Botafogo venció 3 a 1 a Atlético Mineiro en la final y obtuvo su primera Copa Libertadores. En un partido inolvidable, el match decisivo entre brasileños tuvo todo tipo de emociones.
Con goles de Luiz Henrique y Alex Telles, de penal, el Fogao superó al Galo, que descontó en el marcador con tanto del chileno Eduardo Vargas, en el estadio Monumental y consiguió su primera competencia de este calibre. Título para los argentinos Alexander Barboza y Thiago Almada.
Ni bien comenzó el partido, Botafogo se quedó con un hombre menos por la expulsión de Gregore tras un planchazo en la cabeza contra Fausto Vera. Sin embargo, ese condicionante no amilanó al Artur Jorge Torres, que se repuso a la adversidad y le plantó cara al conjunto de Gabriel Milito.
Primero se acostumbró a la inferioridad numérica, pero después empezó a jugar. Thiago Almada fue fundamental para que el Fogao estuviera en partido, y precisamente de los piez del diez campeón del mundo partió la ocasión del primer gol. Henrique culminó de zurda una jugada fenomenal del club de Río de Janeiro.
El Mineiro sintió el golpe. Es más, a los pocos minutos Botafogo le asestó otra piña. Alex Telles amplió de penal la ventaja. 2 a 0 impensado, pero real. Es lo lindo que tiene el fútbol. Nada está dicho, a pesar de los favoritismos. Así se fueron el descanso. El Galo semi noqueado.
En el amanecer del complemento, los de Milito descontaron con un buen cabezazo de Vargas al ángulo tras un córner y se vinieron encima, obligados por las circunstancias. Quedaba partido por delante.
A pesar de que se acercó con centros y envíos por afuera, el Galo no tuvo la claridad para vulnerar a un Fogao que resistió con hulgura, aferrándose a la mínima ventaja, defendiéndola con uñas y dientes.
Botafogo aguantó hasta el final y se regaló el grito esperado. Es más, lo liquidó con Junior Santos en una contra. Consiguió el máximo trofeo a nivel clubes del continente. Un merecido campeón, que compitió siempre con orgullo y entereza.