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Estrés: la parte positiva que no conocías

El estrés puede ser también positivo, en relación al tipo de respuesta de nuestra mente y nuestro cuerpo ante una exigencia: la palabra de una experta, que nos brinda todos los detalles del tema.

Cuando hablamos de estrés, rápidamente asociamos los aspectos negativos que genera en nuestro organismo y aprender a reducirlo es sin dudas un tema relevante para la salud y las ciencias del comportamiento.

Se investiga y difunde mucho sobre los efectos nocivos que tiene este estado en las personas, sin embargo, existen también aspectos relacionados con cuestiones no necesariamente negativas al estrés, a las cuales no se les ha prestado la debida atención e -incluso- muchos desconocen.

Qué es el estrés

El Dr. Hans Selye, definió el estrés como una respuesta adaptativa del organismo ante los diversos estresores, denominándolo como un síndrome general de adaptación. Es decir que, cuando las personas tenemos que hacer frente a una exigencia (en nuestra área laboral, académica o personal), el cuerpo se prepara para poder reaccionar de manera asertiva a dicha demanda. Las respuestas son tanto de naturaleza psicológica como fisiológica: cuerpo y mente tienen la capacidad de adaptarse frente a las adversidades que se presentan.

Qué es el eustrés o estrés positivo

La capacidad de adaptación del organismo habla del potencial positivo que tiene el estrés y por eso incluso se lo denomina de forma diferente: “eustres”. El prefijo 'eu' significa bueno en griego, por lo que eustrés puede ser simplemente considerado como buen estrés o el lado beneficioso que nos brinda el mismo.

Los estudios del eustrés lo asocian con el buen rendimiento, la capacidad de obtener resultados positivos y el aspecto constructivos de la respuesta adaptativa que generamos las personas frente a las situaciones de exigencia. Asimismo, mencionan que incluso puede involucrar sentimientos positivos o satisfacción, ya que las personas cuando lo sienten encuentran motivación e incluso creatividad.

Ahora bien, caba destacar que funciona de manera diferente en cada individuo. Por ejemplo, algunas personas pueden estar motivada en su trabajo y decidida a lograr una tarea a tiempo cuando se enfrenta a un plazo ajustado, tomando esa exigencia como estimulante.

En el eustrés, ubicamos esa activación justa del organismo de los niveles de cortisol, epinefrina, dopamina, entre otras sustancias, que regulan la sensación de placer, motivación y el conjunto de acciones que permiten una mejora en el rendimiento para realizar determinada tarea.

Como contracara, esta misma situación puede hacer que otra persona no encuentre el mismo estímulo, generando un impacto emocional o reacción fisiológica diferente en su cuerpo.

Cuando las situaciones estresantes se sostienen en el tiempo y no las percibimos necesariamente como algo motivador, comenzamos a ubicar síntomas cognitivos, emocionales, conductuales y físicos que son completamente nocivos y generan una señal de alarma.

Qué es el distrés y cómo nos puede afectar

Se llama "distrés" al estrés disfuncional y es, en realidad, lo que habitualmente conocemos como estrés.

Si bien eustrés y distrés son distintos, no son mutuamente excluyentes. Es decir, una exigencia y necesidad de adaptarnos pueden conducir tanto a la angustia como al entusiasmo, simultáneamente, en la misma persona.

Los autores que estudian ambos aspectos, afirman que es la forma en que un individuo interpreta un estímulo y los recursos (cognitivos, físicos, temporal y hasta económicos con lo que cuenta para hacerle frente) aquello que determina si es angustioso o desafiante.

Es importante saber que somos capaces de adaptarnos a las exigencias que se nos presentan y, probablemente, a lo largo de nuestra vida vamos a poder experimentar ambos lados del estrés.

No obstante, si notamos que se prolongan y nos remiten demasiado al distrés, es importante poder tomar acción a tiempo para cuidar nuestra salud emocional y, sobre todo, reducir el impacto físico que esto conlleva.

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