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Economía

Por la sequía, el ingreso de dólares del campo caería casi 10% en 2023

En el “Lanzamiento de la Campaña Gruesa 2022/23″, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó que habrá un declive en el aporte del sector en exportaciones y recaudación fiscal. El girasol y la soja repuntarían en superficie y volumen, pero habrá mermas en trigo, sorgo, maíz y cebada.

La campaña agrícola 2022/23 sumaría una producción total de 127,7 millones de toneladas de granos, lo cual implicaría una caída del 1,6% en relación con el ciclo previo. (Foto: TN)

El aporte del agro a la economía caerá más del 9% en 2023, tanto en dólares por exportaciones como en pesos para la recaudación fiscal, según reportó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) en el “Lanzamiento de la Campaña Gruesa 2022/23″. Especialistas de la entidad analizaron el escenario bajo el cual se va a desenvolver el nuevo ciclo productivo y publicaron las primeras estimaciones de rendimiento, y contribución de las cadenas agrícolas a la economía argentina.

Del evento participó el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, y el presidente de la entidad porteña, José Martins, quien reclamó mayor previsibilidad y una baja de la presión impositiva.

Según las proyecciones de la Bolsa porteña, de los 6 principales cultivos, solo la soja y el girasol tendrán un crecimiento del área y producción. Mientras que sucederá lo contrario con el trigo, el maíz, la cebada y el sorgo.

Un complejo panorama productivo

El analista del departamento de Estimaciones Agrícolas de la BCBA, Martín López, señaló que la superficie sembrada con cultivos extensivos en Argentina registraría un retroceso en la campaña 2022/23 que, junto a los menores rindes estimados como consecuencia del escenario climático, redundaría en una producción total de 127,7 millones de toneladas de granos. Implica una caída del 1,6% en relación con el ciclo previo.

El mayor retroceso se daría en la superficie y producción de trigo, que alcanzaría 6,1 millones de hectáreas y 17,5 millones de toneladas, respectivamente. Asimismo, expresó que disminuirían el área sembrada de maíz y sorgo, cultivos en los cuales se observaría una mayor participación de siembras tardías.

En cambio, el área sembrada con soja se incrementaría un 2,5% alcanzando 16,7 millones de hectáreas. Se cosecharían 48 millones de toneladas, una cifra cercana a las 50 millones de toneladas estimadas para maíz, que se mantendría como el principal cultivo en volumen. Por último, el área destinada al girasol registraría un aumento de 17,6%, que totalizaría una producción de 3,9 millones de toneladas, lo que representa un alza del 14,7%.

Ante este escenario, el economista jefe de la entidad, Agustín Tejeda Rodríguez, recalcó que la caída, tanto en precios como cantidades para la nueva campaña, determinaría una disminución en la contribución de las cadenas de cultivos extensivos a la economía argentina, aunque esta se mantendría en niveles “históricamente altos”.

Señaló que para la campaña 2022/23 se estima un Producto Bruto Agrícola de US$ 50.655 millones, lo que significa una merma del 12%, y exportaciones de granos y subproductos por US$ 40.900 millones, lo que representa un descenso del 9%.

También agregó que la recaudación fiscal se ubicaría en torno a US$17.500 millones (-9,1%), y la inversión de los productores totalizaría US$25.600 millones, dado que los gastos en insumos aumentarían un 32% en relación al ciclo pasado.

Como conclusión, agregó que la adopción de un marco de políticas más favorable para la inversión y la exportación, como propone el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), permitiría más que duplicar (del 22 al 46% en 10 años) el crecimiento esperado de la agroindustria, que podría acercarse al potencial.

Con presencia del Gobierno, desde la Bolsa pidieron una baja de la presión tributaria

En el discurso de apertura, Bahillo destacó la decisión de los productores de invertir y apostar a la producción en un contexto difícil, donde predomina la sequía y la situación mundial de conflicto bélico.

En esta línea, el titular de la cartera agropecuaria se refirió a los resultados alcanzados con el Programa de Incremento Exportador, que estableció solo por septiembre el “dólar soja” a $200. Al respecto, valoró la iniciativa de los productores de incorporarse y vender sus granos de la oleaginosa. También mencionó la propuesta presentada por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), la cual será incorporada en el próximo Consejo Federal Agropecuario (CFA).

A su vez, resaltó “el trabajo conjunto de muchas entidades en la cual la Bolsa tiene una participación importante para generar un marco normativo homogéneo en todo el país y dar previsibilidad y tranquilidad a la comunidad y a los productores”.

Después, el titular de la BCBA y coordinador del CAA, José Martins, se refirió a “la enorme oportunidad” que tiene Argentina de dar respuesta a la preocupación mundial en relación a la seguridad alimentaria, el suministro de energía y el intercambio y la provisión de alimentos.

En este sentido, indicó: “En nuestro país, no hemos sido capaces de convencernos de tomar posicionamiento para abastecer esta demanda, debido a una macroeconomía inestable, una política con una alta presión tributaria y un escenario cambiante en las reglas de juego”,

Asimismo, señaló que “el sector no necesita ni subsidios ni prebendas, solo previsibilidad y una reducción gradual de la carga impositiva”. Y afirmó que “desde Bolsa de Cereales, junto al Consejo Agroindustrial, venimos impulsando un proyecto de ley que brinde reglas de juego claras, previsibilidad, un escenario que permita invertir, poder mejorar la infraestructura, y poder crecer en valor agregado. Es necesario que el mismo sea aprobado y promulgado para generar crecimiento; más producción y empleo en nuestro país”.

Contexto internacional y adopción de tecnología

A continuación, en los primeros dos paneles de la jornada se analizó el escenario internacional, haciendo foco en sus efectos sobre la agroindustria argentina. En primer lugar, Seth Meyer, economista jefe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) describió la situación tirante que caracteriza al balance de oferta y demanda mundial de granos desde la invasión de Rusia a Ucrania, y subrayó la necesidad de que el resto de los países productores prioricen políticas tendientes a aumentar la productividad y eviten la adopción de restricciones a las exportaciones.

A su turno, el director de Fundación INAI, Nelson Illescas, abordó los desafíos que implican los cambios geopolíticos, resaltó que es preciso trabajar en la construcción de una agenda de relacionamiento que equilibre las necesidades comerciales con los vínculos políticos.

El panel de cierre “Escenario y Perspectivas de la Campaña Agrícola 2022/23″, a cargo del ingeniero Eduardo Sierra, describió que la ausencia de lluvias se agrava como consecuencia de los últimos dos ciclos consecutivos de “La Niña” y provoca una intensa sequía, que plantea “un escenario desfavorable” para la definición de los rendimientos en cultivos de invierno y para el inicio de las labores de las siembras de verano. Sin embargo, aseguró que el sistema meteorológico evolucionará lentamente hacia un ciclo “neutral”, estabilizándose a partir de enero.

A continuación, la economista de la Fundación INAI, Jimena Vicentin Masaro, analizó la alta volatilidad que existe en los mercados internacionales, donde los precios de los granos y de los insumos se encuentran por encima de la campaña anterior. Haciendo foco en los márgenes relativos de los distintos planteos, destacó la competitividad de las producciones de soja y girasol.

Luego, Daniela Regeiro, analista agrícola de Bolsa de Cereales, subrayó que la campaña actual presenta un desafío para la adopción tecnológica, con el riesgo de presentar un retroceso en algunos indicadores relevantes para la sustentabilidad de los sistemas productivos y el cuidado de los recursos, como la siembra directa, las rotaciones, los cultivos de servicios y la fertilización.

No obstante, la nueva campaña podría acelerar la curva de adopción de herramientas de manejo que permiten hacer un uso “más eficiente y sustentable” de los insumos y los recursos, como análisis de suelo, nutrición por ambientes y refugio, al tiempo que podría propiciarse un incremento de la participación de insumos de origen biológico.

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