Apareció en un patinete eléctrico y descerrajó seis tiros a tres muchachos de entre 15 y 20 años . Ocurrió el marte sen una barbería del centro de Uppsala, a una hora de Estocolmo. Se llama Andreas Nyberg y ha cumplido los 16. Una vez detenido, en la declaración ante el juez no dice ni una palabra, no confiesa la motivación de los crímenes ni responde a las preguntas sobre el arma utilizada. La policía sueca está más que acostumbrada con asesinatos como estos. El pasado verano, un chaval también de 16 años disparó varias veces en la cara, el estómago y las piernas a otro de 15, frente al «Quiosco MM» de Hovsjö, un distrito de Södertälje, a plena luz del día. Solo fue condenado a tres años en un centro juvenil.En esta apacible ciudad, en la que tienen su sede el fabricante de vehículos Scania y la empresa farmacéutica AstraZeneca, no sorprendió un adolescente circulando en patinete eléctrico, el mismo vehículo en el que llegó al lugar de los hechos y huyó apenas un par de minutos después. Es el modus operandi de los sicarios menores de edad que contratan a través de las redes sociales las bandas del crimen organizado. Solo en Södertälje se produjeron 68 tiroteos entre 2020 y 2024 , con un saldo de once muertos y 18 heridos.En Suecia existe desde hace años una guerra entre bandas por la hegemonía en el tráfico de drogas, que ha conducido repetidamente a enfrentamientos violentos. Estas bandas se dedican también a la intimidación y al chantaje a empresas y particulares. A menudo reclutan a adolescentes menores de edad para los delitos porque aún no son penalmente responsables. En este país escandinavo de once millones de habitantes, más de 60.000 personas tendrían conexiones con las bandas criminales, según estimaciones policiales.Noticia Relacionada estandar Si El gasto militar mundial se dispara como nunca desde la Guerra Fría Rosalía Sánchez | corresponsal en berlín El informe Sipri indica que el aumento es particularmente fuerte en Europa, por la creciente amenaza de Rusia y la posible retirada de Estados Unidos de la Alianza, y Oriente Medio, por los constantes conflictos en la regiónUno de los casos más sonados fue, el año pasado, el de un niño de once años que escribió en redes: «Hermano, no puedo esperar más para ver mi primer cuerpo». Había sido captado en una aplicación de chat y la respuesta de un pandillero de 19 años fue: «Mantente motivado, todavía está llegando». Se le habían ofrecido al niño el equivalente a 13.000 euros por un asesinato, además de ropa y transporte a la escena del crimen.Especialmente en las ciudades de Gotemburgo, Malmö y Estocolmo, así como en sus poblaciones periféricas, se producen regularmente tiroteos y ataques con explosivos cuyos perpetradores suelen ser todavía niños, en su mayoría procedentes de familias que han llegado a Suecia desde países como Somalia, Afganistán o Siria. Los miembros de las bandas criminales los seducen con la sensación de pertenencia y con la promesa de dinero rápido, reconocimiento y respeto. Son presa fácil «porque muchos de ellos no pueden siquiera entender por completo las consecuencias de sus acciones», explica la agente de policía Ann-Charlotte Krause . Son utilizados como mensajeros de drogas y, rápidamente, para otras tareas de mayor gravedad los más espabilados.«Algunos tienen once o doce años», dice el policía Patrick Torneus , quién admite que la sensación de seguridad de los residentes está muy deteriorada. Habla de tiroteos y explosiones, chicos que lanzan granadas de mano o bombas de fabricación casera en los portales de los edificios en los que viven miembros del a banda enemiga. Las armas llegan a Suecia desde zonas en conflicto de contrabando. Los explosivos para las bombas son robados por las bandas de las obras de construcción.Los jóvenes son presa fácil «porque muchos de ellos no pueden siquiera entender por completo las consecuencias de sus acciones», explica una oficial de PolicíaA través de las redes sociales, chats de juegos de ordenador o grupos de Telegram, las bandas colman de atención a los niños hasta que muerden el anzuelo. Muchos han experimentado la violencia en carne propia en conflictos o provienen de familias desestructuradas.Las bandas les prometen a los jóvenes alrededor de 10.000 euros, a veces incluso más. Por lo general no consiguen el dinero, pero difícilmente pueden escapar de las garras de las bandas, según el jefe de policía de Södertälje, Kristoffer Olofsson . Además, enfatiza la importancia de los programas de prevención como los que se están llevando a cabo actualmente en tres lugares piloto: Gotemburgo, Linköping y Södertälje. Dicho programa son para niños y adolescentes de entre ocho y 18 años que ya han comparecido ante la policía en varias ocasiones. Como promedio, conviven durante tres años como promedio en centros tutelados en los que profesores y psicólogos se afanan en la construcción de una autoestima sana a través del estudio y el deporte. La Universidad de Gotemburgo está efectuando una evaluación científica de los procesos y su impacto hasta el otoño de 2026.Sven Granath , criminólogo de la Universidad de Estocolmo, señala que otro frente clave es el de las armas ilegales siguen entrando en el país desde antiguas zonas de guerra civil en los Balcanes. El puente de Öresund, inaugurado en el verano de 2000, facilitó mucho ese contrabando. En los años posteriores a 2010, la revolución digital y, en especial, los teléfonos inteligentes abrieron oportunidades sin precedentes para que las bandas y los clanes se dirigieran directamente a niños y jóvenes y para reclutarlos. «A esto se sumó una mayor inmigración desde países en desarrollo y una brecha de ingresos cada vez mayor», añade Granath, para terminar de perfilar el patrón básico de un fenómeno criminal contra el que Suecia lleva ya dos décadas luchando.