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Francisco inauguró el 93° año judicial del Tribunal del Estado Vaticano

En una audiencia ante los miembros del Tribunal del Estado, el Papa destacó que las reformas recientes son para adecuar las estructuras a un estilo más evangélico en la administración de justicia.

El papa Francisco recibió en la mañana del sábado 12 de marzo a los miembros del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, con ocasión de la inauguración del 93º año judicial. En el marco de la audicencia, el Santo Padre les recordó que, “las reformas en acto buscan responder las exigencias propias de la Iglesia de adecuar sus estructuras a un estilo más evangélico”.

En sus saludos a los miembros del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Santo Padre les agradeció por “la entrega con la que se dedican al delicado servicio de la administración de justicia”, y extendió sus mejores deseos a los representantes de los más altos tribunales del Estado italiano al inicio de este Año Judicial que hoy se inaugura.

“Su cualificada y numerosa presencia subraya la importancia que concedemos a esta ocasión, que es una oportunidad para que las personas implicadas en el mundo de las instituciones y, en particular, de la justicia, se reúnan y debatan. De hecho – subrayó el Papa – en un momento tan crítico para la humanidad, en el que se pone a prueba la idea del bien común, que es mucho más que la suma de los bienes individuales, se trata de un compromiso oneroso y responsable”.

Francisco compartió con los presentes una primera reflexión que surge del proceso sinodal que estamos viviendo. Este camino, como ha recordado en una ocasión reciente, se refiere también al ámbito judicial. “La sinodalidad implica sobre todo caminar juntos. En los casos judiciales, esto significa que todos los participantes en el proceso, aunque con la necesaria diversidad de roles e intereses, están llamados a contribuir a la averiguación de la verdad a través del proceso contradictorio, la confrontación de argumentos y el examen cuidadoso de las pruebas”.

En la actividad judicial, detalló el Santo Padre, se exige a los magistrados un ejercicio constante de escucha honesta de lo argumentado y demostrado por las partes, sin prejuicios ni nociones preconcebidas hacia ellas. Con la misma voluntad de escucha, que requiere tiempo y paciencia, cada miembro del jurado debe estar abierto a las razones expuestas por los demás miembros, para llegar a un juicio ponderado y compartido.

Para ello, señaló el pontífice, se necesita un discernimiento serio y paciente, para llegar a un veredicto justo y lograr así la finalidad del juicio, que debe ser tanto un acto de justicia para las personas implicadas como una reparación de la armonía social que mire al futuro y ayude a empezar de nuevo.

Por otra parte, el papa Francisco precisó que, en los procesos penales, la justicia debe combinarse siempre con las exigencias de la misericordia, que en última instancia exigen la conversión y el perdón. Y animó a buscar un equilibrio entre estos polos, porque si bien la misericordia sin la justicia lleva a la disolución del orden social, también es cierto que "la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios".

En esta línea, afirmó que el recurso a la equidad, sabiamente definida como la justicia del caso individual, es precioso. "Si bien el precepto legislativo permanece inalterado, la aplicación de la ley general conduce a la necesidad de tener en cuenta las exigencias del caso concreto, de las situaciones de hecho particulares que merecen una consideración específica", advirtió, valorando especialmente este recurso en el derecho canónico, por estar estrechamente relacionado con el precepto de la caridad evangélica, "verdadero principio inspirador de toda la acción de la Iglesia".

En este sentido, el pontífice recordó que, el derecho canónico, como es sabido, dada la particularidad del Estado de la Ciudad del Vaticano, es reconocido en el sistema vaticano como "la primera fuente normativa y el primer criterio de referencia para la interpretación".

Y recordó también que en las materias no contempladas por el derecho eclesiástico y las otras "fuentes principales" del derecho se observan las leyes y otros actos normativos dictados en el Estado italiano, con carácter supletorio y previa aprobación de la autoridad vaticana competente, siempre que no sean contrarios a los preceptos del derecho propio, ni a los principios generales del derecho canónico, ni a las normas de los Pactos Lateranenses y Acuerdos posteriores.

Un sistema judicial con carácter evangélico

Sobre el nombramiento de los magistrados, el obispo de Roma señaló que, en un marco normativo tan complejo, es evidente la razón de ser de las normas contenidas en la ley sobre el sistema judicial recientemente modificada. Dicha disposición tiene por objeto garantizar, en el seno del Colegio de Jueces y de la Oficina del Promotor de Justicia, la presencia de competencias que contribuyan a asegurar el mejor conocimiento de un sistema de fuentes tan peculiar y complejo como el del Vaticano y la posibilidad de decisiones autorizadas y fiables.

En esta perspectiva, la labor que realizan los magistrados para garantizar el ejercicio de la justicia ofrece una contribución necesaria y plenamente legítima a la solución de los problemas civiles y penales, que son adicionales y diferentes de los que son competencia de los Tribunales Apostólicos y Canónicos. Estas reformas pretenden corresponder, por un lado, a los parámetros desarrollados por la comunidad internacional en diversos ámbitos, como el económico, y, por otro, a la propia y principal necesidad de la Iglesia de adaptar todas sus estructuras a un estilo cada vez más evangélico.

En el primer frente, se han introducido disposiciones para fomentar el proceso de contención del gasto, desgraciadamente aún más urgente por las dificultades causadas por la pandemia, y para reforzar aún más la transparencia en la gestión de las finanzas públicas, que, en una realidad como la de la Iglesia, debe ser ejemplar e irreprochable, especialmente por parte de quienes ocupan importantes puestos de responsabilidad. En lo que respecta al sector de la justicia, se trataba de responder, mediante cambios y adiciones puntuales, a algunas necesidades de actualización del marco normativo que exigían la superación de estructuras ahora inadecuadas.

La búsqueda de la justicia exige también reformas estructurales que permitan su correcta aplicación. Entre las innovaciones más significativas quiero destacar, con vistas a una aplicación cada vez más plena y compartida, en particular las que, al modificar la ley sobre el sistema judicial, han establecido que la oficina del Promotor de Justicia ejerza su función en los tres niveles de juicio. Esto responde a la necesidad imperiosa de que el actual sistema procesal garantice la igualdad de todos los miembros de la Iglesia y su misma dignidad y posición, sin privilegios que se remontan en el tiempo y que ya no están en consonancia con las responsabilidades que cada uno tiene en la aedificatio Ecclesiae.

Se han resuelto varios casos judiciales complejos

Finalmente, destacó que a lo largo del último año se han resuelto varios casos judiciales complejos, relacionados con delitos económicos o contra la moral, que han puesto de manifiesto tanto conductas delictivas puntualmente sancionadas como conductas inadecuadas que han motivado la intervención de la autoridad eclesiástica competente.

"El desarrollo del proceso debe permitir restablecer el orden roto y continuar el camino de la justicia, un camino que conduce a una fraternidad cada vez más plena y eficaz, en la que todos están protegidos, especialmente los más débiles y frágiles. En efecto, el derecho y el juicio deben estar siempre al servicio de la verdad y la justicia, así como de la virtud evangélica de la caridad", consideró el Santo Padre. Como afirmó San Juan Pablo II en su discurso de presentación oficial del nuevo Código de Derecho Canónico, al servir a la causa de la justicia, el derecho debe inspirarse siempre en el derecho-mandamiento de la caridad, añadió.

"Desde este punto de vista, que excluye cualquier visión autorreferencial de la ley, la justicia que propone Jesucristo no es tanto un conjunto de normas que hay que aplicar con pericia técnica, como una disposición de vida que guía a los responsables y que exige sobre todo un compromiso de conversión personal. Exige una disposición del corazón que debe ser implorada y alimentada en la oración y el agradecimiento para poder cumplir con nuestros deberes combinando la corrección de las leyes con la misericordia, que no es la suspensión de la justicia sino su cumplimiento", concluyó.+

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