Una periodista que trabaja en el canal de Mauricio Macri tuvo la primicia. El presidente participó de los festejos del cumpleaños de su esposa, Fabiola Yáñez en la Quinta de Olivos junto a una docena de personas cuando estaban en vigencia fuertes restricciones para contener la propagación del coronavirus. De inmediato se produjo un ciclón mediático en los diarios, canales y portales opositores y propios y extraños se rasgaron las vestiduras.
Desde la vereda de enfrente Juntos por el Cambio propone un juicio político en el Congreso, del lado propio, los más duros hablan de la ruptura del contrato social.
Lo que hace un poco más de una semana había sido una denuncia en el mismo sentido se vio raleada por la desvergonzada pretensión de los más extremistas de los diputados de Cambiemos de darle un perfil sexual a la visita de algunas periodistas, asistentes y una actriz a la misma Quinta presidencial.
Todos los hechos son ciertos, pero magnificados y en tono de denuncia sirven para alimentar la bronca de las masas opositoras al gobierno, que no pueden salir del presente eterno como si no hubiera pasado reciente o no existiera el futuro.
Tanto la presencia de, por citar un ejemplo, Florencia Peña o la reunión por el cumpleaños de la primera dama. Pero hay un mar de distancia entre los hechos y el delito. Tal vez por eso, la estrategia opositora esta vez no esté sustentada en una denuncia ante la Justicia criminal, sino un “juicio político”.
Este último llevaría la discusión al Congreso, pero con resultado seguro. La oposición no tiene números para provocar la caída del gobierno. Tampoco lo tendrá después de las elecciones. Las encuestas que se publican incluso en diarios como Clarín y La Nación que abiertamente juegan para el macrismo o, en todo caso, lo manejan, revelan que el Frente de Todos tendrá un resultado positivo. Se espera que aumente los números, especialmente en la Cámara de Diputados donde quedaría muy cerca del quórum propio.
El presidente Fernández pidió disculpas por haber estado en la reunión. Tal vez no de la mejor forma. Es acercado precisar que sonaron mejor, con mayor altura, las palabras de admisión que tuvo el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. También es cierto que en la fecha en que se ubica la foto, la provincia de Buenos Aires permitía reuniones familiares con hasta 10 personas. Pero entrar a discutir si había dos más o dos menos terminaría profundizando el problema. Pero una vez que el jefe de Estado brindó sus excusas, bien puede entenderse que es momento de ir hacia adelante.
Es obvio que los principales (y mayoritarios) medios de comunicación seguirán revolviendo la cuestión como la transgresión de mayor gravedad de la gestión actual del Frente de Todos. Sin embargo, ese episodio es apenas una nimiedad si se ponen en el contexto de las visitas que el presidente Mauricio Macri recibió en Olivos durante su presidencia.
Jueces y fiscales que llevaban causas sensibles vinculadas a la entonces oposición se presentaron en reiteradas en fechas clave antes de tomar decisiones, prácticamente arbitrarias y sospechadas de marcada consistencia política.
¿Esto borra lo que hizo Fernández? De ninguna manera, pero revela de manera palmaria la hipocresía de los medios -ahora opositores- que nunca se preocuparon, ya no por criticar los irregulares encuentros del presidente Macri con jueces, sino por lo menos visibilizarlo. Hicieron todo lo contrario, o lo ocultaron, o aceptaron las justificaciones delirantes que hizo el propio ex presidente o sus adláteres.
Esa hipocresía baja a las masas, habitualmente reacios a pensar y con preferencia repetir, como se puede apreciar en las redes sociales. Y es contra todo eso que tendrá que enfrentarse la Argentina en este nuevo período para levantar lo que la vicepresidente Cristina Fernández calificó de “el muerto” en un reciente acto celebrado en Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires.
Es indudable que la reunión en la Quinta de Olivos tiene la enorme repercusión que tiene porque la campaña electoral para las PASO de septiembre está lanzada y porque los medios de comunicación concentrados, que manejan otros negocios como el internet están tirando con todo lo que tienen para frenar al gobierno o al menos a alguna de sus medidas, como la conversión en servicio público del internet, los datos, la telefonía celular y la televisión por cable.
Pero, en poco tiempo la cuestión será historia. ¿Acaso alguien se acuerda que el gobernador Jorge Capitanich hizo un acto presencial en Margarita Belén en marzo a pocos días de iniciarse la cuarentena en 2020?
Pero si eso es todo lo que tienen ahora para cuestionar a Alberto Fernández, es un buen síntoma. El gobierno, que intenta sacar al país de la recesión heredada de los cuatro años de macrismo está encaminado y buen resultado electoral en las elecciones de medio término terminarían de posicionarlo, a la vez que el resultado promete abrir una fuerte grieta en la interna opositora. Cambiemos o Juntos por el Cambio tendría una fuga de la extrema derecha hacia los denominados sectores “libertarios”.
El radicalismo puede ser también un factor de desestabilización del PRO si Facundo Manes se impone en la provincia de Buenos Aires, pero el resultado general, si se confirman las encuestas, podría transformarse también un boomerang para el jefe de Gobierno porteño. Efectivamente, Horacio Rodríguez Larreta, se ve como presidenciable, y ha tomado decisiones en el armado porteño y bonaerense. Un resultado no esperado volvería a horizontalizar el debate sobre el candidato opositor para el 2023.
Lo bueno es que queda poco para las elecciones y que más allá de lo que digan los medios o los dirigentes, la gente está a menos de un mes de expresarse en las urnas. Será una primera prueba, pero también lo fue en agosto de 2019, cuando Macri soñaba con la reelección. Afortunadamente una fantasía que la gente trucó con el voto. ¿Y ahora?
