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El guacamayo de Lear y la esperanza de ver a un gran azul en Corrientes

Hubo una vez en que los cielos correntinos se teñían de matices azulados. Eran las plumas del gua’a hovy, nombre con el que los guaraníes llamaron al guacamayo glauco o violáceo. Esta especie era muy similar, salvo en el plumaje, a su pariente rojo y según las crónicas del explorador español Félix de Azara, a principios del 1800, era común verlo en las costas de lo que hoy es la Capital correntina. Lamentablemente, en la actualidad se lo considera extinto, pero un ambicioso proyecto podría devolverle sus colores a la provincia.

La fundación Rewilding Argentina, responsable de la recuperación de especies extintas en su ambiente natural, ahora trabaja en la posibilidad de traer a un guacamayo, pariente del desaparecido gua’a hovy, para un objetivo claro. Lo explican como «restauración de interacciones ecológicas» y consiste en completar los ecosistemas naturales por medio de la reintroducción de especies clave en esos procesos.

En la provincia, el guacamayo glauco o violáceo cumplía un rol de suma importancia en el ecosistema. Como sus pares de otras especies, se especializaba en consumir frutos de palmeras, como la yatay y la pindó. «Su extinción afectó una importante interacción ecológica con estas especies vegetales porque al consumir estas frutas, dispersaban sus semillas», explicaron los especialistas del Rewilding.

También aclararon que, si bien no pueden recuperar a la especie original, si se puede trabajar en la recuperación de esa interacción ecológica. Eso es lo que pretenden lograr ahora con el guacamayo azul de Lear.

Según explicaron desde la Fundación, esta variedad que habita en el Nordeste de Brasil, estuvo a punto de extinguirse, pero gracias a los esfuerzos de conservación en el vecino país, hoy goza de poblaciones silvestres saludables, además de contar con poblaciones en cautiverio.

De concretarse este proyecto, el guamayo de Lear podría reemplazar al extinto gua’a hovy y así, el ecosistema regional estaría más completo, sano y funcional. Y todo marcha de la manera esperada. Parte del equipo que trabajó en la reintroducción del guacamayo rojo al Iberá, viajó a la región de Brasil, donde el Gobierno, junto con diferentes instituciones conservacionistas, trabaja para salvar y recuperar a la especie de Lear.

«El intercambio de experiencias entre organizaciones que trabajamos en proyectos similares resulta clave para mejorar el éxito», aseguró una de ellas.

La esperanza crece y tiene un adicional: hay evidencia científica que indica que tanto el violáceo como el de Lear, pertenecen a la misma especie. De ser así, este trabajo incansable, le devolvería a Corrientes una de las aves más vistosas que una vez supo tener.

¿Qué le pasó al gua’a hovy?

Hay varias explicaciones que se tejieron alrededor de la desaparición del guacamayo, también llamado arará violáceo. Avistado por el explorador español, Félix de Azara, hacía 1805, años después, la población comenzó a declinar al punto que, para mediados de 1900 ya casi no se podía ver a ninguna de estas aves, que hasta entonces eran tan comunes incluso en los alrededores y las costas de la ciudad de Corrientes.

La página Animales en Peligro de Extinción, indica que los factores clave fueron: la pérdida de hábitat y la captura para el comercio de aves enjauladas.

En otros casos, las posibilidades se barajan entre una decadencia natural, un agotamiento genético de la especie y tal vez incluso de una catástrofe natural provocada por una epizootia, que es un brote de una enfermedad que ataca a una o varias especies de manera prácticamente fulminante.

Los grandes rojos del Iberá

«Paprika, Ají, Jengibre, Canela y Curry son los cinco nuevos integrantes del monte del Portal Yerbalito del Parque Iberá. Aquí uno de los montes más grandes de Iberá sufrió los efectos del fuego, pero estos cinco grandes dispersores de semillas son los nuevos aliados para acelerar su recuperación», así los presentaban los especialistas del Rewilding, en julio, cuando los liberaron.

Estos ejemplares fueron traidos de Escobar, Buenos Aires. Luego, estos individuos pasaron un período de cuarentena y entrenamiento de vuelo en las instalaciones del Centro de Conservación Aguará, en Paso de la Patria.

Ahora, «los condimentos» empezaron a formar parte del monte del Portal Yerbalito. «El gran rojo vuelve a colorear los cielos del Iberá, aportando a la funcionalidad de este ecosistema y a la prosperidad de las comunidades que la rodean», completaron.

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FUNDACIÓN REWILDING GUACAMAYOS

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