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Todo lo que implica la venta de tierras que tenía Harvard en Corrientes

NEA HOY recabó información sobre los antecedentes de la situación: la llegada de Harvard a Corrientes, lo que significa la venta reciente y el impacto ambiental que tienen los diferentes emprendimientos que se llevan a cabo en el corazón del Iberá.

En las últimas horas se conoció la noticia de que la Universidad de Harvard vendió las 88.000 hectáreas que poseía en los Esteros del Iberá a una firma nacional. Esto generó alerta en la población, tanto local como nacional, en relación a cuál fue el objeto de la venta; quién es el nuevo propietario, el fin que les dará en adelante y el impacto ambiental que esto tendría.

Lo cierto es que la firma que adquirió los terrenos se dedica, además del rubro energético, a la producción forestal. Se trata de Central Puerto, una empresa radicada en Buenos Aires, quien se refirió a la adquisición en su sitio web y señaló que “representa un gran hito para nosotros y nuestra estrategia de desarrollo de la actividad forestal, que creemos que es clave en el potencial de crecimiento de Argentina”.

“Este sector puede ser fuente de oportunidades de negocio futuras, ligadas al procesamiento e industrialización de la madera, bonos de carbono y generación de energía con biomasa”, fueron las palabras de Fernando Bonnet, gerente general de la firma.

Vale mencionar, como lo hizo la misma empresa, que “debido a la adquisición previa de los activos forestales de Masisa en Argentina, Central Puerto se convierte en la principal empresa argentina del sector forestal con más de 160.000 hectáreas”.

En contacto conNEA HOY, el ambientalista Luis Martínez opinó que esta compra de territorio “preocupa muchísimo porque Corrientes tiene más de 550,000 hectáreas de plantaciones forestales, de las cuales el 70% es pino y el 30% es eucalipto”, en relación al impacto ambiental negativo que tienen estas especies para un ambiente como el Iberá.

Asimismo, señaló que es más preocupante la situación si, a la compra de este vasto territorio para uso forestal, se suma que “son tierras que se encuentran dentro de los Esteros del Iberá, un espacio que debería ser conservado”.

“Esto pone en riesgo a lo que se está haciendo en relación a la recuperación de especies animales y especies vegetales que se están descubriendo y que contribuyen al resurgimiento del ecosistema con su biodiversidad sana”, agregó el ambientalista.

Según información provista por Juan Duarte a La Izquierda Diario, “un 56 % del territorio adquirido está conformado por bosques nativos, humedales, pastizales y zonas de amortiguación enmarcadas en la protección de la Ley de bosques”.

En esa línea, explicó que el pino y eucalipto son especies que consumen cantidades desmesuradas de agua y son pirófitas, es decir que “cuentan con el fuego como parte de su metabolismo, constituyendo una amenaza de incendios sobre bosques, humedales y poblaciones”.

¿Qué tiene que ver ANSES en esta situación?

Según se dio a conocer recientemente, la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) es accionista de la empresa Central Puerto. Es decir, que el Estado nacional es dueño del 8% del paquete accionario a través de dicho organismo.

Por otro lado, vale decir que la misma firma adquirió Central Costanera ante la salida de Enel y se posicionó a nivel nacional como el mayor productor de energía eléctrica, con una capacidad instalada de generación de 7100 MW.

Dicha envergadura se respalda con sus 14 plantas de generación de distintas tecnologías y más de 1.000 empleados, infraestructura que la lleva a abarcar un 16,2% de participación de energía.

Antecedentes: ¿cómo llegó Harvard a Corrientes?

La prestigiosa universidad estadounidense obtuvo las 88 mil hectáreas en 2009, según indicó Fernando Pittaro a Tiempo Argentino, a partir de una compra al magnate estadounidense Douglas Tompkins, quien las adquirió primero de manos del empresario argentino Gregorio Pérez Companc en 2003, por 12 millones de dólares.

El objetivo inicial de explotación de las tierras fue instalar una empresa para industrializar la madera de pino y obtener pulpa de celulosa de fibra larga. Pero ese proyecto nunca se concretó y, en cambio, se buscó obtener madera para el aserrío.

Es así que Tompkins fundó la empresa EVASA, que, cuatro años después fue vendida al Global Environment Fund (GEF), uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, dedicado mayormente a colocar dinero en activos forestales de mercados emergentes.

Según señala Tiempo Argentino, GEF delegó el manejo de dichos fondos en el Global Emerging Markets Forestry Investors LLC, que en 2009 vendió parte de las acciones de EVASA a la Harvard Management Company.

Repudio a Harvard por explotación irregular de las tierras en el Iberá

En octubre de 2013 un colectivo de estudiantes, profesores y graduados presentó un informe a la Universidad de Harvard, en Boston, donde señalaron queel emprendimiento instalado en Corrientes estaba dañando al medio ambiente.

El estudio, tal como se replicó en una nota de Clarín de ese año, aseguraba que Harvard había expandido las plantaciones dentro de la Reserva Natural Iberá, sobre áreas donde no estaba permitido y sobre tierras de comunidades cercanas.

Según residentes y científicos consultados, la forestación redujo la biodiversidad: produjo la migración de aves, la muerte de especies vegetales y cambió la composición del ecosistema, ya que los árboles absorben grandes cantidades de agua y secan extensiones de humedal.

“Harvard ha conseguido altos beneficios en Corrientes mediante el aprovechamiento de un clima que lleva a tasas rápidas de crecimiento, un marco legal que otorga beneficios fiscales a los inversionistas extranjeros y una imagen atractiva de responsabilidad corporativa”, expresó Sam Wohns, uno de los estudiantes que hizo el trabajo de campo.

“Sospechábamos que la universidad tenía inversiones poco éticas, y ahora pudimos comprobarlo. Me impactaron además las condiciones precarias de los empleados de las forestales. Harvard dice acogerse a buenas prácticas, pero los pobladores viven situaciones contractuales irregulares”, agregó Wohns.

Por último, dejó en claro en ese entonces que “la mayoría de las plantaciones está dentro de los esteros. Según los documentos mismos de la empresa, no debería haber ni un pino allí. Pero no respetan ni sus estatutos: plantan sobre los cuerpos de agua y están secando los suelos”.

“Como estudiante de Harvard, soy uno de los que usa la plata que ganan esas empresas. Pero yo no debería beneficiarme por la destrucción ambiental”, cerró el joven.

Según documentos que se despliegan en estas páginas, la operación incluyó la cesión de 54 mil hectáreas, que los nuevos dueños dividieron de esta forma: 30 mil hectáreas como área de conservación y 24 mil para forestación. Su gerente, el reservado Eduardo Bello, tiene antecedentes en el sector y estuvo vinculado a inversiones de las petrolera Shell en Uruguay.

Fuente: Nea hoy

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