Las conclusiones versan sobre la ecología integral, el rechazo a la evangelización colonialista, la ordenación de hombres casados.
El Sínodo de la Amazonía se realizó en el Vaticano, en octubre pasado. La Asamblea tuvo como tema: “Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, y reunió a más de 250 personas, entre ellas numerosos expertos e invitados especiales. Entre los asistentes se encontró el fray Sebastián Robledo, a cargo del Convento San Francisco de Corrientes.
El viernes, el fray realizó la presentación de las conclusiones en el salón Josefa Rosello, ubicado en Pellegrini 1057, donde dio a conocer el documento final y brindó algunas reflexiones al respecto. De la actividad también participó el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, y fue su primera aparición pública tras su retiro por unos meses para someterse a un tratamiento médico.
Los puntos sobresalientes abordan la ordenación de hombres casados para zonas remotas de la Amazonia, el impulso de la mujer como dirigente de la comunidad, la toma de decisiones de los laicos, el rechazo a la evangelización colonialista, entre otros. El fray señaló que las cuatro conversiones que pidió el Sínodo son pastoral, cultural, ecológica y sinodal.
Uno de los puntos fuertes que se han planteado fue la posibilidad de “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterio, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica”.
Además, los padres sinodales han reclamado que las mujeres “puedan recibir los ministerios del lectorado y acolitado” y la creación “del ministerio instituido de la mujer dirigente de la comunidad”, pues consideran necesario “fomentar la formación de mujeres en estudios de teología bíblica, teología sistemática, derecho canónico, valorando su presencia en organizaciones y liderazgo, dentro y fuera del entorno eclesial”.
Asimismo, destaca la necesidad de fortalecer y ampliar los espacios para la participación del laicado, “ya sea en la consulta como en la toma de decisiones, en la vida y en la misión de la Iglesia”. También señalan que la ecología integral “no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en este territorio” sino “el único camino posible”, pues no hay otra senda viable para salvar la región.
Los obispos expresan su rechazo “a una evangelización de estilo colonialista” y expresan que la Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse de las nuevas potencias colonizadoras “escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su actividad profética”. También proponen a los centros de investigación y pastoral que estudien “las tradiciones de los grupos étnicos amazónicos” para defender su identidad y cultura a través de “acciones educativas” que favorezcan la inculturación.
Otra de las propuestas importantes realizadas en dicho documento ha sido la de incluir “el pecado ecológico. Proponemos definir el pecado ecológico como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente”, señala el documento final.