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Internacionales

Los argumentos del Papa contra la maternidad subrogada

En un extenso mensaje dirigido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede al que este lunes recibió para los saludos del nuevo año, el Papa Francisco una vez más llamó a la paz y al diálogo en los numerosos conflictos en acto en el mundo y condenó la fabricación de armas, pero también hizo referencia a otros puntos más raros en sus mensajes como la “maternidad subrogada”, la “teoría de género” y el “patrimonio genético humano”.

Según Francisco, es “deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño”. “Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica”, pidió el Papa argentino.

La maternidad subrogada es el proceso que empieza por contratar a una mujer a la que se le introduce el semen de un hombre para que tenga un hijo que entregará al hombre cuando nazca. Generalmente lo hacen las parejas que por alguna razón no pueden tener hijos. Es una práctica legal en muchos países, entre ellos, Canadá, Colombia, Australia, Grecia, Israel, Bélgica, Países Bajos y varios estados de los Estados Unidos. En noviembre del año pasado, no obstante, el Vaticano precisó que podrán ser bautizados los hijos de parejas del mismo sexo, sin importar si eran adoptados o nacidos por maternidad subrogada.

Francisco enfatizó que “el camino de la paz exige el respeto de los derechos humanos” contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que cumplió recientemente 75 años. Y en este contexto subrayó que en las últimas décadas se han tratado de “introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, que han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos”.

“Tales colonizaciones ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz”, destacó el Papa.

Y sobre el patrimonio genético dijo: “Debe prestarse especial atención a la protección del patrimonio genético humano, impidiendo que se realicen prácticas contrarias a la dignidad humana, como la patentabilidad de material biológico humano y la clonación de seres humanos”.

Las guerras, las armas y el diálogo

Francisco recordó que lo que él llamó una “tercera guerra mundial a pedazos” se transformó últimamente en un verdadero conflicto global. Y manifestó su preocupación por lo que está sucediendo en Israel y Palestina. Además, por el peligro de que esta guerra se difunda a otros países como Jordania Siria o Líbano.

Pero también hizo referencia al conflicto que vive Myanmar, a la guerra entre Rusia y Ucrania, a la tensa situación entre Armenia y Azerbaiyán, a los varios países subsaharianos como Etiopía, Sudán, República Democrática del Congo y Sudán del sur entre otros.

El Papa dedicó también una frase de su discurso a América Latina. “Si bien no hay guerras abiertas en las Américas, existen fuertes tensiones entre algunos países, por ejemplo entre Venezuela y Guayana, mientras que en otros, como Perú, observamos fenómenos de polarización que socavan la armonía social y debilitan las instituciones democráticas -- dijo--. Sigue siendo preocupante también la situación de Nicaragua, una crisis que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias para la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia católica”.

Con esta frase se refería al conflicto entre Venezuela y Guayana por Essequibo, una zona rica en petróleo que Venezuela ahora reivindica como suya y a las diferencias entre la Iglesia católica local y el gobierno de Nicolás Maduro que se han agudizado últimamente. “La Santa Sede no cesa de invitar a un diálogo diplomático respetuoso del bien de los católicos y de toda la población”, subrayó Francisco.

Y volviendo al tema de las guerras, el Papa destacó la importancia de las políticas de desarme. “Las guerras pueden proseguir gracias a la enorme disponibilidad de armas. Es necesario aplicar una política de desarme, porque es ilusorio pensar que los armamentos tienen un valor disuasorio. Más bien ocurre lo contrario; la disponibilidad de armas incentiva su uso e incrementa su producción. Las armas crean desconfianza y desvían recursos”. Además Francisco agregó que para acabar con las guerras es necesario “extirpar sus causas”, la “primera de ellas el hambre”, seguida por “la explotación de los recursos naturales, que enriquece a unos pocos, dejando en la miseria y en la pobreza a poblaciones enteras” y la crisis climática. Y a todos los diplomáticos les dijo: “El camino hacia la paz pasa por el diálogo político y social” y por la educación de la jóvenes generaciones. Pero también ayuda el diálogo interreligioso, la erradicación del antisemitismo que ha aumentado ultimamente y de la discriminación de los cristianos que existe en algunos países, así como el “uso ético de las nuevas tecnologías”.

“El diálogo debe ser el alma de la comunidad internacional”, subrayó el Pontífice, sin evitar aludir al debilitamiento en este sentido “de las estructuras de la diplomacia multilateral que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial” como Naciones Unidas.

Crisis climática y migrantes

Y recordando la reciente COP28 sobre el cambio climático realizada en Dubai, el Papa recordó que 2023 fue el año más caluroso jamás registrado, en comparación con los 174 años anteriores. “La crisis climática exige una respuesta cada vez más urgente y requiere la plena implicación de todos, así como de toda la comunidad internacional”, dijo el Papa “ecologista”, que dedicó una encíclica (“Laudato si”) y varios mensajes al tema climático.

El cambio climático, además de la pobreza y los conflictos, son las razones por las que mucha gente trata de escapar de sus propios países. Por eso para todos estos miles de migrantes que se verifican cada año en el mundo, Francisco pidió que sean reconocidos como seres humanos, no como invasores, aceptando que se reglamente su ingreso a los países facilitando su integración.

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