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Ana González Fulton y su esposo, el estadounidense John Fulton, fundaron una cabaña de élite de la raza bovina Braford.

Pilar Vázquez

Por Pilar Vázquez

Corrienres, como el dicho popular “vi luz y entré”, una tarde la correntina Ana González Fulton y su esposo estadounidense, John Fulton, pasaban por la puerta de la Sociedad Rural local y, al ver que se estaba por hacerse un remate, con la suposición de que era de caballos, ingresaron. Para su sorpresa, en realidad lo que se iba a subastar eran reproductores de la raza bovina Braford.

“Vamos a comprar una vaca”, propuso Fulton, que quedó cautivado al ver los animales cara blanca. Su familia en Estados Unidos críaba Hereford, una de las razas que dio origen al Braford, junto con las cebuínas. En cambio, el eligió dedicar su vida al negocio de las carreras de caballos, razón por la cual en 2004 se mudó a la Argentina, donde conoció a la correntina.

Esa tarde, en el predio de la entidad rural la pareja conoció a Germán Fogliatti, el asesor genético de Estribo, la cabaña que realizaba el remate, quien los impulsó a comprar un lote de hembras donantes. “No teníamos nada, ni siquiera el Renspa (Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios), pero los dueños de Estribo nos dijeron que nos iban a esperar hasta que completáramos todos los papeles y preparáramos el lugar. Así comenzó nuestra historia con la raza y hoy estamos aquí”, dice la productora.

La pareja cuenta su historia a LA NACION en el mismo predio en donde compraron sus primeras donantes. Hace unas semanas participaron de la jura de la Exposición Nacional de Razas. En el evento, organizado en la Sociedad Rural de Corrientes con el impulso de Expoagro y el apoyo del gobierno provincial, obtuvieron el Reservado de Gran Campeón Hembra de la muestra.

Ambos comparten la pasión por los caballos. Fulton vive en la Argentina desde 2004. Comenzó a viajar desde 1988 cuando era entrenador de caballos de carrera para comprar equinos a sus clientes. Después dejó esa actividad para empezar a tener sus propios caballos y hacer otros negocios, pero todo dentro del turf.

En tanto, a González su padre le inculcó desde chica ir a las carreras. “Empecé a amar la pasión por el turf y mi escape era los fines de semana ir con mi hijo al hipódromo a ver las carreras”, comenta y agrega: “Confieso que los caballos me enamoran, pero no quiero decir que es mi primera pasión porque iría en contra mío con las caras blancas [por el ganado Braford], pero igual me siguen atrapando. Voy a un hipódromo y me enloquece ver los animales, más que todo cuando hay un pedigrí por detrás”, relata.

Los cabañeros se conocieron en una carrera de caballos en el Hipódromo de Palermo. Cuentan que uno de los caballos de carrera de Fulton había ganado una Polla Potrillo y la correntina se acercó a felicitarlo por su triunfo porque tenían como amigo en común al jockey. “Él me decía que John me quería conocer, pero a mí me costó mucho aceptar la invitación, hasta que un día dije que sí. Nos empezamos a conocer y me conquistó”, cuenta.

Hace siete años la pareja viajó a visitar a la familia de González y el estadounidense se enamoró de las tierras correntinas. “Me empujó a volver a mis raíces, mi lugar, mi pueblo. Al principio no quería, pero después acepté su idea porque me atrapó con las vacas y ahora no me arrepiento de nada. Estamos entusiasmados, apasionados y comprometidos con lo que hacemos”, dice.

Con las primeras vacas compradas en aquel remate en el que descubrieron al Braford fundaron hace siete años en el departamento de Goya la cabaña El Bromista. “El nombre es en honor a un caballo que fue nuestro primer bebé”, relata. Se trata del primer caballo que Fulton compró junto a dos socios y que ganó numerosos campeonatos. Actualmente, está en el campo donde se encuentra la cabaña, al lado de la casa donde vive la pareja.

Allí concentran todo lo que hacen para exposición, acompañado de las donantes y algunos caballos de Fulton. En tanto, arriendan un campo en Perugorría donde poseen la parte productiva, criando animales para la comercialización y también tienen hacienda para producir embriones.

La pareja, asesorado por su “mentor”, como se refieren a Fogliatti, empezó a construir su plantel y a lo largo de los años han continuado invirtiendo en genética. A pesar de sus pocos años de trayectoria, lograron posicionarse en la élite de la raza Braford a nivel nacional. Han obtenido importantes premios en exposiciones dedicadas a esta prestigiosa raza.

Entre los galardones, el año pasado durante el Congreso Mundial Braford obtuvieron el premio a la tercer ternera. En 2021 lograron el tercer macho. La clave del progreso, según el estadounidense, es “un equipo extraordinario y un muy buen asesor de genética que ayudó a invertir bien”.

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