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Se espera un marcado descenso del nivel del río a partir del domingo

El Paraná estaba ayer en 72 cm de al­tura frente al puerto de Corrientes. Barranqueras tendría problemas con la descarga de combustible.

Cerradas las compuertas de Itaipú (Brasil) y de Ya­cyretá, para liberar caudal de agua que permitiera elevar la cota y que pudieran navegar por el canal los convoyes de barcazas transportando todo tipo de mercaderías, ahora el río Paraná vuelve a bajar.

De hecho el lunes pasado se encontraba por encima del metro de altura frente al Puerto de Corrientes y cua­tro días después descendió a 72 centímetros. Y no se des­carta que baje aún más en los próximos días.

El que salió a advertir esto fue el vocal de la Adminis­tración Provincial del Agua de la vecina provincia del Chaco, Gustavo Dalessandro, quien remarcó la preocupan­te situación que continúa atravesando al Paraná.

La bajante del río Para­ná sigue preocupando y se acerca a un nuevo desastre ambiental en la región. La semana pasada se había co­nocido el acuerdo para que la represa Itaipú abra sus com­puertas y el caudal pueda subir. En esos días subió mí­nimamente hasta el metro y medio, sin embargo esta me­dida culminó el 31 de mayo y el río bajó rápidamente.

Dalessandro señaló que, según el Instituto Nacional del Agua, a partir del 8 ya es­taría muy por debajo del me­tro, a unos 70 centímetros. Explicó que la principal cau­sa es la falta de lluvia en las cuencas del río Iguazú, y que afecta a los afluentes Paraná y Paraguay, e incluso al Ber­mejo, en la región chaqueña.

“Lamentablemente no podemos superar los prome­dios de desde 2019”, señaló el funcionario y adelantó que esta “es la bajante más prolongada del río Paraná”.

Como es una situación hídrica que no se recupera hace, al menos, dos años, indicó que este invierno la bajante puede ser más mar­cada, al igual que la sequía, que las del año pasado. Tam­bién agregó que el Servicio Meteorológico Nacional, en sus proyecciones, informó que habría precipitaciones deficitarias en los próximos meses, lo que perjudica aún más la situación hacia ade­lante.

“La única solución es que haya muchas precipitacio­nes”, subrayó y añadió “que lejos está” de ser una posibi­lidad por el momento.

Expresó que, además, las lluvias esperadas deben ser en las altas cuencas para que haya mejor caudal, las preci­pitaciones en la región “no tendría ningún tipo de im­pacto en los ríos de afluen­cias”.

Mencionó que esto gene­rará problemas de abasteci­miento de agua en aquellas comunidades que no tienen el acceso a través de las re­des de los acueductos, en el sector agrícola para poder llevar adelante una normal desenvolvimiento de su producción y para el sector ganadero; como así también podría generar inconvenien­tes para la llegada de las bar­cazas con combustible para su descarga en el Puerto de Barranqueras.

La Niña, en el 2022

La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (Noaa), una agencia científica del Departa­mento de Comercio de los Estados Unidos, anunció ofi­cialmente hace unos días el fin del fenómeno de La Niña, pero advirtió que hay un 67% de probabilidad de que las condiciones neutrales continúen durante el invierno. El problema es que el mismo pronóstico muestra que La Niña podría volver a estar presente sobre finales del 2021 e inicios del 2022. “Probablemente no sea la perspectiva ideal para las cosechas 2021/22 de Argentina y Brasil. Hay varios factores en juego para el clima en Sudamé­rica, pero claramente La Niña es uno de ellos”, señaló la Karen Braun a la agencia de noticias Reuters, sobre la tendencia climática.

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