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En Corrientes, hay casi 200 chicos que buscan familia y solo 60 legajos

La historia de Ana y su adopción en Navidad se hizo viral en todo el país y este nuevo caso en Corrientes volvió a exponer la importancia de dar una familia a niños y niñas mayores de ocho años. Hace ya un tiempo que el Poder Judicial fomenta la adopción de chicos grandes y adolescentes, así como también de grupos de hermanos o personas con discapacidad. En este marco, el juez de Familia, Niñez y Adolescencia, Edgardo Frutos, habló de la campaña de concientización durante el 2022 y de los que aún esperan por un hogar.

"El año pasado hubo una fuerte campaña con respecto a convocatorias públicas; este es el último auxilio que requiere el juzgado para buscar una familia a un niño o adolescente cuando no se encuentra una disponible dentro de los inscriptos. En la provincia, como también en el país, hay una limitada nómina de legajos disponibles para adoptar a niños de 7 años en adelante", comentó ayer Frutos a República de Corrientes.

En Corrientes, hay 60 legajos o familias inscriptas, pero solo el 1.6 % está dispuesta a recibir adolescentes hasta 15 años. Además, de este total, "hay un solo legajo que está disponible para adoptar a un adolescente mayor de 15 años".

Si bien no hay un número actualizado de la cantidad de chicos que esperan por una familia, sí dijo que en la provincia serían "unos 180 niños y adolescentes". En el país, este número llega a casi 2.000.

"El 70 % de estos chicos tienen más de ocho años y algunos de ellos presentan algún tipo de discapacidad. Además, en el país hay 2.345 legajos, según el último relevamiento presentado en octubre", precisó Frutos.

Por otra parte, recordó que en su juzgado se inició hace poco tiempo atrás la guarda de cuatro hermanos de Curuzú Cuatiá.

"Quiero desmitificar que solo se puede paternar a bebés; se puede ser padres de niños grandes y adolescentes. Los vínculos que se generan son muy buenos y las satisfacciones, muy afortunadas. Hay prejuicios con que los chicos grandes están cargados de una historia, pero no es así. Ellos construyen su personalidad según lo que viven, no es algo genético. La Justicia debe brindar información y posibilitar la adopción de chicos más grandes", dijo Frutos.

También remarcó el papel que cumplen los medios de comunicación y espera que en este 2023 continúe la promoción de las inscripciones. Recordó que las personas interesadas tienen entrevistas por profesionales y piden requisitos mínimos para anotarse: el domicilio, no tener antecedentes penales y una solvencia económica suficiente para sostener los gastos básicos de los chicos.

"Hemos visto muchos casos de adopción, estoy hace 15 años en la Justicia y hace tres años que soy juez. Hay quienes fueron adoptados cuando eran niños y hoy que tienen 20 años pasan por el Juzgado a saludarnos. Fue el caso de un chico de 9 años y de una adolescente de 17 que ahora ya tiene 22. La joven nos toca bocina cada vez que se va a estudiar su profesorado", contó.

Respecto a la joven, agregó que "ella ya había estado con una familia adoptiva y por un problema de quien era su mamá no biológica tuvo que regresar (a ser institucionalizada), eso a ella la frustró mucho". La adolescente prefirió conservar su apellido biológico y se adicionó el apellido de los padres que actualmente la adoptaron.

"Una cosa es querer ser padres y otra diferente es querer ser padres adoptivos. Tenemos que asegurar una familia a ese niño o adolescente y no asegurar un hijo a padres. Tenemos que priorizar a los chicos", sostuvo.

Los que fueron adoptados a muy temprana edad tienen el derecho y los padres adoptivos, la obligación de contarles que ellos no son su familia biológica. El juzgado guarda los expedientes y ellos pueden verlos porque han sido adoptados y saber quiénes eran sus padres de origen. Para ello, hay una preparación con psicólogos tanto para los menores de edad como para los adultos.

Unos pocos días antes de la Nochebuena, el magistrado Frutos buscó contarle a Ana, que iba a ser adoptada, a través de un relato de Navidad. Disfrazado, con un gorro navideño, otorgó la adopción definitiva de la niña a un matrimonio a través de una audiencia.

"Un milagro para Ana fue un cuento que habló de la sentencia de adopción, de un proceso de vinculación de seis meses que se hizo con mucho trabajo. En ese proceso se integró a la niña con la familia desde la interdisciplina para consolidar ese lazo afectivo", recordó.

En el cuento se relata de una manera amena el proceso de adopción, teniendo en cuenta la historia de la niña. También se buscó renovar el espíritu navideño y el transitar hasta que llega a conocer al juez y a la jueza de menores, que logran enlazar el vínculo. El magistrado remarcó que se posiciona a la niña como "sujeto de derecho", y el nombre de ella en el cuento no es el real.

"En el proceso de Ana se puede ver la vocación del matrimonio por ser padres de una nena de ocho años. Tuvieron un vínculo directo. Ella es una niña independiente, que conoce su historia. Preparamos a la nena, pero también a la familia. Antes de todo esto le había preguntado a ella qué era lo que más soñaba y anhelaba, y me dijo: una familia", contó el juez Frutos.

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