Japón despierta fascinación. Su manera de entender la vida, la belleza o la naturaleza es una invitación a mirar más allá, a bucear en su sabiduría milenaria. La directora de Estudios Japoneses en el Queens College de Nueva York, Mari Fujimoto, acaba de publicar un libro que se abre al Japón más genuino a través de cuarenta palabras: Ikigai y otras palabras japonesas para una vida plena (Lunwerg, 2024). Cuidadosamente seleccionadas, sintetizan algunas de las creencias y valores más preciados de la cultura nipona. "Nos enseñan como podemos hallar sentido y plenitud en la vida a través de nuestras actitudes hacia la espiritualidad, la belleza y los cambios". Así lo explica en su cuidada y autobiográfica introducción.
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"En el mundo occidental, tendemos a sentirnos atraídos por las cualidades positivas de las cosas -como la simetría, la composición, la juventud o la vivacidad- y a considerar desagradables las cualidades opuestas, como la fealdad, la imperfección, la vejez y la muerte. La estética tradicional japonesa, en cambio, se fundamenta en la innegable verdad de la naturaleza: todo en ella es efímero, nada perdura y nada es perfecto. Hay belleza en todos y cada uno de los variados aspectos de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, desde la imperfección hasta la perfección, desde la fealdad hasta la elegancia".