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La salud de Bolsonaro y la promoción electoral de su "martirio"

"Agradezco las oraciones de todos por la recuperación del presidente Jair Bolsonaro. Sabemos que esta es, antes que nada, una guerra espiritual” escribió en su Twitter el senador Flavio Bolsonaro, el hijo mayor del jefe de Estado. Su mensaje se publicó poco después que el presidente brasileño llegara a San Pablo y fuera hospitalizado en un lujoso sanatorio de la capital paulista por una “obstrucción intestinal”. Ya entonces, el senador Flavio previó que su padre saldría pronto para retornar al trabajo y “dar de nuevo su vida por Brasil”.

Como siempre, y más todavía ahora que está de campaña por la reelección de Jair Bolsonaro en 2022, la familia se esmeró en emplear la salud presidencial como un mecanismo que ya demostró su eficacia electoral. De nuevo se denostó a los adversarios acudiendo al recuerdo de la cuchillada contra Jair Mesías, que en septiembre de 2018 casi le cuesta la vida. Según otro tuit, el presidente vive hoy “un desafío más, que es consecuencia de la tentativa de asesinato promovida por un antiguo afiliado al PSOL (Partido Socialismo y Libertad), el brazo izquierdo del PT”.

El ex capitán Bolsonaro y ex diputado, enfrenta ahora una de las crisis de gobernabilidad más intensa, entre aquellas que ensombrecieron su dos años y medio de mandato. Por un lado, siente el peso de los hallazgos de la Comisión Parlamentaria de Investigación, que tiene en sus manos pruebas concretas de las denuncias contra mafias que poblaron el Ministerio de Salud hasta abril de este año. Por el otro, se ve confrontado con el Covid-19, sin atinar con las políticas para desterrar la epidemia. Las repercusiones de ambos factores en la popularidad presidencial son evidentes: Bolsonaro perdió mucho espacio para su contrincante del año próximo, Luiz Inácio Lula da Silva. Mientras él se lleva apenas 26% de las preferencias del electorado, el ex presidente del PT arrastra el aval del 49%.

No es necesario desmerecer el alcance del problema real de la salud, ni tampoco el sufrimiento que involucra. De hecho, Jair Bolsonaro tuvo una hernia intestinal vinculada a la agresión que lo victimizó en su primera campaña electoral. Pero todavía le faltan 16 meses para la competencia que le dará, o le negará, un segundo período de gobierno. Para ver si esta vez el “martirio” redundará en un aumento de su alicaída reputación, habrá que esperar las próximas encuestas dentro de 15 días.

A favor de Bolsonaro, en términos de votantes, puede jugar una mejoría de los números del Coronavirus. En este momento hay un declive importante tanto en el número de casos como en el de muertes, gracias a expandirse la vacunación.

Las Fuerzas Armadas

En los 30 meses que lleva en el Palacio del Planalto el presidente ha hablado, varias veces con palabras demasiado francas sobre sus convicciones políticas. Desde hace algunos meses batalla, por ejemplo, por reimponer el voto impreso. Argumenta que la urna electrónica es pasto para el fraude. Esto lo ha llevado a decir públicamente, ante sus seguidores, que la única elección que admitiría es aquella en la que él vence. De lo contrario, una derrota significará que los comicios fueron fraudulentos.

En esa tarea de inducir grandes dudas acerca de los resultados que ofrecerán las presidenciales de 2022, el jefe de Estado llega incluso a repetir cuántas veces pueda, el papel de las Fuerzas Armadas en la custodia de la legitimidad electoral. Ha sugerido que estas podían intervenir si los porcentajes no le dieran la victoria.

De parte de los militares no escuchó hasta ahora ningún desmentido. Peor aún, una semana y media atrás, el ministro de Defensa Walter Braga Neto firmó con los tres jefes de las fuerzas, un comunicado donde atacaba al actual presidente de la CPI de la Pandemia, el senador Osmar Aziz. Lo acusaron de haber utilizado términos, en sus declaraciones, que humillan a los militares. La nota cayó como una bomba en los medios políticos. No hay que olvidar que, para garantizar su permanencia en el poder, Bolsonaro encaramó más de 6.000 uniformados para ocupar puestos claves en el Estado. En los hechos, la cúpula ministerial se distribuye entre generales y almirantes. Y es justamente un general que aún está en actividad, Eduardo Pazuello, quien ocupó por 10 meses la cartera de Salud, el que hoy está en el centro de los escándalos de sobrefacturación en la compra de vacunas contra el Covid.

*Autora de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.

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