
El vicario general de la diócesis y párroco de la catedral, presbítero Juan Carlos López, presidió la misa del primer domingo de Adviento e impartió una bendición especial a los médicos que celebraron su día. Los profesionales de la medicina que participaron de la celebración eucarística, fueron invitados al presbiterio para ser bendecidos.
La misión del médico de dar la vida, se enlaza con la del mismo Cristo que vino a dar la vida y darla en abundancia (Jn 10,10). El médico es como el buen samaritano que se detiene al lado del enfermo haciéndose su próximo (prójimo) por su comprensión y simpatía, en una palabra, por su caridad. El médico participa del amor de Dios como su instrumento y a la vez se contagia del amor de Dios hacia sus pacientes.
Se asemeja a Cristo que pasó haciendo el bien y sanando a todos. Y al mismo tiempo, la caridad hacia Cristo representado en cada paciente. Él es el que es curado en cada hombre o mujer, "cuando estaba enfermo, me fuiste a ver", como dirá el Señor en el Juicio final. Es un colaborador de Dios en la recuperación de la salud en el cuerpo del enfermo.
El padre Juan Carlos López, invocó la protección de Dios, sobre cada uno de los médicos, en tan noble profesión en el arte de curar.
La vocación del médico es una vocación que nace del amor de Dios, es a Dios a quien el médico sigue en esta profesión, como el Bien sumamente amable.