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Panorama semanal: Salarios vs. Inflación

El gobierno nacional se lanzó de lleno a tratar de revertir el resultado de las primarias de septiembre, pero el despliegue efectuado con recuperación de ingresos de los sectores más postergados podría finalmente naufragar en el mar de la inflación, empujada por una suba de precios que los grandes productores de alimentos se negaron a discutir.

La nueva versión del gobierno de Alberto Fernández parece estar dispuesto a colocarse inequívocamente al lado de su núcleo de votantes y frente a la intransigencia empresaria se dispuso el congelamiento de precios de unos 1400 productos. Nada que no se hubiera hecho antes en el país y que, como tantas otras cosas, fracasara.

Son tiempos de los poderosos. Los que están contándole las costillas al gobierno del Frente de Todos y que ahora van a darle al conjunto de la sociedad una lección de ortodoxia económica. Primero, el mayor gasto para darle liquidez a los sectores medios y bajos de la sociedad, genera inflación. El índice de septiembre mostró un repunte y, por otro lado, el “mercado” empezó a mover el dólar blue a la suba. Todo ello, terminará empujando precios que ya se movieron en octubre hacia el alza.

Esa inflación terminara devorándose los mayores ingresos dispuestos con lo que es muy posible que esta inyección de liquidez que está aplicando el gobierno nacional termine neutralizándose rápidamente.

Pero como ese deterioro terminará insumiendo un tiempo mayor al plazo que resta de aquí a las generales de noviembre, es más que probable que se produzca la segunda lección. El control de precios trae desabastecimiento.

Es posible que antes de las elecciones se puedan ver faltantes de mercaderías, especialmente las más solicitadas y aquellas en las que el Estado ancló precios para evitar la escalada de la inflación.

Es demasiado evidente que el Frente de Todos no tiene forma de acercar posiciones con los sectores que planean volver a los tiempos del macrismo. Raro, porque se trata de un período en que algunas de esas grandes empresas que no quieren acordar hoy con el gobierno, registraron pérdidas en sus balances. Sin embargo, fue el momento en el que particularmente muchos empresarios se enriquecieron no con el trabajo si no con la bicicleta financiera que le permitió transformar sus pesos en dólares y fugarlos del país dejándole la deuda a la totalidad del pueblo argentino.

Esta cuestión central para entender la disputa económica y el sector al que son relegados los ciudadanos de ingresos medios y bajos es la que no se pude comunicar bien para que el conjunto la entienda.

Es que la abrumadora mayoría de los medios de comunicación están en manos del poder real en la Argentina que no es precisamente el que está al frente de las instituciones.

Claro que el principal problema del país es la insuficiente cantidad de dólares que puedan tranquilizar las demandas del mercado, que hoy con una ínfima posición hacen subir el paralelo y a la vez sus efectos se ven multiplicados por el impacto de las noticias en los medios de comunicación y por la especulación de los empresarios argentinos que aumentan por las dudas.

De allí que el acuerdo con el Fondo Monetario sea crucial para refinanciar las deudas con ese organismo multilateral. A propósito, cuán diferente sería la realidad de nuestro país si los recursos que vinieron al país desde el Fondo no se hubieran fugado. Macri tuvo opciones para frenar la prolongada recesión y si se hubiera animado, a reactivar el país en condiciones muy diferentes a las actuales. Esto revela cuáles son los objetivos de la derecha nacional cuando llegan al gobierno.

Las consecuencias de las medidas que se están tomando se verán en breve. Probablemente después de las elecciones, aun así, parece difícil que se pueda revertir el duro resultado de septiembre. Pero después de las elecciones de noviembre, el Frente de Todos tendrá que seguir gobernando. Si las cosas no le van tan mal en los comicios, con la misma relación de fuerzas en el Congreso, de lo contrario estará obligado a consensuar medidas con la oposición para mantener la institucionalidad.

Por ello es extremadamente mezquino que los principales dirigentes opositores ya hayan descartado la convocatoria al diálogo que planteó el presidente la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Es aceptable que desconfíen del llamamiento a poco de las elecciones, pero una cosa es decirlo que no es el momento o plantearlo para el futuro, y otra muy distinta es un cerrado no como ocurrió ahora.

Es cierto que en este momento todo está teñido por las legislativas que se vienen, pero tanto unos como otros deberán comprender que la vida sigue después de estas elecciones. Y especialmente que, por encima de las estructuras políticas, la que espera es la sociedad que demanda respuestas.

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