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Ramona Galarza, inmortal a un mes de su partida física

Marina Cavalletti

Por Marina Cavalletti

A fines de la década pasada, Ramona Galarza estaba en plena actividad. Embajadora orgullosa de Corrientes, sembró su amor por el chamamé con devoción, en el país y fuera de él. Hoy, al cumplirse un mes exacto de su partida física, recordamos una conversación con la novia del Paraná, que además de ser una cantora inigualable, se destacó por su humildad y su coherencia.

“Desde que comencé, hace bastantes años, he tenido la suerte de que me vaya bien, de que la gente me reciba bien y que le guste lo que yo hago. Yo no soy autora. Canto lo que a mí me gusta porque me parece que de esa manera puedo llegar al público. A veces uno prueba… y bueno… hasta ahora más o menos voy acertando (risas)”, dijo para iniciar el diálogo. Y añadió: “Yo sólo sé que hago la música de Corrientes, porque Corrientes es la dueña de la música esta y las comparte con sus hermanas. Yo no puedo decir más cosas porque no sé… qué puedo decir yo hago lo mío, no soy de meterme en cosas que no pueda hacerlas. Hago lo que yo siento, lo que me gusta y –como decía anteriormente- lo que creo que le puede gustar al público”.

Con la voz intacta y la sonrisa a flor de labios, Ramona evoca sus primeros pasos en la música “Yo cantaba en la escuela. Legué a pertenecer al coro y por ahí a la profesora o la maestra de canto que tenía en ese momento le decían: Che, por qué no le decimos que cante tal cosa, cosa que venía a tono con la fiesta que se festejaba. Porque antes íbamos el 25 de mayo, el 20 de junio, el 9 de julio, 17 de agosto. Ese día se hacía la fiesta en la escuela y cada grado representaba algo y a mí a veces me hacían cantar. Después integré la Orquesta Folklórica de Corrientes. Todos nos llevábamos bien y nos respetábamos”.

Más cerca en el tiempo, hace un alto para referirse a Teresa Parodi, con quien compartió el proyecto Correntinas, a principios de los 90 “ella fue la generosa –recalca-. La llamaron para cantar en el Luna Park y ella dijo ‘¿por qué no le llamamos y así hacemos esto juntas?´ Y de ahí empezamos a trabajar, ir a aquí y a allá, a hacer nuestra recorrida para la prensa –para que la gente se entere-. Y ella tuvo también la visión de hacer grabar. Se pulió un poco eso y salió el primer Correntinas. El título también es de ella. Eso fue en el Luna Park, después hicimos el Correntinas 2, en un estudio de grabación.

También menciona al mítico Ramón Ayala, con quien montó el show Los Ramones, hace un puñado de años, en un recorrido por las melodías del Litoral: “Me llevo bien con él, no tengo ningún problema. Le he grabado muchas cosas porque es un muy buen autor. Yo no tengo problema con nadie, yo no me peleo. ¿Sabe qué pasa? Yo si me peleo, me peleo en serio. Soy peleadora, no vaya a creer que no. Me encanta más que un vestido nuevo pelearme. Pero no me gusta pelearme por pelearme nomás. Voy a pelear, si voy a ganar –afirma entre risas-.

Continuando con el tono jocoso, y tras definirse a sí misma como “peleadora” subraya que no tiene rispideces con sus colegas: “No tengo porque enojarme si ellos están haciendo lo mismo que hago yo, y me parece fantástico. No tengo problemas con nadie. Porque no hablo de nadie mal, no me interesa lo que el otro hace, no pregunto –porque no hay que preguntar para poder llevarse bien con la gente-. Si la gente le quiere contar algo, bueno, lo escucho. Y si le puedo decir algunas cosas que le puedan servir, también se las digo. Pero queda entre esa persona y yo nada más”, destaca.

Ah! mi Corrientes Porá

“Bajo el cielo azul te recordaré”, reza el clásico de Eladio Martínez y Lito Bayardo, ese que Ramona supo interpretar como nadie, porque llevaba al pago en el corazón. Y en el diálogo, por supuesto, reflexionó sobre el mapa sonoro de su tierra natal: “En Corrientes hay muchos grupos y muy buenos, lo que pasa es que no vienen a Buenos Aires a veces, entonces se los desconoce totalmente.

Tenemos buenos intérpretes, hay buenos conjuntos y no sé… yo vine a Buenos Aires porque mis padres me dejaron venir y después me llevaron a grabar y después a una radio. Así, de a poco, peldaño a peldaño, empecé a trabajar y actuar. Buenos Aires me dijo que sí, como quien dice, porque el chamamé era como mal visto acá. Entonces me decían por qué cantaba chamamé, por qué cantaba esas canciones. Entonces yo decía que era la música de mi provincia, que es lo que a mí me gusta y lo que yo sé. Eso no quiere decir que no me guste toda la buena música, porque yo he grabado un long play con boleros de Agustín Lara, porque la misma empresa grabadora donde estaba me dijo si me animaba a hacerlo. Yo elegí las canciones. Yo soy muy audaz en eso (risas)”, confesó con una mezcla de picardía y orgullo, al tiempo que aclaró “En ese entonces no se podía venir, porque nuestros padres no nos dejaban venir. Porque Buenos Aires está a más de mil kilómetros de Corrientes. Yo tenía parientes acá, que habían venido a la ciudad hacía bastante tiempo, y ellos también me dieron una mano. Después me fui independizando y bueno… hasta ahora estoy cantando (risas).

Ramona, quien a lo largo de su trayectoria grabó más de 30 discos y participó de numerosas películas, revela que para incluir una pieza en su repertorio le tiene que llegar: “Llegar quiere decir que me pongo dentro de esa canción, estoy con esa canción en todo, de un principio hasta el final”, describe.

Maestra en el arte y en la vida, Galarza se animó a aconsejar a quienes quieren abordar la música litoraleña: “Si él o ella creen que van por buen camino, que hagan cosas. No es nomás cantar porque sí. La afinación es algo muy importante. Y muchos carecen de eso, pero con eso ya se viene de fábrica. Después, si está eso, que busque una buena maestra de canto que le enseñe a respirar y que siga adelante, porque le va a ir bien”, auguró.

Para terminar la conversación, Ramona ensayó una oda a su suelo natal: “Corrientes, como le dije antes, es la dueña del chamamé, pero la compartimos con el Chaco, Formosa está muy influenciada por el Paraguay y tiene sus polcas lindas. Misiones también… amo con todo mi corazón a mi provincia y amo su música por sobre todas las cosas, como amé a mis padres y amo a mi familia”.

Se apaga el grabador y el encuentro llega a su fin. Ella, correntina hasta la médula, es el chamamé mismo. Hace un mes, el Paraná, y el mundo chamamecero lloraron su partida, pero Ramona que ha popularizado los sonidos de su región como nadie, continúa legándonos melodías en cada uno de sus discos porque es, como entona en “Alma Guaraní” : “la voz racial que no morirá, mientras el crisol de algún mbaraka su pena o su amor convierta en cantar”.

Y así, devenida en canto inextinguible, celebramos a Ramona, que no ha muerto, porque se ha vuelto parte del río, del infinito. Porque su nombre figura en algunas de las mejores páginas en la historia del folklore, que no olvidará jamás que ella supo poner al chamamé en el lugar que siempre mereció.

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CHAMAME RAMONA GALARZA

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