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Debemos tratarnos con más cariño, respeto y disposición, instó la Iglesia

Con la misa concluyó la atípica Peregrinación Juvenil del NEA que se realizó de modo virtual por la pandemia, de la cual en la homilía el Obispo auxiliar de Corrientes instó a convertirla en una oportunidad "para darnos cuenta que todos vivimos en la única casa grande" por lo que el trato en las relaciones humanas, dijo, debe ser diferente y "socorrer a los pobres y a los que más sufren". Al concluir la celebración, para sorpresa de todos, fue el Arzobispo quien anunció la emisión de un video con el saludo del Papa que envió para los participantes de este acontecimiento entre quienes uno, en representación, proclamó el nuevo Manifiesto.

Concluyó la inesperada, por lo inédita, 41ª Peregrinación Juvenil del NEA 2.0 a la Basílica de Nuestra Señora de Itatí, ya que por la histórica pandemia del coronavirus debió ser virtual, es decir con participación a través de emisoras radiales y las redes sociales, en cuya misa de cierre el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Corrientes, José Adolfo Larregain al apuntar los cambios que produjo en todos los órdenes de la humanidad, destacó que deben ser "una oportunidad para darnos cuenta que todos vivimos en la única casa grande, que todos somos de alguna manera peregrinos y que tenemos que tratarnos con más cariño, respeto y disposición para socorrer a los pobres y a los que más sufren".

En la homilía que pronunció monseñor Larregain en la celebración eucarística que presidió el arzobispo, Andrés Stanovnik, indicó que "este año, debido a la pandemia, no podemos peregrinar como lo hacíamos en años anteriores hacia la Basílica de Nuestra Señora de Itatí. Sin embargo, el Covid no impidió pensar en cómo acercarnos a nuestra Madre de manera virtual y compartir desde nuestros hogares bajo el lema: Cristo vive y con María lo anunciamos".

Manifestó que "pensando en ustedes, queridos jóvenes peregrinos, la peregrinación me sugiere tres cosas: peregrinamos a casa; peregrinamos juntos; peregrinamos rezando. A casa, juntos y rezando", sintetizó para luego ahondar en el sentido de esas palabras, sobre la cual sostuvo por la primera de ellas que "ante todo, sentimos que peregrinamos a un lugar muy familiar, como es la casa de nuestra Madre, y como es de Ella es también nuestra. En su casa nos reconocemos como hijos y como hermanos. ¡Qué lindo es encontrarnos con una madre! Especialmente en estos tiempos de tristeza, de aislamiento, oscuridad, ¡qué bien estamos aquí!"

En segundo lugar, respecto a peregrinar juntos y advertir que "la peregrinación, aunque sea virtual, es muy real si dejamos que Jesús peregrine con nosotros y lo dejamos que se quede entre nosotros", aseguró que "es un tiempo de gracia y de encuentro, de celebración personal y comunitaria: con Dios, la Virgen y nuestros hermanos. Aprendemos a conocernos más, aceptarnos y querernos. Lo hacemos peregrinando porque es un modo muy particular de sentir que no somos individuos aislados, sino que en cada canto que cantamos, en cada meditación y momentos de silencio, no estamos solos… desde casa, de donde salí y hacia la que regreso", en un claro simbolismo del nacimiento y el transcurso de la vida hasta el encuentro definitivo con Dios.

En tercer lugar, el rezar en la marcha, expresó que "rezamos con todos y en esa oración el peregrino pone toda su vida: cuerpo y alma. Es una oración sencilla y confiada que la hacemos unidos a todo el Pueblo de Dios. Mientras peregrinamos, queremos agradecer a Dios el año transcurrido, el don de la vida y la salud, el estudio, y los amigos y amigas".

UNA OPORTUNIDAD

Fue entonces cuando, con especial énfasis subrayó que en este año "tan difícil y tan diferente" a los anteriores, "nuestra oración se convierte también en un clamor que llegue al corazón de nuestra Madre para que nos cuide y nos enseñe a cuidarnos entre todos; que los cambios muy profundos que se están dando: cambios mundiales, sociales, económicos, celebrativos, etcétera, sean una oportunidad para darnos cuenta que todos vivimos en la única casa grande, que todos somos de alguna manera peregrinos y que tenemos que tratarnos con más cariño, respeto y disposición para socorrer a los pobres y a los que más sufren".

"Para nosotros y para todos, pedimos, por intercesión de María, que su presencia materna nos de la fuerza y esperanza necesarias para poder continuar por el camino de la vida. La miramos, nos tomamos de la mano de María de Itatí, aquí presente y seguimos caminando en lo cotidiano con una esperanza nueva", agregó.

MENSAJE BÍBLICO

Ya al referirse a los textos bíblicos de este domingo, comentó "cuánta luz" brindan para esta peregrinación, ya que en la primera lectura que corresponde al profeta Isaías, "cinco veces aparece la palabra 'camino'. A la par cinco veces la palabra 'plan'. Ambas expresiones se complementan para oponer los del 'Señor' a los de 'los hombres'. Este pensamiento nos exhorta a confiar en el Señor sabiendo que nada escapa a su previsión y que sus designios tienen un sentido, porque es 'justo en todos sus caminos', como hemos escuchado en el Salmo. Es tarea nuestra ser buscadores de Dios y de su voluntad, dejarnos encontrar por Él", alentó.

HAY DOS CAMINOS

Consecuentemente, "seguir sus caminos implica sintonizar con Él y comprometernos con el proyecto de su Reino: artífices de justicia, constructores de paz, testigos de la verdad, compromiso con la casa común, que es de todos, la tenemos que cuidar, respetar, valorar. Está en nosotros qué camino queremos elegir, como muy bien nos dice la Didajé -Enseñanza de los doce Apóstoles-: "Hay dos caminos, el de la vida y de la muerte y grande es la diferencia que hay entre los dos. Elige el camino de la vida y vivirás".

En la segunda lectura, reflexionó el Obispo: "San Pablo vive una profunda disyuntiva, se siente tironeado. No sabe qué atesorar como más importante: morir para vivir o vivir para morir: Para mí la vida es Cristo y morir significa una ganancia". Ambas se complementan y son realidades en el apóstol. Vivir para seguir a Jesús implica un morir todos los días al hombre viejo: "soy yo más no soy yo, es Cristo quien vive en mí". ¡Qué fe la de Pablo, que vive apasionadamente el día a día en perspectiva creyente que hace que lo verdaderamente terrible sea el perder la comunión con Cristo!", exclamó, para luego abordar el mensaje del Evangelio del día en el que Jesús utiliza una comparación de Dios y de los seres humanos con el propietario de una viña y de los obreros que busca para trabajar allí.

"Hemos proclamado el evangelio de la parábola de los obreros en la viña, como generalmente se la suele llamar. Es una parábola sorprendente y provocativa. Desde el ángulo de la mirada del amo bueno y generoso tenemos algunos aspectos interesantes para el hoy de cada uno de nosotros: nos deja un mensaje sobre Dios Padre, sobre las actitudes de Jesús y un mensaje para los discípulos", expuso y continuó: "Sobre Dios Padre, su bondad es infinita, rompe nuestros esquemas y criterios: "Los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos". Su bondad y su justicia no se identifican con nuestras medidas humanas: "¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?" La relación con Dios no es mercantil ni laboral: peón-patrón, empleado-empleador, contratista-cliente. ¡Cuánto daña imágenes asociadas a estas miradas!", volvió a exclamar monseñor Larregain.

CAMBIAR CRITERIOS

Respecto "a su Hijo Jesús, la actitud es de salir, recibir, acoger a los pecadores y marginados, a los que no tenían lugar, los despreciados. Esta actitud no es comprendida, se la critican, desata ira en aquellos que se consideraban los herederos exclusivos de las antiguas promesas de la salvación", en tanto por su parte "los discípulos se pueden confundir y puede aparecer envidia en lugar de gratitud ante el Padre que perdona y recibe a todos. Es una opción muy grande que hay que hacer, un camino de conversión profundo, cambiar criterios en la cabeza y el corazón. La relación de Dios con nosotros es de Padre, de amor y gratuidad. Es un misterio de amor insondable que rompe todos nuestros cálculos".

NO A INTERESES MEZQUINOS

"Esta es la buena noticia que nos anuncia Jesús: nos invita a acoger el amor gratuito de Dios y a construir entre nosotros relaciones profundas, fundadas en la bondad y gratuidad del amor en lugar de oscuros y mezquinos intereses atravesados por la cizaña de la envidia, miserias, ambiciones, avaricias y egoísmos", enumeró Larregain y concluyó, entre otros conceptos con un efusivo "Queridos hermanos: ¡Cristo Vive y con María lo anunciamos: queremos ser sus testigos!"

PARA DESTACAR

ITATÍ. Al inicio de la misa de la 41ª Peregrinación Juvenil del NEA y por cumplirse los 40 años de la Pastoral de Juventud de la región, un grupo de jóvenes, en representación de todos sus congéneres, presentó al altar una bandera con el logo que los identifica.

Antes de finalizar la celebración, el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, quien la presidió, anunció que recibieron un saludo muy especial, "un peregrino que por primera vez se une a caminar con nosotros, y además tuvo la delicadeza fraterna de enviar un video" a monseñor Ángel José Macín, referente de la Pastoral de Juventud del NEA; se trata del Papa Francisco", dijo con satisfacción el Pastor mayor de la Iglesia en Corrientes.

Cabe destacar de igual manera, que el medio informativo local, Noticias Itateñas, transmitió la misa en directo por Facebook Live, la que fue seguida por cientos de usuarios de distintos lugares de la Argentina y el mundo.

Manifiesto: aparecieron nuevas dificultades y se profundizaron las que ya se vivían

Una vez más, los jóvenes de la Región NEA nos encontramos en torno a la tiernísima presencia de María en Itatí. Presencia maternal que es aguijón y caricia a la vez, presencia que nos impulsa y nos contiene, nos envía a la misión y nos sostiene en ella, presencia cercana y amorosa imprescindible en estos tiempos de tantas distancias.

Mientras iba avanzando la certeza de que este año la peregrinación no iba a poder ser realizada de la manera tradicional, nuestro corazón se llenaba de preguntas y angustias. La pandemia hizo que todos nos encontráramos asustados y perdidos, frágiles y desorientados. La tempestad desenmascaró nuestra vulnerabilidad y dejó al descubierto las seguridades falsas y superficiales con las que solemos construir nuestras agendas, nuestros proyectos y prioridades. Todo parecía oscurecerse, pero, en la noche, el corazón creyente espera el brillo de la aurora.

Y así, Madre, heridos de ansiedad, buscando compasión, venimos nuevamente a tu altar en peregrinación. Llegamos, y en tu paz descansa nuestro corazón. Te hablamos y, al rezar, nuestra voz se hace canción. Necesitamos saber que estás, curando el alma de nuestro pueblo, sanando el corazón de los jóvenes.

Nuevamente te necesitamos, Madre querida, ya que no sólo nuevas dificultades han aparecido en nuestra vida, sino que se han profundizado aquellas que ya veníamos viviendo hace largo tiempo. Muchos de nuestros hermanos jóvenes padecen la marginación y la exclusión social. Pobreza, desocupación, sinsentido, adicciones, suicidio, violencia… son solamente algunos de los rostros sufrientes de cada vez más pibes de nuestra región.

No queremos ser una Iglesia que no llora frente a estos dramas de sus hijos jóvenes. Hermanos, nunca, jamás, nos acostumbremos a estas situaciones de dolor. Quien no sabe llorar no es madre, por eso, nosotros queremos llorar para que la sociedad también sea más madre, como María, para que en vez de matar aprenda a parir.

Lloramos cuando recordamos a nuestros hermanos jóvenes que ya han muerto por la miseria, la violencia, la enfermedad o la tristeza del sinsentido. Ese dolor no se va, camina con nosotros, porque la realidad no se puede esconder. No queremos estar anestesiados con otras noticias, distracciones o banalidades.

Queremos ser una comunidad que haga resonar las Bienaventuranzas de Jesús en esos corazones sufrientes, con gestos y ayuda concretos, abrazando siempre a la vida como viene y dando la esperanza de la Vida abundante del Resucitado.

Esa es la buena noticia que se nos regaló en la mañana de la Resurrección: que de todas las situaciones oscuras o dolorosas hay salida. Jesús siempre sale a nuestro encuentro para transformar nuestro luto, nuestro dolor en alegría. Podemos sentirnos débiles, cansados, desilusionados; pero con Jesús nunca falta la esperanza. Jesús, lleno de vida, siempre puede hacer nuevas todas las cosas en nosotros. Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada.

Y esa fe que siempre espera en Jesús, se traduce en fe y esperanza en nuestra juventud. Estamos convencidos de que cada uno de nosotros, jóvenes, tiene en su interior un profundo deseo de Dios, hermosos sueños de fraternidad y valiosos talentos. Es por eso que tenemos que atrevernos a ser más, atrevernos a ser lo que Dios nos llama a ser, y así ser plenamente nosotros mismos. No privemos a los otros, al mundo y a la Iglesia de ese aporte que solo cada uno de nosotros puede hacerle, siendo únicos e irrepetibles. Solo de esta manera, podremos ser felices, podremos brillar y encender luces en los otros.

Dejándonos acompañar por Jesús y por tantos testigos suyos, queremos también nosotros hacernos compañeros de camino de tantos jóvenes que andan sin rumbo, queremos compartir con ellos alegrías y esperanzas, angustias y tristezas. Pero, sobre todo, volar alto juntos, con nuestros sueños. Unidos tenemos una fuerza invencible. Vamos a entusiasmarnos por una vida comunitaria comprometida, seamos capaces de grandes sueños y grandes sacrificios por nosotros, por los demás y por la comunidad.

Queridos jóvenes, hermanos, amigos, nuestra Madre mira y cuida a este pueblo peregrino del NEA, pueblo de jóvenes amado por ella, que la busca constantemente y la ama incondicionalmente. Con ella somos testigos de que Jesús está vivo, esa es nuestra mayor alegría, y eso es lo que queremos gritar hoy y siempre. Como hizo con su Hijo en aquella fiesta, hoy nos da ese necesario empujón que nos mueve a esta hermosa misión de llevar la esperanza y la alegría del Resucitado a cada rincón, a cada joven del NEA.

Somos pueblo joven que busca y va tras la soñada Tierra sin mal.

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