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Expectativa por posible gestación, tras encuentros de pareja de nutrias gigantes reintroducidas en Iberá

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Crédito: 152136

“Alondra” y “Coco” son ejemplares hembra y macho de nutrias gigantes introducidas a mediados de 2019 y a principios de 2020 respectivamente en el corazón de los Esteros del Iberá. A dos meses de su primer encuentro, se empezó a observar un leve crecimiento de las glándulas mamarias de la hembra, lo que pone en alerta de una posible gestación en curso, que significarían los primeros cachorros de nutria gigante nacidos en Iberá después de décadas de ausencia.

 

Tras un largo viaje desde Dinamarca y luego de pasar por un periodo de cuarentena, Coco, un macho de nutria gigante, desembarcó el 2 de febrero en la Isla de San Alonso, en el corazón de los Esteros de Iberá. Allí lo esperaba Alondra, una hembra proveniente de Hungría llegada en julio de 2019, en el corral de presuelta.

 

El corral de presuelta es un gran recinto diseñado para albergar ejemplares de la especie, para facilitar la formación de un grupo familiar y permitir su reproducción. También para que estos animales, provenientes de cautiverio, se adapten de a poco a la vida en condiciones de libertad.

 

Este corral se encuentra ubicado a orillas de la Laguna Paraná, y cuenta con una porción de tierra firme con árboles y vegetación baja y otra porción de agua. Posee además dos zonas de manejo interconectadas con guillotinas, las cuales se comunican al especio principal.

 

Allí se llevó a cabo el procedimiento de unión de ambos ejemplares, lo cual requiere la aceptación mutua. Para ello, se cuenta con la visita y el asesoramiento de la Dra. Caroline Leuchtenberger, brasilera experta en comportamiento de nutrias gigantes silvestres y miembro del grupo especialista en nutrias de la UICN. Con mucha expectativa, y contemplando que el proceso pudiera tomar su tiempo o incluso tornarse violento, se liberó a Coco en uno de los recintos de manejo.

 

El proceso de reconocimiento se desencadenó con total tranquilidad. Ambos mostraron en todo momento un comportamiento receptivo, por lo que se decidió en el transcurso del día hacer efectiva la junta y liberar a ambos en el recinto principal.

 

A partir de entonces, la pareja ha sido inseparable. La alimentación con pescado y pollo congelados intercalados con presas vivas, capturadas en la región, es parte de la dieta diaria de estas nutrias. Cabe destacar que, si bien ambos individuos no tenían antecedentes de ser alimentados con presas vivas, han mostrado un buen desempeño a la hora de pescar. Alondra, por llevar más tiempo en el corral, es una excelente cazadora, mientras que Coco, al contar con menos experiencia, continúa perfeccionando su técnica.

 

Además de las raciones diarias ofrecidas, pasan gran parte del tiempo buscando alimento (estimulados por pequeños peces y aves que ingresan al corral), e interaccionando con especies como el yacaré y el carpincho, entre otras, a través de la malla del corral. Después de cada comida, llega el momento de los juegos y siestas al sol que pueden duras varios minutos hasta incluso horas.

 

Se pudo comprobar que Coco y Alondra mantienen su instinto natural, al haber construido una madriguera que supera los 3 metros de largo y que constantemente están utilizando tanto para descansar, como para refugio ante una amenaza percibida (una lancha que se acerca o el ruido de un tractor trabajando).

 

Estos comportamientos son observados directamente o a través de una cámara trampa ubicada en el ingreso de la misma.

 

Se conoce que los lobos gargantilla en estado silvestre utilizan varias madrigueras y que durante la crianza suelen trasladar a sus crías de una a otra. Por esta razón, además de la madriguera natural realizada por ellos, se les colocaron en el corral dos madrigueras de madera y una tercera realizada en plástico y chapa de zinc, adaptada con un recubierto de tierra y vegetación.

 

Ya transcurrieron unos 62 días desde aquel primer encuentro entre Coco y Alondra y, desde algunas semanas, se empezó a observar un leve crecimiento de las glándulas mamarias de la hembra, lo que pone en alerta de una posible gestación en curso, la cual suele durar alrededor de 70 días.

 

Consecuente a esta evidencia, el equipo se prepara para una posible etapa de cría y espera con gran expectativa a los primeros cachorros de nutria gigante nacidos en Iberá después de décadas de ausencia.

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