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Carlos Alcaraz le ganó a Rafael Nadal y avanzó a las semifinales del Masters 1000 de Madrid

Lo derrotó en tres sets, en medio de la euforia de la Caja Mágica.

Y un día, el alumno le ganó al maestro: Carlos Alcaraz derrotó por 6-2, 1-6 y 6-3 a Rafael Nadal y se clasificó para las semifinales del Masters 1000 de Madrid. Un éxito mayúsculo para el joven murciano, que significa un gran empujón para su incipiente y magnífica carrera en el tenis. Pero seguramente no se conformará con haberlo superado por primera vez: este sábado se medirá frente al serbio Novak Djokovic, otra leyenda del tenis y que es nuevamente Nº 1 del mundo.

Lógicamente, Alcaraz no bajará el poster con esta victoria sobre su ídolo. Siempre lo tendrá en el altar de este deporte; será su guía y su referente. Pero ahora, el chico de 18 años está enfocado en escribir su propia historia: de seguir con este rendimiento y focalización, su vida en el tenis le augura una sucesión de proezas. Atrás quedaron esas dos derrotas ante Rafa: una en este mismo torneo, el año pasado, y la otra este año en Indian Wells. Ahora, es tiempo de festejar y volver a mentalizarse rápido, con la aspiración de llegar hasta el domingo y celebrar ante sus compatriotas en la Caja Mágica.

Un dato elocuente de este triunfo: Alcaraz cortó una racha de 25 triunfos consecutivos de Nadal contra rivales españoles. La última derrota de Rafa ante un compatriota había sido frente a Fernando Verdasco en la primera ronda del Australian Open 2016.

El envión inicial

El primer set empezó como una montaña rusa: saque de Nadal, quiebre de Alcaraz. En el segundo game, a la inversa: servicio de Alcaraz y quiebre del manacorí. La tendencia se mantuvo en el tercer juego y el joven número 7 del mundo se puso 2-1 adelante. El puntazo con el que consiguió confirmar el break-point templó la confianza de Alcaraz, que a partir de ese momento varió los ángulos, mejoró el revés y apeló a un arma sorpresa para desactivar los contraataques de su rival: el drop.

La muñeca y el primer servicio colaboraron a la causa de Alcaraz en ese primer set. El joven, que llegó a estos cuartos de final con un 0-2 en el historial frente a su rival de este viernes en el polvo de ladrillo de la Caja Mágica madrileña, se tomó esos segundos necesarios para encontrar la mejor pelota, el mejor tiro. Y casi siempre decidió bien. Incluso felicitó a su rival, luego de que el vigente campeón de Australia encontrara un tiro inverosímil desde el fondo de la cancha. “¡Buena bola!”, celebró “Carlitos”. Fue la última aproximación del número 4 del mundo en el marcador.

Porque a partir del sexto juego fue todo del retador Alcaraz. Drops, voleas, winners, potentísimos drives. El número 7 del mundo apeló a todo su arsenal para sacar de quicio a Nadal. Y lo consiguió. Confirmó el break en el séptimo juego y se puso 5-2 arriba. No hubo más equivalencias: un rally de once puntos (sobre 12 posibles) le dio el primer set por 6-2 a Alcaraz. Con su saque y tras un juego perfecto.

En el segundo set, la historia se revirtió. Alcaraz siguió concentrado en lo suyo, pero Nadal creció. Fiel a su ADN hípercompetitivo, encontró respuestas en el amor propio. Corrió más, buscó decolocar al joven que corría todas las pelotas que estaba del otro lado de la red. En una de esas carreras sobre la línea de base, Alcaraz se golpeó el tobillo derecho. El partido se interrumpió y se trató de un punto de quiebre emocional en el partido de cuartos de final. Porque ingresaron los médicos y vendaron al número 7 del mundo. Alcaraz volvió minutos después y apuntó a su muñeca, casi como dando explicaciones a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y a su equipo.

Alcaraz ya no fue el mismo. Ese lance le sacó la cabeza del partido. Se fue a otro lado. Peor, cuando una persona se desmayó en la tribuna y debió ser asistido en pleno asiento. Más minutos de espera. Más incertidumbre. Entre el malestar físico y el problema externo, Nadal tomó aire. Alcaraz, en cambio, se desintegró y mermó hasta la velocidad de sus tiros (17 kilómetros por hora menos en el drive; 10 kilómetros menos en la revés). No pudo variar más su juego, y empezó a cometer errores (13 en total) que no existían en el primer set. Nadal tuvo un rally de 15 puntos sobre 17 posibles. Alcaraz no volvió a ganar un game y perdió el set 6-1 casi sin poder plantar batalla. El partido, entonces, se decidiría en el tercer set.

Al igual que en el primer set, Alcaraz llegó al cuarto game con ventaja 2-1 y el saque de Rafa. Consiguió un triple break point gracias a un revés cruzado supersónico. Y pudo confirmar el quiebre en el primer intento. El marcador estaba 3-1 para el joven, que había vuelto al partido tras el intervalo luego del segundo set, que perdió sin atenuantes. Los dos tenistas, al 100% de su capacidad, daban espectáculo. Y el público premiaba el esfuerzo con aplausos.

Si Alcaraz hubiera visto la estadística de Nadal en los sets decisivos durante esta temporada es probable que se hubiera abatatado antes de salir a jugar el tercer set. Rafa ganó los seis que jugó en esta temporada. Invicto. Sin embargo, Alcaraz volvió rejuvenecido y se puso 4-1 tras ratificar el break del cuarto game. Nadal parecía acorralado. Y cuando se adelantó 5-2, el muchacho se deshizo en disculpas ante el gigante por una pelota que pegó en la faja y pasó, después de un revés cruzado.

El cierre no pudo haber sido mejor: un puntazo después de un intercambio de pelotas a distintas alturas y con ángulos increíbles. La Caja Mágica quedó asombrada por esos dos gladiadores que no se rendían. Finalmente fue para el aspirante, para el joven decidido a patear el tablero entre los grandes. Entonces, se tomó la cabeza, se tapó la boca, se golpeó en el corazón y levantó los brazos para agradecer los aplausos de las cuatro tribunas. Un espectáculo fantástico de 2 horas y 27 minutos que Alcaraz no olvidará jamás. Pero por supuesto: ¿Quién está en condiciones de asegurar que es el fin de Nadal? Lo espera Roland Garros y la chance de ganarlo por... catorceava vez.

“¿Qué ha pasado?”, escribió Alcaraz con un fibrón en la cámara de TV. Una pregunta que dio muestra de su incredulidad, aunque en el fondo sabe que no se trata de una casualidad: es el resultado de una maduración progresiva, tanto en lo estratégico como en lo físico y mental. El chico de Murcia, autor de 37 winners en total, 4 quiebres de 5 y 31 errores no forzados, entiende que está dando pasos seguros en el ATP Tour.

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