En la Solemnidad de los Fieles Difuntos, el obispo de la Diócesis de Goya, monseñor Adolfo Canecin, presidió la celebración eucarística en la Catedral “Nuestra Señora del Rosario”. En la homilía animó a los fieles a “renovar la esperanza en la Vida Eterna” y remarcó que “la obra mayor de misericordia que podemos hacer nosotros es rezar para que ellos terminen su purificación y lleguen a la plenitud del Cielo”. Como signo de la luz de la Resurrección invito a encender velas desde el cirio pascual.
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Recordando el día de los fieles difuntos, mencionó que hay hombres y mujeres que ya partieron de este mundo y que “el misterio de la muerte es como una cara de la moneda, dolorosa, temida, pero la muerte es inherente a nuestra condición humana como lo es la enfermedad y es la ley que rige al ser humano”.
“Desde la Resurrección nosotros leemos el sentido de la vida y todo lo que nos toca vivir y pasar mientras peregrinamos en este mundo. Nosotros como cristianos nos sentimos peregrinos a la Casa del Padre, sabemos que salimos de Dios y que vamos a Dios, sabemos que lo definitivo es Dios, el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Desde la fe tenemos la certeza del cielo nuevo y la tierra nueva” explicó.
Al celebrar el día de Todos los Fieles Difuntos “hacemos la obra mayor de misericordia” y en esa línea dijo “hacemos por otro lo que mañana queremos que hagan por nosotros”.
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“La obra mayor de misericordia que podemos hacer nosotros es rezar para que ellos terminen su purificación y lleguen a la plenitud del Cielo” remarcó el obispo diocesano.
Invito a “elaborar el duelo desde la fe” porque “desde ahí encontramos el consuelo, la paz, la serenidad y podemos tener una memoria agradecida de quienes se nos adelantaron al Padre” expresó.
“Hay una sola vida que se hace eternidad” afirmó y continuó “se hace eternidad en el tiempo cuando pasamos el umbral” y esa expresión “suaviza y ayuda a entender, comprender y vivir este misterio tan hondo, el misterio de la vida y el misterio de la muerte”.
Invitó a “dar gracias a Dios que nos regaló el don de la fe cristiana, la fe en la resurrección de los muertos, esa es la última palabra” concluyó. -