
El papa Francisco compartió este domingo en el Vaticano un almuerzo con 1.500 personas en situación de exclusión o de calle, en el marco de la primera Jornada Mundial de los Pobres, y exhortó a luchar contra la “indiferencia” hacia los más necesitados, a la que consideró el “mayor pecado”.
El Aula Pablo VI se transformó en un gran comedor, donde el pontífice comió junto a necesitados de más de diez países un menú que incluyó ñoquis con tomate, aceitunas y queso rallado, bocados de ternera con verduras, polenta y brócoli, con tiramisú de postre.
"Bienvenidos a todos, vamos a compartir esta comida con buena voluntad y amistad hacia los demás", dijo el Papa dirigiéndose a los comensales.
El pontífice invitó a pedirle al Señor que "bendiga esta comida, bendiga a los que la prepararon, bendícenos a todos, bendiga nuestros corazones, nuestras familias, nuestros deseos, nuestras vidas y bríndenos salud y fortaleza".
"Una bendición también para todos aquellos que están en las otras latas alrededor de Roma, porque Roma hoy está llena de este (gesto). ¡Un saludo y un aplauso para ellos desde aquí!", agregó.
En tanto, en la Plaza Pío XII, frente a la Basílica de San Pedro, continuó abierto este domingo el Hospital Móvil para los indigentes, “Presidium de Salud Solidario”.
El Papa había visitado el jueves de sorpresa este dispensario médico y dialogó con personas que esperaban ser atendidas, los médicos voluntarios y otros colaboradores.
La Jornada Mundial de los Pobres fue instituida por el Papa como fruto del Año de la Misericordia y tiene como objetivo animar a los católicos a que reaccionen contra "la cultura del descarte y del derroche", y fomentar "la cultura del encuentro".