A días del inicio de un nuevo año, el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, instó a tener una actitud de agradecimiento por el que pasó, ya que "el nuevo año puede ser bueno en la medida que uno se afirme en algo bueno que vivió".
El prelado consideró que esta actitud "no es ingenua, sino crítica" y que "no parte de los elementos negativos con los que uno tropieza a diario, como el económico, el social o la pandemia, porque si lo primero que nace del corazón son esas cosas negativas va a ser difícil que se construya, sobre esa base negativa, algo positivo. Eso pasa también en los vínculos interpersonales, empezando por lo básico de la pareja humana".
Por ello "tenemos que hacer un esfuerzo consciente de mirar hacia atrás y ponerles palabras a las cosas positivas. Es un ejercicio que exige cierta disciplina porque espontáneamente nos nace: ¡Uy, por fin termina este año! y llegamos al próximo y lo terminamos igual".
"Es un reto pensarnos como sociedad desde la periferia hacia el centro".
Consideró que "las cosas negativas son oportunidades para poner en acción en nosotros las capacidades para poder superarnos. Ojalá podamos terminar el año agradeciendo y empezar el otro con una visión crítica, no ingenua, sabiendo que hay cosas muy de fondo que tenemos que ir superando, sobre todo en lo que hace al modo de tratarnos. Lo aplico a la realidad, primero a la más próxima, la familiar, pero a partir de ahí también a la comunitaria, en todas las maneras de la convivencia humana, tanto en la Iglesia como en la convivencia social, política, económica. Tenemos que tratar de ver qué hay de bueno en el otro porque solo a partir de eso podemos caminar juntos".
Solidaridad
Monseñor Andrés destacó el rol fundamental de la solidaridad de la comunidad y de distintas organizaciones hacia los que menos tienen, en un contexto de crisis económica y social como la que atraviesa el país.
"Si no fuera por eso, nuestro país hubiese estallado hace rato", resaltó y consideró que la ayuda que se brinda a los más necesitados "es el cable a tierra de una convivencia social resiliente, a pesar de las adversidades fuertes que golpean mucho. Si no fuera por esa solidaridad, la gente no hubiera soportado esta situación económica que estamos viviendo, sobre todo en la zona más periférica".
"Es maravilloso, pero también un desafío grande. Es un reto pensarnos como sociedad, no desde el centro hacia la periferia, sino de la periferia hacia el centro. Ahí tendrían que estar puestas todas las fuerzas para que la gente que está al margen de los bienes comunes puedan acceder a ellos", dijo en diálogo con La Red Corrientes.
Expectativas
El arzobispo expresó su deseo de "un año lleno de bendiciones y ojalá que esa bendición se exprese a través del compromiso de cada uno, sobre todo de los responsables de la vida social y política, en una atención privilegiada a aquellos que sufren las consecuencias de la situación económica, que todo da la impresión de que se va a agravar un poco más. Ojalá que el año político lo transitemos en paz y con altura humana".