos.

5 al 10 de noviembre: Se debate la salida de la Clínica Olivos. Los médicos de la clínica sostienen que no puede ir a una casa sino que tiene que ir a un centro de rehabilitación. Se produce una reunión entre los médicos de Olivos, Luque, Cosachov y la familia. Luque firma como “médico de cabecera”. Se labra un acta en el que dice que dado el síndrome de abstinencia de alcohol y medicación se pondrá en marcha un tratamiento con sedantes. Pero se menciona específicamente que hay riesgos: “aunque esté controlado, puede requerir oxígeno y asistencia respiratoria. Es imprescindible un monitoreo permanente y asistencia nutricional”. Todos firmaron. Como es evidente, nada se cumplió en la casa de Tigre.

11 de noviembre: Diego se traslada al barrio San Andrés de Tigre. Antes de dejar la clínica, se firma la constancia de que los médicos de esa institución, encabezados por el director, Pablo Dmitroff, están en desacuerdo con que Maradona sea llevado a una vivienda. Firman Luque, Dalma, Jana.

12, 13 y 14 de noviembre: Concurre el acompañante terapéutico, sin especialización en adicciones, pero Maradona no quiere verlo y finalmente lo echan. En el playroom en el que está alojado, no hay baño. Pasan un par de dias y traen un baño químico. El cuadro de depresión es notorio y el trío ya se da cuenta de que en la casa se están corriendo riesgos. La frase en el chat es dramática: "O perdemos la matrícula y vamos en cana, o seremos semidioses". Es obvio que ya percibían que estaban haciendo las cosas mal porque a eso se remitían cuando hablaban de la posibilidad de perder la matrícula e ir presos.

15 a 19 de noviembre: En los chats se consigna: “no para de dormir”; “tiene un ronquido preocupante, es una respiración con ruido extraño”. La familia manifiesta su preocupación y Cosachov contesta: “che, banquen un cacho. No está pidiendo alcohol. Que se levante a desayunar cuatro medialunas no lo va a mejorar”. En esos días surgen las primeras alertas sobre la decisiva retención de líquido: “está hinchado”. También hay un pedido para que la familia no lo visite: "denle aire".

20 a 25 de noviembre: Casi no hay intercambios. Ninguno de los profesionales va a ver a Maradona, ese fin de semana largo del 21, 22 y 23 de noviembre, algo que parece más que inadecuado para la situacion. El 23 hay un mensaje que dice: “hace dos días que duerme”. O sea, se verifica una situación de absoluta depresión en la que nadie interviene. Y vuelve la advertencia: “está hinchado, muy hinchado”. Luque contesta: “es porque está de cúbito”. Otra advertencia: “no puede orinar”. La respuesta: “denle agua”.

25 de noviembre: Se produce el desenlace. Cosachov y Díaz entran al barrio San Andres a las 11.44 y recién a las 12.16 le avisan a Luque que Diego está virtualmente fallecido. Luque es quien llama a la ambulancia. Los médicos llegan 12.28. O sea tardaron más en llamar a la ambulancia que la ambulancia en llegar. La autopsia calcula que en el cuerpo de Maradona había tres litros y medio de líquido, lo que habría provocado el edema de pulmón. Un cuadro totalmente contraindicado --según dicen los fiscales-- para la cardiopatía crónica que figura en casi todas las historias clínicas de Maradona.

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DIEGO MARADONA

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