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Una ley habilita a reducir la población de Chanchos salvajes en Corrientes

El Poder Legislativo de Corrientes sancionó a mediados de octubre una ley que declara plaga a la especie exótica invasora (EEI) de jabalí o chancho salvaje (Sus scrofa), y sus diferentes cruzas, en estado salvaje o asilvestrada, por el efecto dañino y perjudicial que tiene para la actividad productiva, la conservación de la biodiversidad, la preservación de los recursos naturales y los servicios ecosistémicos asociados.

La norma que la declara plaga, habilita la cacería de este animal, a la vez que establece que la autoridad de aplicación deberá determinar los procedimientos más convenientes para disminuir la población actual de jabalí europeo y sus diferentes cruzas en el territorio provincial. Asimismo podrá aplicar cualquier otra estrategia, mecanismo o alternativa plaguicida, avalada por la autoridad sanitaria correspondiente, hasta reducir su número a una mínima expresión de los ejemplares.

El Intendente del Parque Nacional Iberá, Daniel Rodano, indicó que esta área protegida podría ser la primera a nivel nacional en utilizar cebos tóxicos el año que viene, como experiencia piloto.

El proyecto ya convertido en ley, iniciativa del Senador Sergio Flinta, prevé la conformación de una Comisión de regulación y seguimiento, que estará conformada por un representante del Ministerio de la Producción, dos por el Ministerio de Turismo con la invitación a participar para un representante del Parque Nacional Iberá; uno por el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y uno por las Asociaciones de Productores. El financiamiento para los gastos que demande la aplicación de la presente Ley provendrán del Fondo de Desarrollo Rural (Ley Nº 5552).

Cabe mencionar que el jabalí es oriundo de los bosques de Europa. Fue traído a la Argentina a comienzos del siglo pasado, con fines de caza a la provincia de La Pampa. Allí prosperaron en su nuevo hábitat, hasta que en el año 1914 se registró una fuga masiva de numerosos individuos al ceder el alambrado perimetral. En la década del ‘80 esta especie exótica fue introducida en el departamento Sauce, en la Provincia de Corrientes. Diez años después se escaparon de un coto de caza y empezaron los problemas.

UN REPASO DE LOS DAÑOS

Cuatro referentes calificados en la materia enriquecieron el tema con su opinión y experiencia: Gerardo Condado, Prosecretario de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); Francisco Velar, Secretario de la Sociedad Rural de Corrientes; Vicente Fraga, Director de Parques y Reservas de la Provincia de Corrientes y Daniel Rodano, Intendente del Parque Nacional Iberá.

Para empezar el ruralista Gerardo Condado explicó que el chancho salvaje aumentó su población exponencialmente en los últimos años, básicamente porque no tiene predadores naturales y además es muy prolífica. Otro factor desequilibrante en la balanza es su condición de omnívoro: “a diferencia de otros animales que son herbívoros o carnívoros, el chancho salvaje come de todo, arrasa con todo”.

Ampliando el concepto profundizó señalando que “esto produce desequilibrios en el ecosistema porque come desde huevos de aves, hasta pequeños animales silvestres y de granja. Come sembrados, granos, pasturas. A tal punto que hay explotaciones que han dejado de criar ovinos. Recuerdo la anécdota de un establecimiento al que los chanchos devoraron a un ternero recién parido y las patas traseras de su madre. Hay que ver para creer y sobre todo estar en el campo, para saber”, aseveró.

Como forma de mitigación, Condado explicó que desde la Asociación de Sociedades Rurales mantuvieron una reciente reunión con el Presidente de la Federación Argentina de Caza mayor, para interiorizarse en la reciente experiencia de cacería selectiva que se realizó en el Parque Nacional El Palmar, en Entre Ríos. Al respecto manifestó que “la caza es una opción, pero no la solución. Es un error pensar que con la cacería se va a erradicar el problema, a lo sumo se podrá controlar la población”.

“La cuestión me parece sumamente compleja no hay un solo método. Todos pueden servir. Se han impulsado algunas pruebas piloto que las hemos tratado en la Coprosa, en la zona de Sauce con la posibilidad de atrapar los chanchos en jaulas o trampas, para poder llevarlos al frigorífico, siempre y cuando no tengan problemas sanitarios. Esto se puede certificar antes de la faena”, detalló.

TRABAJO MANCOMUNADO E INTERDISCIPLINARIO

Desde de la Sociedad Rural de Corrientes, su secretario Francisco Velar, además de coincidir en el diagnóstico y afectación con la opinión de su colega, indicó como aspecto positivo que “lo bueno es que somos muchos los sectores que estamos involucrados por este problema del chancho salvaje y todos pensamos de la misma manera. Tanto los que están en la conservación, como la producción”.

En esta línea de pensamiento expresó: “queremos que la fauna autóctona avance, igual que la producción, que se pueda trabajar y generar fuentes de trabajo para la gente. Pero que a las especies exóticas se las controle. El quid de la cuestión será ver que método de control será el más conveniente ahora que tenemos el paraguas legal. Porque seguramente no será uno solo, que permita que el objetivo de la ley se cumpla”.

Para ello el trabajo interdisciplinario será fundamental: “en esto vamos a tener que trabajar mancomunadamente los productores, las entidades que se dedican a la naturaleza, los institutos tecnológicos, las autoridades sanitarias, la autoridad policial, los intendentes, porque va a ser una cadena de eslabones y de autoridades que vamos a tener que trabajar en pos de este objetivo”.

“Tenemos que ver cuál va a ser la forma de reducir las poblaciones. Las acciones tienen que ser variadas, contundentes y simultáneas, si queremos tener algún resultado. La cacería sola de un productor no sirve, porque cuando los cazan, los chanchos se van para otro lado, trasladando el problema a otro sector”.

Desarrollar la creatividad y la alianza estratégica podría ser una opción: “Hay que buscar algo que tenga un atractivo económico. El hombre se mueve por incentivos. Hay que incentivar un beneficio económico para los que van a hacer esto. Nosotros pensamos que una alternativa es la comercialización de la carne. Con esto estaríamos cumpliendo con el espíritu de la ley que habla de reducir y no de exterminar”, declaró.

LA COMPLEJIDAD DEL TERRENO

Para el Director de Parques y Reservas de Corrientes, Vicente Fraga, “combatir esta plaga es un tema muy difícil porque este animal está distribuido en todo el Iberá, produciendo una transformación en todo el terreno porque tienen una gran voracidad y se multiplican muy rápido y no tienen un depredador natural, por ausencia del puma o el yaguareté”.

Si bien es válido aprender de experiencias foráneas, la complejidad del terreno suele marcar diferencias sustanciales. “Conozco experiencias de gente de campo que hace diez años viene combatiendo al chancho salvaje y no consigue reducir las poblaciones, cada vez son más. Cuanto más presión reciben, se van para otro lado. En el Iberá se esconden en los embalsados y es muy difícil combatir”, dijo el funcionario provincial.

Esta condición de “duro de matar” que tiene el chancho salvaje dispara el interrogante de saber si es posible la utilización de algún tipo de cebo. Es respuesta a esta pregunta Fraga expresó que “Todos los sistemas son buenos para combatir esto, aunque hasta ahora los resultados no fueron los esperados. Lo que es difícil es armar brigadas en distintos lugares con armas, porque eso es complicado sobre todo dentro del Parque. Para un propietario privado tal vez sea un poco más fácil. Por eso tendremos que considerar medidas y articular acciones, pero a pedido del privado”.

“A pesar de lo dificultoso, hay expectativas de obtener buenos resultados. Tenemos un proyecto para empezar a trabajar con un cebadero colocando comida dentro de un corral, que permite previamente la captura del animal, para posterior sacrificio. Más ahora con la nueva ley. Esto es lo más barato y lo que ya hemos probado en experiencia muy chiquita, y funciona. Eso podemos trasladar ahora a mayor escala”, explicó.

En cuanto a la utilización de cebos tóxicos anticipó que “primero tenemos que ver los costos y como se consigue esto, porque es importado. Además está terminando el año muy atípico por esto de la pandemia. Tenemos que ver el nuevo presupuesto y como viene todo con la importación y el cambio de moneda”, finalizó.

EL DESAFÍO DE LA EXTENSIÓN TERRITORIAL

Para empezar Daniel Rodano, el Intendente del Parque Nacional Iberá –el más grande del norte Argentino-, destacó que “la Administración de Parques Nacionales es un organismo que tiene como mandato la custodia de los recursos naturales y culturales que están dentro de las áreas protegidas nacionales. Esto implica -entre otras funciones- disminuir los impactos negativos de acción antrópica (del hombre) sobre el ambiente y los recursos tangibles e intangibles”.

Un dato revelador en el Parque Nacional Iberá, es que el chancho salvaje encabeza el ranking de especies exóticas invasoras con mayor grado de afectación. Pero no es la única. Al respecto Rodano destacó: “Para el caso de Iberá nosotros tenemos identificado al chancho salvaje y al ciervo axis, aunque empezamos a tener problemas con vacunos y búfalos asilvestrados. También tenemos la presencia de perros y gatos que se vuelven salvajes y viven de los pequeños animales que cazan en el campo”.

“La mayor afectación sin dudas es la del chancho salvaje, porque no solo afecta indirectamente a la fauna por competencia de alimento. Sino también porque se come a las crías de otros animales, como pichones de aves, crías de venados de las pampas, ciervos de los pantanos, etc. El chancho es omnívoro, tiene la capacidad de comer de todo y de adaptarse a todas las situaciones. Da vuelta la tierra para comer las raíces de las plantas que le gustan. Es un bicho muy dañino para el ambiente” expresó.

“No obstante, uno nunca puede plantearse la erradicación de una especie que ya está instalada. Nuestro objetivo va a ser llegar a las poblaciones de chancho, como de axis, con el control de la población de modo que el daño que provoquen sea remediable. En los sectores donde no ha llegado, nuestro objetivo será que no lleguen”.

Para este tipo de problemáticas el tamaño juega en contra. No solo el tamaño de las poblaciones de especies invasoras que va en aumento. También el tamaño del territorio:

“La jurisdicción del Parque Nacional es de 180 mil hectáreas y está dividido en cuatro núcleos. De esos cuatro núcleos que tiene el Parque, los más afectados por la presencia del chancho salvaje son los de Laguna Iberá y San Nicolás, que tienen importantes poblaciones”, detalló el Intendente del área protegida.

Otro dato interesante es que el problema no se reporta solo en Corrientes. Pasa en la mayoría de los Parques Nacionales con la presencia de especies de fauna exótica, con otros animales y con el chancho jabalí o asilvestrado. En relación al Parque Nacional Mburucuyá, Rodano aseveró que “en nuestro parque vecino que es Mburucuyá no hubo registro de la presencia del chancho, adentro. Pero hasta donde sé, si en el entorno. Si uno no hace nada pronto, es esperable que esto llegue en no mucho tiempo”, advirtió.

También remarcó la coincidencia con los ruralistas como aspecto muy positivo. “Si hay algo muy importante para destacar es que los objetivos confluyen entre el interés y la acción tanto para los sectores de la producción, como de la conservación.

El Intendente también coincidió con Fraga a la hora de diseñar una estrategia de control por el tipo de terreno en relación al predominio de los esteros y embalsados. “Nosotros tenemos variaciones permanentes en el nivel de las aguas. Nuestra geografía está casi permanentemente inundada y esta especie es muy inteligente, cuando la empiezan a cazar inmediatamente sale para el lado del estero, para el lado del embalsado, donde ya no lo podes seguir”.

“Esto significa que la estrategia para reducir la población de chancho tendrá que ser distinta. Es decir plantearse acciones diferentes: una puede ser el control terrestre a pie o a caballo, con armas de fuego; otra con la instalación de corrales con cebo; incluso la cacería desde el aire que se puede llegar a probar en helicóptero para abarcar una mayor superficie”, indicó.

La acción conjunta y simultánea es fundamental “Mientras estemos todos decididos a llevar este trabajo adelante, yo no tengo dudas que el efecto que se está viendo sobre el ambiente va a disminuir muchísimo. Este año por la pandemia, ha sido un año atípico. Nosotros pretendemos que el año que viene, desde el parque nos dediquemos fuertemente al control de estas especies”, declaró el guardaparques.

UNA EXPERIENCIA INÉDITA

En cuanto a la utilización de mecanismos de control Rodano destacó que “la utilización de cebos tóxicos es posible. En una reciente reunión mantenida con el Director General de Conservación de Parques, solicité que incluyera al Parque Nacional Iberá en una prueba piloto, para que se incluya a este parque como un área de prueba para la utilización de este método. Yo creo que es una herramienta más, de las que ya tenemos en una caja de herramientas. Tenemos que tratar de ser eficientes y efectivos en lo que tengamos que hacer”.

“En ningún Parque Nacional se probaron los cebos tóxicos, aunque este año se empezó a hablar de esa posibilidad. Tanto que en mayo un funcionario de Parques Nacionales, un biólogo especializado en especies exóticas invasoras (EEI), viajó a capacitarse a Nueva Zelanda y Australia para interiorizarse con el trabajo de dos empresas que estaban desarrollando cebos tóxicos en esos países, por problemas similares”, concluyó.

La presencia de las especies exóticas invasoras es uno de los principales problemas que enfrenta la conservación de la biodiversidad, la producción agropecuaria e incluso la salud de las personas. Su abordaje implica un trabajo minucioso, de la mano de la investigación y el compromiso de todos los actores involucrados, en el que varias alternativas se pueden utilizar para el control de esta de esta situación, con un resultado favorable y aceptable, con un buen plan de manejo.

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