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Es chef ejecutiva, nació en Corrientes y estudió en París

La chef Paula Méndez Carreras fue recientemente entrevistada por la revista Noticias, donde definieron a su provincia, Corrientes, como su lugar inspirador.

“Vengo de una familia correntina-libanesa donde se cocinaba todo el tiempo. Recuerdo a mi tía Marita, a mi abuela y a mi bisabuela en la cocina. Se hacía pato a la naranja, mi abuelito hacía una carne salada con paprika y pimentón que colgaba en el lavadero, mi tía hacía los quesos, mi abuela los chutney de frutas, chipá. Mi bisabuela hacía los fideítos con su palo de amasar, que todavía conservo, sentada en su silla de ruedas. Había bananos, paltas, mangos, café. Todo estaba lleno de aromas. Fui muy mimada, la primera nieta y bisnieta de la familia. Era como una princesa correntina. A los siete años le pregunté a mí tía: ‘¿Cuándo voy a ser cocinera como vos?’. Esa era mi infancia en Corrientes. Pura felicidad”, recordó Méndez Carreras.

Trayectoria

Ella estudió en la prestigiosa escuela Le Cordon Bleu de París, donde obtuvo sus diplomas en Cocina y Pastelería, y luego continuó en Londres, donde obtuvo el Grand Diplóme “Le Cordon Bleu”. Trabajó y vivió en París, Londres, Nueva York, Líbano, Singapur y Australia. Fue chef ejecutiva en varios restaurantes franceses de Buenos Aires y consultora de La Bamba de Areco.

Tuvo sus programas en el canal El Gourmet y hace doce años se mudó con su familia a San Antonio de Areco. En abril de este año abrió Corazonada, su primer restaurante, que atiende de miércoles a sábado al mediodía y para eventos especiales. Además, da clases de cocina.

Inspiraciones

Cuando le preguntaron a Méndez Carreras por sus inspiraciones por fuera de la cocina, la mujer volvió a recordar a Corrientes. “El arte, mis amigas, nadar, hacer gimnasia al aire libre, caminar, ir al campo de mi abuela. Me inspira mucho ir a Corrientes. Cuando entro a la casa de mi abuela, escucho su voz, aunque ella ya no está”, respondió.

París

“Fui al Liceo Francés, muy estructurado y exigente, y no soportaba esa filosofía de vida. Entonces, me encerraba en la biblioteca del liceo para ver las revistas francesas que llegaban y me guardaba las recetas de cocina. Después del secundario empecé Historia del Arte y Decoración, pero no terminé. Un día me consiguieron un contacto en el Hotel Plaza y ahí empecé en la cocina picando perejil y pelando papas, en el año 1992. No me pagaban, trabajaba varias horas por día, pero yo quería aprender a cocinar. Ese era mi camino y no tenía dudas. Mi mamá tenía un novio en ese momento que era conde y él me dijo que me iba mandar a la mejor escuela del mundo. Así llegué a Le Cordon Bleu de París”, detalló la mujer.

Y agregó: “Ya había viajado a Francia a los 16 años. Francia es mi cuna, desde los cuatro escucho hablar francés, y cada vez que voy me siento como en mi casa. Antes de llegar a París, había trabajado dos años en diferentes cocinas y había visto a cocineros como Mallman, Beatriz Chomnalez, Dolly, y eso me sirvió mucho. Con esa base llegué a Le Cordon Bleu, una escuela impresionante y aggiornada, donde aprendí las distintas técnicas y los valores de ser cocinero. Cocinar allá fue todo para mí. Además, hice stage en Le Bristol Hotel y en la pastelería de Gérard Mulot”.

San Antonio de Areco

“Habíamos vuelto a Buenos Aires con mi familia después de estar cinco meses en Australia, pero ya no queríamos seguir viviendo en la ciudad. Y un día surgió la posibilidad de venirnos a vivir a San Antonio de Areco y no lo dudamos. Íbamos a venir a hacer un proyecto de flores comestibles, una huerta, y no pudimos lograrlo, pero igual nos quedamos. Alquilamos una casa que estaba hecha bolsa y mi tía Marita me la pintó y me la arregló. En el fondo había un garaje medio horrible y lo pusimos divino y ahí hice mi cocina. Y esa cocinita con una mesa para ocho personas fue Corazonada desde 2010 hasta 2014. Además, daba clases de cocina. Después nos mudamos de casa y, además, compramos esta otra casona increíble con la idea de poner ‘Corazonada’. De hecho, cuando podamos una higuera divina que hay en el fondo del jardín encontramos un corazón en el centro de la rama. Fue una corazonada venir a San Antonio de Areco. Agradezco a Dios que conocimos este lugar que nos recibió tan bien, que tenemos vecinos tan lindos y tan buena gente. Es muy agradable, una vida simple que te conecta con lo más profundo”.

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