Dos conductores del funicular da Glória, que el pasado 3 de septiembre descarriló causando 16 muertos , denuncian que los frenos no funcionaban, lo que contradice la tesis del informe preliminar, en el que se afirmaba que, aunque el conductor activó los frenos, no pudo hacer nada para evitar la tragedia.«El freno neumático estaba siempre desajustado y el manual llevaba años desactivado», denunció a la televisión lusa TVI un conductor de Carris, la empresa municipal responsable de los funiculares de la capital. El hombre, que no quiso dar su identidad para evitar posibles represalias, declaró ante las cámaras que «sabían que trabajaban con una bomba de relojería que en cualquier momento podía estallar». Lo único que no podían prever era cuándo ni la magnitud del accidente. Ese día, el primer conductor entró en el turno de las siete de la mañana y realizó un total de 37 viajes. A las dos y media lo sustituyó André Marques , de 40 años, para quien aquel 3 de septiembre debía haber sido una jornada más. Sin embargo, a las seis y cuatro de la tarde, cuando apenas llevaba 19 viajes, el vagón se soltó del cable y él no pudo evitar que descarrilara en la única curva del trayecto.Noticia Relacionada estandar Si El alcalde de Lisboa rechaza responsabilidades políticas en el accidente del funicular Virginia LópezSu compañero recuerda ahora que aquel día André, al entrar a trabajar, volvió a comentar el «pésimo» estado del funicular. «El raíl parece un cuchillo», fueron sus palabras, refiriéndose a la situación de las vías. Tras el accidente, los compañeros que han decidido denunciar los hechos confiesan sentir una mezcla de «rabia y ansiedad», porque podía haber sido cualquiera de ellos. «Sabíamos que algo iba a suceder, porque el funicular ya descarriló en 2018», explica el trabajador de Carris. «Los raíles estaban tan finos que parecían cuchillos». Entonces, el vagón se salió del carril, pero el cable aguantó y evitó la tragedia. Esta vez, el cable no resistió y se soltó de la fijación, según el informe preliminar de la investigación en curso. «Nunca pensé que el cable pudiera romperse, porque en las formaciones siempre nos decían que tenía capacidad para soportar los dos vagones», cuenta el conductor.En esas formaciones, algunos compañeros, que sabían que los frenos manuales llevaban años desactivados, preguntaron qué ocurriría si fallaba el cable. «Respondían que era una pregunta tonta, porque eso nunca iba a suceder».Tras el accidente, Main, la empresa responsable del mantenimiento divulgó un documento en el que afirmaba que ese mismo día se había realizado una inspección de treinta minutos en la que se comprobaron nueve parámetros, entre ellos el estado del cable. Sin embargo, un antiguo trabajador –que abandonó la empresa en febrero, cansado de advertir que no se estaban haciendo bien las cosas– denuncia ahora que la mayoría de las veces las inspecciones eran «de boca». «Preguntaban si todo estaba en orden y lo firmaban en el papel; lo importante era que los funiculares siguieran en funcionamiento», asegura.Desde la empresa se emitió otro documento en el que se afirma que el 1 de septiembre, dos días antes del accidente, se llevó a cabo una inspección en el foso. La TVI denuncia que esa revisión no pudo realizarse porque los funiculares estuvieron siempre en funcionamiento y porque el técnico que firma el documento tiene problemas de salud que le impiden bajar al foso.Este miércoles, la Policía Judicial portuguesa se desplazó a la Calçada da Glória para retirar el cable, custodiado desde el accidente y que forma parte de la investigación para determinar las causas reales. El Elevador da Glória era una de las atracciones turísticas más emblemáticas de Lisboa: con 140 años de historia, transportaba más de tres millones de pasajeros al año, la mayoría turistas.Desde Carris, el mismo día del siniestro, su presidente, Pedro de Bogas Brito, aseguró que los procesos de seguridad siempre se habían «cumplido escrupulosamente». En un comunicado se subrayaba que «nunca se habían presentado quejas relativas a los elevadores, ni existía denuncia alguna por falta o deficiente mantenimiento de los equipos por parte de los trabajadores».Por su parte, el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, defendió que en los últimos años se había incrementado el presupuesto destinado a Carris para reforzar la seguridad. En agosto de este año, el concurso para el mantenimiento quedó desierto porque todas las empresas presentaron propuestas superiores al valor base de Carris. Finalmente, la empresa municipal firmó un contrato de ajuste directo con la misma compañía que se encarga del mantenimiento de los funiculares desde 2022.No es la primera vez que los conductores de Carris se quejan del deterioro de los equipos. «Nuestro asiento está flojo y cuando se funden las bombillas, no las cambian. Si fallan en lo básico, ¿qué pasará con lo importante, como el cable?», lamenta el conductor que denunciar.Todos los funiculares de Lisboa, así como el de Nazaré, permanecen cerrados. «El Elevador do Lavra funciona igual que el da Glória, así que yo no pongo ahí los pies por nada», concluye el conductor. En la Calçada da Glória, que conecta la plaza de los Restauradores con el Bairro Alto, donde antes se alzaba un vagón, ahora solo quedan flores en memoria de las dieciséis personas que perdieron la vida en el accidente.