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Trump permite que Kamala gane un debate que deja todo abierto

Dos preguntas quedaron en el aire después de que Donald Trump y Kamala Harris se atizaran sin descanso durante noventa minutos en un escenario de Filadelfia: ¿ganó Harris el debate? ¿o lo perdió Trump? Era la noche más decisiva de la campaña electoral, quizá la única ocasión en la que los dos candidatos a la Casa Blanca se junten para confrontar ideas, propuestas y carácteres en directo ante los votantes.Era un examen fenomenal para la vicepresidenta de EE.UU., que no contaba con antecedentes positivos en debates de primarias demócratas y que necesitaba despejar dudas sobre su capacidad para ostentar el cargo con más responsabilidad del mundo. Harris salió viva de la prueba . Porque se preparó a conciencia. Pero también porque Trump se lo permitió. Estas son las claves de la victoria que Trump permitió a Kamala , de la derrota que Trump se infringió sobre sí mismo.Noticia Relacionada estandar Si Perros, gatos y mítines: los grandes momentos del duelo entre Trump y Harris Javier Ansorena Más de noventa minutos de debate dejaron muchos momentos claveAl ataque desde el apretón de manosHarris no tardó en demostrar que vino a Filadelfia a por todas. Había incertidumbre si habría saludo entre los candidatos, que no se conocían, que nunca se habían saludado, que no habían compartido una conversación. En el debate de Trump con Biden en junio, el del descalabro del presidente, no hubo apretón de manos. Pero Harris entró en el escenario, caminó con decisión hacia Trump, le tendió la mano y el expresidente aceptó el saludo con frialdad, pero con corrección. El gesto de Harris sentó el tono del debate: ella fue a por él. Después, atacó a Trump por arriba y por abajo, consiguió que el debate fuera sobre el expresidente, no sobre ella. Trump quedó a la defensiva, donde se encuentra menos cómodo.Preparación vs. improvisaciónHarris se preparó el debate a fondo. Se encerró en un hotel de Pittsburgh durante cinco días. Estudió a fondo a su rival, por dónde meterle mano, cómo irritarle para sacar lo peor de sí mismo. El debate era para la candidata demócrata como una oposición para el cargo de presidenta de EE.UU., con decenas de millones de telespectadores como tribunal. Demostró, al menos, ser buena estudiante. Llevó los temas aprendidos, las frases de laboratorio memorizadas y las escapatorias frente a preguntas incómodas listas. Trump, como es habitual, se inclinó por la improvisación y por su fenomenal instinto televisivo. Esta vez no funcionó tan bien. En ocasiones, se vio incluso sin respuestas. Preguntado por sus planes para cobertura médica de los estadounidenses, se quedó sin palabras y solo dijo que tenía «conceptos de un plan».Kamala Harris, y su segundo caballero, Doug Emhoff, visitan una fiesta después de que Harris participara en un debate presidencia Reuters¿Estúpida?Como todo en la vida, la valoración del debate tiene que ver también con las expectativas. Trump y sus aliados han dedicado semanas y meses a decir que Harris es «estúpida», «boba», «loca», «tonta como una piedra». Defendían que era incapaz de dar una entrevista o participar en un debate, que no podía decir nada que no fuese leído. El desempeño de Harris, pese a que no fue perfecto, le hace salir reforzada por las bajísimas expectativas que colocó Trump en ella.Kamala se le escapó crudaLa noche fue una derrota que Trump se regaló a sí mismo. Harris tiene dos vulnerabilidades evidentes. Por un lado, las abundantes crisis y defectos de la Administración Biden, de la que ha sido vicepresidenta durante tres años y medio: la economía, la inmigración masiva, la implicación en guerras costosas, la salida bochornosa de Afganistán… Por otro, las ideas y venidas políticas de Harris, producto de un viraje hacia el centro para capturar los votos más decisivos en la elección. Trump no tuvo disciplina para sacar con efectividad esas debilidades. No utilizó la famosa frase de Ronald Reagan -»¿está usted mejor que hace cuatro años?»-, que sí la sacaron los moderadores, pero él no insistió. Acudió a la inmigración, su mejor baza, muchas veces, pero de forma desordenada y, en ocasiones, confusa, mezclándolo con asuntos como una «tercera guerra mundial». Su mejor ataque fue en el minuto de oro final, cuando pregunté a todo EE.UU.: «¿Por qué no hizo eso antes?», en referencia a las propuestas políticas de alguien que lleva tres años y medio en el Gobierno. Es incomprensible que no acudiera antes y con más frecuencia a esa mensaje.alotroladodelcharco_0723Enredos peligrosos: «Se están comiendo perros y gatos»De puertas adentro, el equipo de Trump ruega al expresidente que se mantenga centrado en asuntos de política, en condenar la gestión de Harris, en cuestionar sus virajes, en recordar los aspectos positivos de su presidencia. Pero el multimillonario tiende a caer en ataques personales, agravios exagerados o discusiones estrafalarias. Ocurrió en el debate: llamó «marxista» a Harris, calificó de «fraude» a todas las estadísticas oficiales que no le convienen -criminalidad y desempleo en los últimos meses de la Administración Biden- o insistió en la idea del robo electoral de 2020. En el episodio más excéntrico, se enredó en un bulo sobre inmigrantes indocumentados en algunas ciudades de EE.UU.: «se están comiendo los gatos y los perros de la gente que vive allí» (ha sido desmentido por las autoridades locales). Es el tipo de mensajes que hace las delicias de sus bases. Pero esos no son los votos que Trump necesita ahora. Como Harris, tiene que convencer a indecisos, muchos de ellos moderados e independientes. Y esta versión de sí mismo puede convencer a pocos y da alas a su rival, que azuzó el miedo hacia otra presidencia de Trump, después de un primer mandato que culminó con el bochornoso y trágico asalto al Capitolio por una turba de sus seguidores.Donald Trump gesticula durante el debate AFPKamala: sin sustancia, pero con escapatoriaLa ventaja de llevar el debate preparado es que facilita gestionar tus debilidades. Harris acudió con una escapatoria lista para cada pregunta incómoda. Si los moderadores le preguntaban por el desastre económico de su Gobierno, respondía que Biden y ella «limpiaron el desastre que les dejó Trump». Si le cuestionaban por qué mantuvieron los aranceles a China, salía por la fabricación de semiconductores. Presionada sobre límites concretos en la regulación del aborto, hablaba solo de la sentencia del Tribunal Supremo que tumbó las protecciones establecidas desde la década de 1970. Exigida por la inmigración masiva durante sus tres años y medio en el Gobierno, lo achacaba todo a una ley que no salió adelante este año por las presiones de Trump. Si los votantes buscan un líder capaz de acrobacias retóricas, Harris demostró que puedo hacerlo. Si su voto tiene que ver con la sustancia de sus posiciones, la vicepresidenta dejó muchas dudas.Teatralidad exageradaAdemás de frases y mensajes precocinados, Harris se plantó en Filadelfia con un gran repertorio de gestos. Respondía a las declaraciones de Trump con caras variadas: asombro, incredulidad, impaciencia. Siempre con una sonrisa. A veces, acompañadas de carcajadas. Fue una interpretación exagerada a ratos, que pudo incomodar a muchos votantes.Sensación de derrota, pero nada está decididoAntes de que acabara el debate, el equipo de Trump ya acusaba a los dos moderadores de partidismo. «Ha sido un tres contra uno». En cuanto acabó el duelo, el expresidente hizo una aparición por sorpresa en la sala de prensa para tratar de controlar la narrativa. Eran señales de que también en el bando republicano calaba la sensación de derrota. El impacto en la campaña está por ver. Los estudios aseguran que los debates mueven pocos votos. Los candidatos llegaban a la cita muy igualados en las encuestas, con una ligera ventaja para Harris, que ha remontado la distancia que Trump sacó a Biden hasta su renuncia. Cualquier movimiento de votantes puede tener efectos definitivos en la elección. Quedan casi dos meses de campaña y puede pasar cualquier cosa. La única realidad es que Harris, que se lo jugaba todo, ha salido muy viva de Filadelfia.

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